De encuestas presidenciales y del paro agrario

CARLOS CAÑAR SARRIA webCARLOS E. CAÑAR SARRIA

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A casi un mes de las elecciones presidenciales, Santos no ganaría en la primera pero sí en la segunda vuelta. Así lo acaba de señalar reciente encuesta realizada por la firma Datexco para El Tiempo y la W. En la primera vuelta ganaría Santos ganaría las elecciones respaldado por el Partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical, pero no le alcanzaría el 50 por ciento más un voto para seguir en la Presidencia. Según la citada encuesta, el comportamiento electoral en la primera vuelta daría los siguientes resultados: Santos con 28.3 por ciento de votos, 17.3 por el voto en blanco, Oscar Iván Zuluaga, candidato del uribismo con el 16 por ciento, seguido por Enrique Peñalosa del Partido Verde con el 15.7 por ciento. Sigue Clara López de la coalición Polo Democrático Alternativo-Unión Patriótica con el 9.6 por ciento de votos y finalmente, Martha Lucía Ramírez, candidata del Partido Conservador, con el 7.2 por ciento de los votos.

Hipotéticamente, la segunda vuelta derivaría los siguientes resultados: Santos se impondría con el 34.1 por ciento de los votos ante Enrique Peñalosa que contaría el 28.5 por ciento de votos. Bajo el remoto caso que la disputa de Santos en la segunda vuelta se definiera con Zuluaga, Santos aventajaría con una votación del 36.2 por ciento y el candidato uribista del Centro Democrático se quedaría con el 26.6 por ciento de los votos.

De todas maneras, las encuestas electorales en las democracias modernas son indicadores relativos que miden la intención del voto y la favorabilidad o no de los aspirantes o candidatos. Sin embargo, son susceptibles de errores y los resultados pueden variar de la noche a la mañana en la medida en que avanzan los procesos electorales, generalmente dados al vaivén de las circunstancias. Bien podría afirmarse que en la puerta del horno se quema el pan.

Lo cierto es que el presidente-candidato anda en campaña en todo el país y por lo que dicen las encuestas y por las escenas que muestran de las correrías los medios de comunicación, se puede entrever que su popularidad viene en aumento. Es posible que de pronto pueda sorprendernos al ser reelegido en la primera vuelta. La denominada Coalición de Unidad Nacional está trabajando fuerte en todos los terrenos, sabe de sobra que no se puede descuidar y que la contienda es dura y difícil. Santos debe ser más prudente que nunca y evitar errores, no obstante las cáscaras que le pongan sus enemigos y detractores para hacerlo caer.

En momentos de escribir estas líneas, en pocas horas empezará un nuevo paro en nombre de la denominada Dignidad Cafetera y Agropecuaria que tiene al departamento del Cauca de escenario protagonista. Nadie discute que los campesinos y agricultores tienen legítimas razones para realizar la protesta social, toda vez que el campo no ha estado en el orden de prioridades del Estado colombiano. No obstante esto, el nuevo paro parece tener más un tinte político que económico dada la coyuntura electoral. El Gobierno ha sido enfático en que pagará el subsidio de Protección al Ingreso Cafetero, pero los organizadores del movimiento advierten que el paro se mantendrá hasta que se cumplan los puntos del paro porque lo del subsidio no es suficiente. El Gobierno sostiene que ha dado rienda suelta a cumplimiento de los acuerdos establecidos como consecuencia de otros paros, reconociendo además que hace falta mucho por cumplir. Pensamos que no se pueden desconocer avances significativos.

Por experiencia se sabe que los costos sociales y económicos de estos paros son supremamente altos y que las condiciones del país y del Cauca en particular no son las mejores. Un departamento como el Cauca que consuetudinariamente ocupa los últimos renglones en desarrollo humano, se perjudica irremediablemente. Tomar conciencia de ello implica la necesidad de insistir en el diálogo y la concertación como alternativas de resolución política de los conflictos. Los problemas del campo vienen arraigados al devenir de la historia nacional y no es posible su solución de un momento a otro; achacarle toda la responsabilidad de los problemas del campo al gobierno actual es injusto. En Colombia hasta el momento no ha existido una verdadera reforma agraria y se debe comenzar por esto. Se trata de una reforma sustancial que enfrente con éxito los problemas del campo. El gobierno de Santos impulsó la Ley de Tierras, ha hecho esfuerzos por modernizar la Ley Agraria y dentro de los asuntos que se discuten y acuerdan en la Habana está superar la pauperización del sector agrario y campesino, lo cual sólo será posible mediante la consecución de la paz, tarea impostergable para Colombia. Un gobierno de corte liberal como el de Santos, sin duda tiene entre sus prioridades el campo. Es cierto también que el campo requiere con urgencia de unas políticas públicas de enorme impacto social. De mecanismos eficientes y eficaces para enfrentar las consecuencias negativas de los procesos de modernización y globalización económica. En las actuales circunstancias, una de las prioridades es la paz, que seguirá esquiva mientras nos sigamos matando y atentando contra la infraestructura nacional.

Coletilla: COOMEVA se caracteriza por una pésima atención a los usuarios. Esto se constata cada vez más. Una cita con especialistas se demora meses después de tanto trámite y obstáculo. Es el colmo que para poder ser atendido por un dermatólogo, por ejemplo, los pacientes tengan que viajar a Cali porque en Popayán no tienen contrato con estos especialistas. En no pocas ocasiones hay que denunciar ante la Superintendencia de Salud para que las justas reclamaciones de los usuarios sean atendidas. A leguas se siente que a esta entidad sólo le motiva el afán de lucro y en ningún sentido el bienestar físico y psíquico de sus afiliados y usuarios.