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    Odebrecht’s locales

    FERNANDO JOSÉ SÁNCHEZ PARDO

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    Es como descubrir “que el agua moja”, el reafirmar que la corrupción se tragó a Colombia y por ende al Cauca. Es que la célebre frase del hombre del corbatín, el expresidente Turbay (q.e.p.d), de “la corrupción en sus justas proporciones”,   ya fue sobrepasada in extremis.

    Es pública y privada.  Esos valores, principios, ética, moral, honestidad y apego al esfuerzo, para al final de la vida, contar con un pequeño, justo y sudado patrimonio familiar terminó hace rato. Las bonanzas millonarias iniciadas con el perverso negocio de las drogas -por allá a mediados de los setentas- hicieron  catarsis en la sociedad para enquistar que “don dinero” era indispensable conseguirlo ya y a como diera lugar. De allí la premisa, también muy marcada, de aprovechar “el cuarto de hora”. Que cargos tan apetecidos esos de almacenista o agente de aduanas.

    Ejemplos locales, hay: Desde algún ex-almacenista, hoy dueño de importante distribuidor de químicos, amén de las fortunas amasadas y campañas financiadas, con la compra de medicamentos en centros de salud. Los pavimentos de Papelcol-Propal II, con expediente refundido en una Contraloría, bajo el ceño de un político que aún tiene presencia internacional en la fauna colombiana, y ¡oh! como olvidar -a su vez- los cariños por la defensa de los recursos del narcotráfico que recibió, “a sus espaldas”, el señor del elefante.

    Como el “regalo” del Toyota disfrutado por un gobernador en contraprestación de los comprados; si mi memoria no me falla, con condena para descansar -sus últimos días- en su central casa. El negocio del alumbrado público en Popayán, amén de toda la transformación patrimonial de político local hoy, seguramente, en la gloría de Dios. Recuerda, mi pálida memoria: Probolsa, la Fundación de Apoyo de Unicauca. Y alguna placa huella, adjudicada con múltiples horrores, en la pasada Alcaldía con aventajado Secretario de Obras. El “¿Abraham consignado?”, pregunta, en una Corporación, por allá en los 90. El Senador al que le pagaban sus cuentas de licor y otras mañitas los escogidos contratistas de su régimen. Sin olvidar el reciente Indeportes, ya refundido.

    Ahora, nos cuentan, que la plática de regalías, comprometida entre los años 12-15, no solo la utilizaban para estudios de boñiga absurdos y sin practicidad,  denunciados -entre otros- por columnistas de este diario, sino que con ParqueSoft, poco de ciencia y tecnología y mucho de spa, anchetas, almuerzos y licor. No sorprende. El Gobernador Campo que cumplió el 30% de su periodo dice, “a mí que me esculquen”, lo contrato el anterior -por cierto su elector, mentor y jefe- y que hay interventoría y supervisión, pero que toma nota. Conclusión, pasará muy poco o nada. Solo falta que aparezca también aquí, nuestra gata local, la señora del transporte, sencilla y modesta antigua auditora de Contraloría hoy poderosa empresaria, gerente y financiadora de campañas.

    Así que los Odebrecht´s locales pululan y nuestra generación difícilmente verá luz al final del túnel. Principios, valores y ejemplos volverlos a inculcar para esperar cuándo -en muchos años- estaremos al menos en “las justas proporciones”.