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    Neofobia

    MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE

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    Tengo ganas de conversar con alguien, pero no hay nadie en el crucigrama de mis días. Bueno, esta el gato del vecino, una mariposa en mi jardín y un par de zancudos en la sala. Doña soledad solo evoca tristezas y Dios no contesta: ya lo intenté.

    ¿Qué podría hablar con un zancudo? -Hola, en vez de martirizarme con tus picaduras ¿conversamos?… venga dígame algo. Y el zancudo se posa prudente frente a mis ojos. Me dice que gracias a mi sangre ha podido vivir estos diez días, que le quedan seis, que los zancudos viven dieciséis días como máximo, que esta afanada por procrear, que es una hembra, que solo las hembras chupan sangre de animales y personas. Zumba y quiere saber cuántos años tengo, le respondo que cincuenta y tantos. Entonces me pregunta, que qué he pensado hacer con los poquitos años que me quedan por vivir. La cuestión me impacta, me sorprende, me asusta. ¿A qué horas se fue la vida? ¿Tan poquito queda?

    ¿Y qué podría hablar con el gato del vecino? Le gusta venir a observarme desde la ventana, echarse panza arriba y dejarme sus pelos por ahí, pero jamás le doy comida, ni lo dejo entrar, ni nada. Un par de veces nos hemos quedado mirando toda la tarde, jugando a quién parpadea primero. – Hola gato, cómo va todo, le pregunto. -Aquí, lidiando con la neofobia, responde. – ¿Y eso qué es? – me intereso. -Es el miedo hacia las experiencias nuevas, ¿y tú, a qué le tienes miedo? – Le respondo que no tener con quien conversar es el miedo más grande que tengo. ¿Qué tal que termine hablando con animales? Voy a la cocina a pelar ajo, los gatos odian el olor del ajo.

    ¿Y qué podría hablar con una mariposa? -Hola, ¿cómo estás? -Con pánico- me dice-. Todos en el jardín me quieren comer: las avispas, las hormigas, los pájaros, las culebras, los sapos, las ratas, las libélulas, las ranas, las arañas, todos, hasta las moscas, que estrés. La única manera de sobrevivir es revoletear de noche y tratar de pasar desapercibida durante el día. No sé cómo voy a llegar a las cuatro semanas que vive una mariposa. Y a vos, ¿qué te causa estrés?, me pregunta.

    Le digo que tengo miedo de mi soledad, mis silencios, mis palabras, mis ideas, de mí mismo. Que me encierro en mi casa intentando que todos me olviden, olvidarme de todos, y pasar desapercibido de los enemigos de la vida (los virus, las enfermedades, los accidentes, la tristeza, el amor, la vejez, la locura, los políticos, los pastores…)

    Un libro me llama, y yo voy. Me ofrece su complicidad de 80 mil palabras y yo acepto.

    Web: www.valenciacalle.com