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    Navidad en movimiento

    RODRIGO SOLARTE

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    La religiosidad, consciente o inconscientemente, hace parte de nuestra vida latinoamericana, siempre en movimiento.

    Lo material, expresado en lo económico y científico de lo físico, con lo espiritual, cultural, artístico e imaginativo, se articula con lo anterior, filosófica y teológicamente, conformando la rica diversidad humana, negada por los dogmas, que también sueñan frenar o retroceder los procesos de cambio, hacia el mejoramiento integral de la especie humana terrícola donde habite.

    Setenta y siete navidades lleva quien esta columna escribe, entendiendo por fin, la transformada intermediación desde los pedidos al ¨Niño Dios¨, al papá Noel con su tío Sam, solicitudes por internet, y el papel de Sar-miento Angulo y compañías, con las obras de caridad a nombre de las familias pobres y la democracia.

    El capital influye en la navidad. La religiosidad atenúa ese sentimiento que el mercado y el consumo cultivó y ha acrecentado por tanto tiempo. La muñeca de trapo, pasó por las ¨ barbis¨ hasta llegar al celular y tanta tecnología aplicada a los juguetes actuales promocionados por la mayoría de las redes sociales.

    Esa concepción de progreso y desarrollo, lo comparten en el qué, pero no en el paraqué y mucho menos en el conqué. El hasta cuando, no es para volver, pero sin olvidar e incluso renovar, la muñeca de trapo, o el carrito con las llantas de tusa de maíz; se refiere a la democratización de la economía para ampliar las oportunidades, priorizando además, pertinencia por edad y sexo y efecto estimulante de una o varias de las múltiples inteligencias que toda niña o niño tiene.




    La navidad, como las vacaciones, o el tener trabajo con un salario básico que alcance para lo fundamental en familia y algo de ahorro, contribuyen a la salud mental y social cuando esas condiciones se logran colectivamente. Tal avance, hará parte de un real Estado social de derecho en lo cotidiano.

    La navidad apropiada por el egoísmo y la plutocracia, entró también en la competencia de quien tiene más, viaja o aparenta incluso, reinterpretando a su acomodo e interés, los textos bíblicos del Niño Jesús, con su madre y padre, carpintero en el pesebre, rodeado por animales y visitados por los magnates de la época, llevándoles oro, incienzo y mirra.

    La Navidad convoca a la Paz espiritual, a la reflexión para pensar en el cómo lograr la social integral en esta Colombia y Latinoamérica, real paraíso de la biodiversidad, plurietnicidad y pluralidad que los dogmas Neoliberal y Pentecostales del progreso económico individual defienden incluso regresando a los golpes judiciales y armados contra quienes se oponen con dignidad y lucha organizada por los justos derechos mayoritarios que todo Ser humano aspira libremente.

    Ya veremos o escucharemos las Novenas al Niño Dios de los pobres, no pidiendo tarjetas de crédito o dinero en los paraísos fiscales, Sí, mayor solidaridad, respeto a los mandamientos como el No matar, ni robar; defensa y desarrollo científico de la educación pública; calidad y calidez humana en la atención de la enfermedad y promoción de la salud integral tan ligada a las tierras que habitamos.

    Hoy, El Cauca y Colombia con sus movilizaciones y manifestaciones culturales en paz, son un ejemplo de lo juvenil y organizado de sus luchas, como también lo son, quienes desde el Congreso de la República, asumen autocríticamente y con compromiso transparente la responsabilidad con quienes los escogieron para representarlos, exigiéndoles a la vez, la indispensable unidad en la diversidad de alternativas, que solo los egos apátridas podrían frustrar en estas navidades y años nuevos por venir.

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