Guillermo Cajiao Lenis, inspirador de ambientalistas

Fue fotógrafo aventurero, aviador, cineasta y ecologista, entre otros oficios y capacidades que le acompañaron en su fructífera vida, que le llevó a presenciar y registrar algunas de las grandes transformaciones ambientales de su época.

Por: Andrés José Vivas Segura

 

 

Entre finales de los multicolores años setenta y principios de los añorados años ochenta, la sociedad conoció una serie de personajes muy inspiradores para ese sector de la ciudadanía interesado y sensible al cuidado del ambiente, alrededor de los temas más preocupantes del momento: el agujero de la capa de ozono, la extinción de especies, la contaminación ambiental, el calentamiento global, entre otros, cuya vigencia no se ha agotado con el paso del tiempo, sino que en la mayoría de los casos se ha agudizado.

Estas personalidades fueron conocidas a través de la prensa, del cine, pero sobre todo de la pantalla del televisor. No eran los superhéroes de capa y antifaz de los años cuarenta y cincuenta, con poderes excepcionales a sus capacidades humanas; tampoco eran jóvenes cantantes de rock que llenaban estadios y revolucionaban el universo musical; se trataba de personas cuya vida y obra, dedicadas a la ciencia, les permitió grandes avances y descubrimientos, transmitiéndolos de manera elegante y asertiva a un público masivo.

Nevado del Huila. / Cortesía del Fondo Cinematográfico Guillermo Cajiao Lenis
Guillermo Cajiao Lenis en sesión de grabación como documentalista con su cámara. /Cortesía Santiago Martínez

Entre ellos podemos mencionar al oceanógrafo francés Jacques Cousteau (1910-1997), quien navegó los mares a bordo del buque Calypso, desentrañando los misterios del océano, e incluso del río Amazonas en épocas de inundación; fue pionero de las técnicas de buceo modernas, nos mostró a través de la pantalla el misterioso universo subacuático, nos habló sobre el derretimiento de los glaciares y la importancia de las corrientes oceánicas.

También pudimos conocer a la etóloga inglesa Jane Goodall (n. 1934), quien ha dedicado su vida al estudio y conservación de los chimpancés, en Tanzania, como una historia de compromiso, que le permitió no sólo entender mejor la ecología y etología de su objeto de estudio, sino también proponer profundas reflexiones sobre la complicada interacción entre los seres humanos y las demás especies: es un ejemplo de vida.

O el astrofísico norteamericano Carl Sagan (1934-1996) quien nos transportó por el universo a bordo de una nave espacial que guardaba la forma del diente de león, e hizo evidente para el ojo aquellos objetos del universo que estaban fuera de nuestra vista, así como explicó con genialidad y poesía en la serie “Cosmos”, los últimos conocimientos disponibles en su momento para explicar el modelo del universo.

Sin duda muchos de los adultos de hoy recuerdan la transmisión de estos documentales en medio del horario cultural y educativo de las tardes, una vez terminados el noticiero y la novela del medio día.

En nuestro territorio nacional también aparecen algunos representantes del cine ambiental, como el documental Yuruparí (1983-1986) de Gloria Triana y Fernando Riaño, o la inolvidable Gloria Valencia de Castaño (1927-2011), quien amenizó la llegada de la noche cada miércoles con su afamada serie Naturalia.

En adición, hoy quiero destacar la figura de ese otro payanés desconocido para las generaciones actuales, pionero del cine documental ambiental en Colombia, Guillermo Cajiao Lenis (1929-1994), quien fue fotógrafo aventurero, aviador, cineasta y ecologista, entre otros oficios y capacidades que le acompañaron en su fructífera vida, que le llevó a presenciar y registrar algunas de las grandes transformaciones ambientales de su época.

Guillermo Cajiao Lenis viajó muy joven a estudiar Agronomía en Nebraska, como una forma de continuar la tradición de los negocios familiares; a su llegada a Colombia se desempeñó en diversas actividades agrícolas y pecuarias con relativo éxito, que cultivó a la par de su gran afición a la fotografía y el cine.

Viajó luego a México donde estudió algunos rudimentos de la cinematografía y adquirió aparatos modernos para grabar y editar por su propia cuenta. Ya en su tierra se desempeñó como concesionario de la compañía norteamericana Beechcraft en la importación de avionetas, y adquirió una Cessna con la que se transportó y prestó servicios como piloto de aviación civil, participando en operaciones de rescate de aeronaves siniestradas, y con la que incluso hizo filmaciones desde el aire de lugares relevantes para la investigación ecológica y vulcanológica del suroccidente colombiano; entre ellas se recuerdan y conocen sus épicos sobrevuelos del volcán nevado del Huila y del Puracé, de cuya aventura quedaron algunas grabaciones e impresionantes imágenes. Su trabajo nos lleva a meditar sobre el uso de la imagen y el video como documento histórico, como fuente.

Entre su producción como documentalista ambiental se encuentra la filmación de varias de las grandes obras de ingeniería del momento, y en lugares tan distantes como la represa del Alto Anchicayá, Chingaza, Salvajina, Betania, la trayectoria del río Magdalena, o la isla de San Andrés, entre otros. Por ejemplo, produjo el documental “¿Y mañana?” filmado en 1976, que es uno de los primeros testimonios del avance de la explotación maderera en los Andes colombianos, en el cual llamaba la atención sobre el problema de la tala indiscriminada de los bosques, que no ha cesado en nuestros campos con la ampliación de la frontera agrícola y pecuaria.

En el mismo año se produjo un documental sobre la expedición al lejano islote de Malpelo, en el Pacífico colombiano, del cual la mayoría de compatriotas sólo habían tenido noticia por los mapas y los libros de ciencias sociales, y que ahora podía ser visto en el televisor mientras la tripulación desembarcaba, armaba su campamento, y las aves marinas les observaban con curiosidad.

En aquella oportunidad se realizó la instalación de algunas antenas de radioaficionado, logrando la primera transmisión de este tipo, desde un lugar tan alejado del continente americano.

Quizás el trabajo de Guillermo Cajiao que más me ha impactado es la obra de no ficción titulada “Nuestra tierra era verde”, en la cual trabajó como ambientador el entonces joven escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, que narra una historia basada en hechos reales acaecidos en el vecino departamento del Huila, donde una familia de inmigrantes alemanes llegó en la primera mitad del siglo XX, para establecer una reserva natural dedicada a la conservación de los diversos ecosistemas andinos.

Con los años, surgieron conflictos con un creciente número de colonos que se ubicaron en los alrededores del predio e iniciaron el ejercicio de deforestar las montañas, como es costumbre campesina en las tres cordilleras, los cuales culminaron con el asesinato de nuestros protagonistas. Su descendencia continúa hoy apostándole a la conservación, bajo el sabio liderazgo de Svanhild Buch, a la cabeza de la reserva Merenberg, que significa “Mar de Montañas”.

Este documental es uno de los primeros llamados desesperados que se realiza en Colombia en lenguaje cinematográfico, y que evidencia las preocupaciones ecológicas de Guillermo Cajiao.

Resulta honesto decir que el escaso conocimiento que poseo de la obra de Cajiao Lenis me viene por conducto de mi amigo el documentalista Diego Lozada Salazar, investigador de la historia audiovisual colombiana y co-editor con la investigadora Julieth Páramo del libro “Guillermo Cajiao Lenis, Pionero del Cine Ambiental”, editado por varias entidades, donde se recogen algunos artículos sobre la vida y obra de este personaje, que pude conocer en 2018, en el contexto del II Congreso Nacional de Ecología en Popayán.

El patrimonio fílmico de Cajiao Lenis cuenta con un total de 57 obras en 97 rollos, la mayoría de ellas en formato de 16 mm, que corresponden a cine de no ficción, cine institucional, material publicitario y registros o roches, a partir de archivos familiares e institucionales recopilados en la Colección Guillermo Cajiao de la Universidad del Valle que, como testimonio de nuestra historia reciente, nos ayuda a amar más a nuestras gentes, sus historias y sus territorios.

Con estos cortos párrafos pretendo que, como yo, usted se sorprenda, estimado lector, buscando más información en Internet sobre Guillermo Cajiao Lenis, o los pocos videos que se encuentran disponibles en Youtube, para acceder a imágenes de tiempos y lugares pasados, formas de ser y existir de los paisajes y de los colombianos del siglo pasado.