“Mirar el futuro con esperanza y para ello es preciso desarmar los espíritus y generar actitudes generosas”: Ramiro Pazos

Actual magistrado del Consejo de Estado, el nariñense y “patojo de corazón” Ramiro Pazos Guerrero habló sobre su profesión, sus logros, y lo que lo une a Popayán.

Por: Lucy Amparo Bastidas

Especial para El Nuevo Liberal

Ramiro Pazos Guerrero, exvicepresidente del Consejo de Estado de Colombia. Actualmente Magistrado de dicha institución. /Fotografía: Alexander Paloma

A su paso por Popayán, el exvicepresidente del Consejo de Estado del país, Ramiro Pazos, dialogó con este medio de comunicación. El nariñense nos contó sus experiencias en la rama judicial y cómo, cuando puede, visita la ciudad blanca donde tiene importantes lazos familiares y de amistad.

LAB: Magistrado, ¿Por qué decide estudiar Derecho?

RPG: Decidí ser abogado como opción de vida cuando me encontraba en último año del bachillerato, gracias a la influencia positiva de un tío, el profesor Arturo Pazos Bastidas, a quien he admirado siempre como humanista, historiador y pensador del derecho. Sigo convencido que fue la mejor opción ante el desafío inmenso de tratar de aportar a la construcción de una sociedad mejor, más democrática, más igualitaria y menos discriminadora.

LAB: ¿A qué se debe su pasión por la literatura?

RPG: Soy aficionado a la literatura y a la poesía. Ojalá tuviera más tiempo para disfrutar de estas manifestaciones del espíritu. Mi trabajo de grado de abogado versó sobre un análisis jurídico de “Crónica de una muerte anunciada”. De estudiante universitario conocí la extraordinaria obra de Aurelio Arturo, hoy considerado el poeta contemporáneo de la ecología, y cuando fui juez en La Unión (Nariño), tierra de Arturo, tuve la grata oportunidad de contribuir a la fundación de la Casa de la Cultura que lleva su nombre.

LAB: Usted tiene una anécdota divertida cuando era uno de los jueces más jóvenes de Colombia, y las personas se dirigían a su secretario creyendo que él era el juez. ¿Cómo fue eso?

RPG: En efecto, acababa de cumplir 25 años cuando me eligieron juez municipal en Colón-Génova (Nariño), tierra amable y laboriosa.  Allí tenía un secretario muy serio, que estaba vestido siempre con traje formal y corbata, a quien confundían con el juez, y al verme a mí, la gente se sorprendía, por ser tan joven.

LAB: ¿Qué significó llegar al Consejo de Estado y cómo ha cambiado su vida?

RPG: Llegar al Consejo de Estado ha sido la experiencia más importante y el ejercicio más exigente y más gratificante, porque las decisiones que se toman tienen una repercusión a nivel nacional. Pero la vida personal y familiar sigue siendo la misma, todos somos funcionarios transitorios, las instituciones son las que deben permanecer.

LAB: En una sociedad casi totalmente comercializada, ¿cree que las y los abogados desde su oficio pueden hacer una labor más humanitaria?

RPG: Estoy convencido que es necesario más humanismo en la formación y en el ejercicio del Derecho; si bien casi no hay nada de la vida en comunidad que no tenga que pasar por el mundo jurídico y las leyes, la solución de los conflictos necesita alimentarse de otras importantes disciplinas. De allí la necesidad de una visión más humanista y comprometida con el juramento que realizamos los abogados de trabajar por la justicia material y luchar contra toda forma de inequidad y discriminación que padecen nuestras sociedades.

Este compromiso ético de los abogados deber ser impulsado, principalmente, con el ejemplo, en especial en las nuevas generaciones, como antídoto ante conductas reprochables de abogados y, lo que es peor de jueces, que han deshonrado la profesión.

LAB: ¿Qué tan difícil es dirigir el diálogo en las diferentes Salas del Consejo de Estado, que imagino para quienes no somos abogados, como si fueran voces distintas de un mismo coro, para luego ofrecer el concierto final?

RPG: Interesante pregunta. El Consejo de Estado está conformado por la Sala Plena que la integran 31 magistrados y una sala plena contencioso administrativa que la integran 27 magistrados, excluidos los cuatro que conforman la Sala de Consulta, y que resuelve asuntos judiciales. Quienes lo integran provienen de diversos sectores como la academia, el ejercicio profesional y la carrera judicial.

Somos elegidos a través de concurso público para un periodo de ocho años. Y como en la interpretación del Derecho no existe una única respuesta frente a los problemas, su solución es el fruto de la confrontación de ideas, posiciones contrarias y perspectivas distintas; el objetivo es que por un principio de mayorías se imponga la posición jurídica más sensata. Este es el gran desafío.

El Consejo de Estado es una institución que nació en los albores de la fundación de la República. Fue el propio Libertador quien creó esta institución el 30 de octubre de 1817 en la Angostura, hoy ciudad Bolívar, situada en el sureste de Venezuela, en pleno fragor de la última etapa de la guerra de independencia. En esencia es una institución republicana y democrática, que está destinada a controlar el ejercicio del poder público frente al abuso y la arbitrariedad de las autoridades.

LAB: A usted como ponente de importantes sentencias, ¿cuál le ha resultado de mayor dificultad, y cuál de mayor satisfacción?

RPG: El año pasado me correspondió proyectar una decisión compleja para la Sección Tercera del Consejo de Estado. El problema era decidir si existía o no responsabilidad patrimonial del Estado frente a los daños producidos por actos terroristas de actores al margen de la ley (como paramilitares, narcotraficantes o subversivos), en los cuales el Estado no era objetivo militar, sino que la intención era golpear a la población civil.

En 1993 el grupo de narcotraficantes, liderado por Pablo Escobar, desató en el país una oleada terrorista en contra de la población como mecanismo de presión contra el gobierno para que cesara la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos y se le reconociera a dicho grupo estatus político. Los atentados produjeron muchos muertos, heridos y daños a la población.

Un primer proyecto de decisión, que no prosperó, sostenía que aún en estos casos debería ser condenado el Estado a reparar los daños, porque la acción terrorista contra la población civil buscaba presionar al gobierno en determinada dirección, y el no hacerlo o sostenerse en determinada política pública se convertía en una causa suficiente del daño. La decisión, que me correspondió proyectarla, fue aprobada por cinco votos contra cuatro, y sostuvo que no existía responsabilidad del Estado, porque la actuación legítima de las autoridades públicas en no ceder a la presión de los narcotraficantes no es título suficiente para atribuirle responsabilidad objetiva al Estado ni por la tesis del riesgo ni por la del daño especial.  Lo que deben operar en estos casos es políticas públicas robustas en favor de las víctimas en aplicación del principio de solidaridad, pero no la atribución de responsabilidad judicial al Estado. El tema sigue siendo polémico y controversial.

Otra decisión de la cual fui ponente y que me ha causado gran satisfacción es la que tuvo que ver con un caso en el cual se demandaba la responsabilidad del Estado por una presunta privación injusta de la libertad, en donde verificamos con asombro la escasa preparación de los funcionarios judiciales en la recepción de declaraciones de menores víctimas de abuso o agresión sexuales y de menores testigos de esos hechos, y de prejuicios por razones de género de los investigadores, lo cual contribuía a la impunidad. El Consejo de Estado, entre otras decisiones, exhortó a la Rama Judicial y en especial a la Fiscalía General de la Nación a adelantar programas de capacitación y pedagogía en temas de género y no discriminación, y en la instalación de las denominadas cámaras de Gesell, que son salas especializadas para la recepción de denuncias y testimonios sobre delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes, en donde el funcionario judicial cuenta con la asistencia científica de un psicólogo, y en la implementación de protocolos técnicos idóneos y dignos para la recepción de dichas pruebas. Según un informe reciente de la Fiscalía General de la Nación, dichas exhortaciones se están cumpliendo satisfactoriamente en todo el país.

LAB: Actualmente hay una percepción ciudadana sobre el Consejo de Estado, como una de las entidades con mayor credibilidad, y lo confirman las encuestas. ¿A qué cree que se debe?

RPG: Si bien las entidades judiciales no dependen en su accionar de la percepción ciudadana a través de las encuestas, sí es muy satisfactorio que dicha percepción sobre el Consejo de Estado sea de una creciente credibilidad. Sin conocer a fondo cuál es la técnica y la población que responde en las encuestas, estimo que se debe a una mayor visibilidad del trabajo que realiza la jurisdicción administrativa y se traduce en decisiones de impacto a nivel nacional.

LAB: ¿Cuál considera su mayor orgullo y su mayor frustración?

RPG: Diría que mi mayor orgullo, si se puede nombrar así, es haber asumido con mucha energía y pasión mi formación profesional; y mi mayor frustración, también por decirlo así, es no haber podido influir con mayor calado en los cambios sociales tan urgentes y necesarios.

LAB: ¿Qué lo trae por Popayán?

RPG: Popayán es un centro cultural y espiritual muy importante. Siempre vengo a esta tierra grata, con el pretexto de visitar a familiares cercanos muy queridos. Y la Semana Mayor es un espacio ideal para disfrutar con tanta actividad cultural y especialmente musical. Con justa razón fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

LAB: Finalmente, ¿qué cree usted que deberíamos hacer cada uno de nosotros para disfrutar de un país ideal?

RPG: Partiendo de la base de que todas las personas son importantes, desde sus diferentes oficios y condiciones, todos tenemos la posibilidad real de contribuir a construir una sociedad mejor. No desconozco que tenemos un desafío difícil y colosal, porque hemos vivido con tantos miedos, incertidumbres, odios, divisiones y frustraciones. Pero, es preciso mirar el futuro con esperanza y para ello es preciso desarmar los espíritus y generar actitudes generosas. De lo contrario será muy difícil y frustrante construir un país mejor.

Sinceramente, creo en las nuevas generaciones. Y termino diciendo que mirar el país desde las regiones y no desde un centralismo asfixiante, puede ser una clave para lograr propuestas de cambio y construcción de nacionalidad. En este escenario, agradezco esta entrevista en El Nuevo Liberal, destacado medio de comunicación, que es pilar de información y opinión pública en la tarea de construir país desde la región.