Proyecto Zarigüeya: sensibilidad y vida

Cada vez son más las personas que en las ciudades, camino a casa, se encuentran con una zarigüeya. Tres estudiantes universitarios recorren el Departamento del Cauca para sensibilizar y educar en el respeto y la conservación de esta especie, único marsupial de todo el continente.

 POR: CO.MARCA DIGITAL/ EL NUEVO LIBERAL

“Raritas ratotas”. “Esas sí que me dan pavor, ¡son horribles!”. “Es gracioso cómo llevan a sus bebés en la espalda”. “Animales incomprendidos y discriminados”. Estas son algunas de las cosas que dicen las personas en Popayán cuando se encuentran con una o varias zarigüeyas, hecho que cada vez ocurre con más frecuencia.

El proceso de urbanización destruye el hábitat de la única especie de marsupial en el continente: las zarigüeyas. Estos animales llegan a lugares donde se les confunde con roedores y son maltratados sin compasión. También sucede en Popayán. Para hacer frente a esta situación, desde el año 2018, Alejandra Salazar, Jessid Pérez y Camilo Ortega, formaron Proyecto Zarigüeya, una iniciativa que se encarga de proteger la vida de estos animales que hacen parte de la fauna silvestre.

“Trabajo por y para los animales”, dice Alejandra Salazar, quien desde los 14 años está comprometida con la protección animal. “Hace año y medio llegaron a mi casa con una zarigüeya bebé, enferma, con las patas torcidas. La llamé Simona. Era como el tamaño de un dedo. Hasta ahora he tenido una lucha muy fuerte con ella. Pasó por once veterinarios de Popayán. Después de conocer a la persona indicada que le hizo el diagnóstico y me sugirió los tratamientos, la recomendación fue hacer educación por ella y ahora es madre sustituta de las zarigüeyas que llegan al refugio”.

Las zarigüeyas son el único marsupial de América.
Las zarigüeyas duermen 18 horas al día y cuando están activas son controladoras biológicas de plagas o de especies que transmiten enfermedades a las personas. / Fotos tomadas de Pixabay

Así nació Proyecto Zarigüeya en el Departamento del Cauca, iniciativa que se enfoca en la educación y sensibilización ciudadana frente a esta especie y en el rescate y reubicación de las Delphis Marsupialis. El grupo de jóvenes ha visitado municipios como Piendamó, Santander, Silvia, Coconuco y El Tambo.

Para los niños es una experiencia muy linda y reconfortante. “Tratamos con ellos y les llevamos cartillas y cuentos que realizamos con el departamento de literatura de la Universidad del Cauca. Cada vez que hay casos de crías en estado de indefensión, los atendemos.  No tenemos ninguna remuneración económica. A veces recibimos algunas donaciones. Todo es voluntad y entrega total”, cuenta Alejandra.

Proyecto Zarigüeya ha atendido por su cuenta más de 35 casos y liberado más de 23 animales adultos a su hábitat natural. A algunas las atropellan o las golpean porque le incomodan a la gente o las ven mal ubicadas. Entonces los llaman a ellos y de inmediato se encargan.

“Amo a los animales. Amo a la naturaleza. Yo creo que si hay una oportunidad donde pueda ofrecer mis servicios y pueda hacer lo que esté en mis manos para ayudar siempre lo haré y estaré dispuesto”, comenta Jessid. “Fue un mundo nuevo para mí, un mundo que debía explorar con las asesorías de veterinarios, lecturas, videos, foros y demás. Partió de ser un proyecto a formar parte de mi vida y mi formación como ser humano”.

 Un lugar de acogida

Actualmente el refugio funciona en el norte de Popayán. Cada vez que llaman a cualquiera de los tres integrantes, las zarigüeyas son rescatadas y llevadas a este lugar. No importa la hora. Ellos reciben llamadas 24/7 y en ocasiones han rescatado zarigüeyas en horas de la madrugada o a varios kilómetros de la ciudad. Si son bebés las alimentan cada media hora con compotas de frutas o con teteros de leche especial calcificada, que recibieron como donación de una red de cuidado de zarigüeyas de Estados Unidos, debido a que son calcio-dependientes.

Las crías requieren de mucho cuidado. Son muy delicadas puesto que su proceso de lactancia ha sido interrumpido por la muerte de las madres y quedan huérfanas y sin nutrientes. “Te levantas cada dos horas en automático y a la estufa. Calentar la leche, el tetero y no hay más. Forma parte de tu rutina y lo aceptas como poder comer y respirar”, cuenta Jessid.

En otra planta del refugio, albergan a las zarigüeyas en un espacio más alejado después de que pasan los dos meses. En esta etapa, mientras crecen un poco más, se mantienen en un salón adaptado y adecuado para sus actividades de juego hasta que alcanzan 400 gramos de peso e incrementan su pelaje. Ahí pueden comer sin ayuda completa. Sin embargo, esta fase está diseñada para que rompan el vínculo con los cuidadores ya que se preparan para la etapa previa a la final, que termina en el proceso de reubicación, debido a que no es permitido darlas en adopción. En Colombia, no son tratadas como mascotas, a diferencia de otros países.

En la terraza del lugar, los tres jóvenes animalistas han construido un pequeño ecosistema/ambiente en una jaula de cinco metros por cinco metros. Tiene la vegetación y temperatura apropiada. Además, crearon el lugar con características similares al hábitat natural de estos marsupiales. Les proporcionan fruta sin pelar, insectos pequeños, huevos crudos y lombrices. De esta forma se dan cuenta si están capacitados para comer solos y van desplegando sus instintos naturales de defensa y agresividad. Si se esconden y reaccionan ante sus cuidadores significa que aquellos animales están preparados para ser liberados y reubicados. Para esta liberación reciben la asesoría de dos biólogos, que aprueban el lugar predispuesto, donde su vida esté protegida, preferiblemente lejos de la ciudad.

Alejandra relata que el proceso es muy difícil debido a que es una entrega total. Cada zarigüeya que logra llegar con vida al refugio, en mal estado de salud como consecuencia del maltrato, tarda en reubicarse entre tres y cinco meses. “Las primeras 72 horas son fundamentales para un rescate. Porque ahí es donde se da toda la pérdida de nutrientes y de hidratación”.

La vida de una zarigüeya en estado natural es de dos años y su tasa de reproducción es muy alta. Una hembra de esta especie puede tener hasta 23 crías de las cuales solo sobreviven 13 porque poseen esa cantidad de pezones. Son familia de los koalas y los canguros y crecen hasta el tamaño de un gato. Su forma de reproducción se sustenta en dos úteros: el interno, como el de cualquier mamífero, alberga a las crías durante catorce días y después emigran al marsupio donde están de dos a tres meses. También son inmunes al veneno de serpientes.

Las zarigüeyas duermen 18 horas al día y cuando están activas son controladoras biológicas de plagas o de especies que transmiten enfermedades a las personas. Por el contrario, no propagan ninguna enfermedad puesto que su baja temperatura evita la incubación de virus como la rabia.

 No confundir

¡Las zarigüeyas no son ratas! La confusión, el desconocimiento y el estigma hacia las zarigüeyas, que muchos llaman “chuchas”, ha provocado la muerte de cientos de ejemplares en el Cauca. Es por ello que Proyecto Zarigüeya sigue realizando jornadas de educación y sensibilización en colegios, reuniones de colectivos y visitas a distintos municipios para disminuir la tasa de muerte de estos marsupiales.

“En el municipio de Cajibío nos piden liberaciones puesto que ya están infestados de roedores y necesitan de las zarigüeyas para ayudar a controlar”, dice Alejandra, quien comenta que estos animales serán cada vez más visibles y harán parte del orden de la fauna urbana. Insiste en la importancia de no confundirlas con ratas si las encuentran buscando comida cerca de las viviendas. También dice que las zarigüeyas son nómadas y si se les brinda algo de comida después se alejarán. De igual modo recomienda, si no se las quiere tener cerca, esparcir pimienta en los alrededores de las casas.

“Respetemos las zarigüeyas, intentemos ver la belleza en ellas y preservémoslas. Seamos conscientes de que el servicio que nos ofrecen es mucho más grande que el que nosotros les podemos ofrecer. Permiten mantener los bosques sanos, la reforestación, mantienen el control de las plagas: son animales fantásticos que hacen parte de nuestra tradición y nuestra cultura”, concluye Jessid.

Proyecto Zarigüeya articula actividades con colectivos departamentales como Animal Save y Animalistas Cauca y ha establecido contactos con la Corporación Regional Autónoma del Cauca, CRC. Igualmente, tiene alianzas con Fundación Zarigüeya, de Medellín, Casita del Bosque y Clan Zarigüeya en Cali. Están comprometidos en esta causa de vida y planeando nuevas estrategias educativas para los meses venideros. Sobre todo, para eliminar mitos y, lo más importante, para sensibilizar.