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    Nuevos horizontes

    MARITZA ZABALA RODRÍGUEZ

    [email protected]

    @mazarito1

    El mundo cambio. Ante lo que vivimos ahora, todos en el planeta estamos en la misma situación y hoy nadie tiene la verdad absoluta. La incertidumbre y dudas frente al Covid-19, no tienen precedentes.

    Al respecto, la escritora y activista india Arundhati Roy manifestó que las pandemias nos han forzado a romper con el pasado para imaginar un mundo diferente. Y tal parece que mientras entendamos lo sucedido, compartimos preguntas tan densas como estas: ¿Qué nos pasó? ¿Qué necesitamos hacer o dejar de hacer si queremos cambiar para bien? ¿Cuándo volverá el mundo a ser el de antes? ¿Qué demanda el planeta para poder soportarnos?

    El coronavirus como virus, no debe ser visto como un castigo, si en su complejidad: pues encerró y frenó al mundo sin distingo alguno, como nunca antes había sucedido. Y es que, en estos tiempos atípicos, las acciones y decisiones de los gobiernos, nos cambiaron las formas de vivir y actuar como sociedad.

    A la par de la incertidumbre, el freno de actividades comerciales, el distanciamiento social, la crisis económica global y el cambio de hábitos, nos llevan a reflexionar sobre lo que vendrá: desempleo, profundización de la pobreza, detrimento de la salud y el estado mental y psicológico de muchos.

    Este quiebre en nuestra historia debe obligarnos a cambiar, replantear y reinventar nuestros modelos sociales y económicos. Muchas voces manifiestan la urgencia de liquidar el capitalismo, para preservar la civilización humana. Y en esta reflexión sobre costos ambientales, sociales, conductas consumistas; la pandemia desenmascaró un lado oscuro e invisible de la civilización con fuertes fracturas en sus sistemas de salud y profundos desequilibrios.

    Es por esto que conceptos de globalización, sistema económico, gobernanza o bienes públicos, deben revaluarse y pensarse de otra forma. Y eso ¿en qué se traduce? en un plan de acción mundial pues nadie se salva solo y lo dicho por el Papa Francisco, en el inicio de Semana Santa es válido: hay que vivir para servir y jugársela por la vida. Tal vez ahí está la clave: la solidaridad es una herramienta trasnacional que nos permitirá sortear esta recesión global.

    Por ahora apoyo y solidaridad con quienes se dan la batalla en la primera línea de atención a los contagiados y a quienes siguen adelante en el campo con la producción agropecuaria. Para ellos no hay cuarentena.

    Apoyo total al gobierno y a su arquitectura institucional, para que tomen con equilibrio moral las decisiones acertadas, al sortear este desafío con entereza y contundencia en pos de salvaguardar la vida, seguridad y la salud de todos.

    Y de igual forma, la solicitud y el llamado a la conciencia social para pensar con determinación y acción en colectivo. Las crisis dejan aprendizajes y dado que no estamos solos, urge poner en práctica distintos modos de vivir el día a día las ciudades, sin malas prácticas y pensando en el otro. Esa corresponsabilidad puede garantizarnos la permanencia como especie y civilización.