Mejor “Tomados de la mano”

ORIANA MENDOZA VIDAL

Mg. Administración de Empresas

Las organizaciones de pequeños productores que trabajan en la ruralidad enfrentan grandes desafíos para mantenerse y crecer, al tiempo que se abren importantes oportunidades, pero por sus debilidades internas, a veces se “miran los toros desde la barrera”, dejando pasar las intervenciones de programas gubernamentales, cooperación internacional o fondos de capital privado.

El Cauca es inminentemente rural, tanto en la distribución de su población como en sus correspondientes actividades productivas; aunque el desarrollo industrial del Norte del Cauca y algunos indicadores de la educación superior logran posicionarlo en lugares intermedios en las mediciones de competitividad y apertura comercial, la realidad económica es distinta. Más del 50% de las empresas formales en el Cauca, se dedican a actividades relacionadas con el comercio y los principales centros urbanos ven mover su economía al unísono con los ciclos de las cosechas, especialmente, de cultivos como el café, el cacao, la caña panelera, la quinua, los lácteos, etc., y por qué no decirlo, de aquellos de uso ilícito.

Al conocer cada día más el corazón de organizaciones de pequeños productores rurales, reconozco la tenacidad y fe que se irradia en los rostros de los asociados, al reflejar en su mirada esa esperanza para seguir forjando un mejor futuro para ellos y sus familias. Y es que intentar vivir de la producción agropecuaria en este país no es tarea fácil y más aun con las deficiencias en infraestructura productiva que se evidencian en el Cauca, la precariedad de sus vías terciarias, entre otros factores que afectan la competitividad del sector agropecuario departamental.

No obstante, los programas de apoyo al agricultor cada vez recopilan lecciones aprendidas y reconocen que la simple intervención técnico – productiva no es garantía suficiente para cambiar sus condiciones de vida. Por ello, los proyectos orientados a mejorar la productividad de ciertos cultivos eslabonados en una cadena productiva incluyen capacitaciones y sensibilizaciones que le apuntan a mejorar las competencias administrativas, gerenciales, contables, relacionales y de mercadeo, con el objetivo de generar condiciones necesarias y suficientes para la sostenibilidad y crecimiento de las asociaciones, pensando en el largo plazo y erradicando el proceder asistencialista de otrora.

El reciente enfoque de la mayoría de los proyectos desarrollados con cadenas productivas está dejando atrás practicas asistencialistas, para darle un manejo integral a los cuellos de botella que se presentan en la producción agropecuaria. Sin embargo, en esta nueva perspectiva de intervención están tomando la delantera la cooperación y los fondos de capital privado internacionales, que ofrecen financiación para capital de trabajo y maquinaria y equipos, principalmente bajo esquemas colaborativos y de alianza. Los nuevos esquemas de financiación reconocen que no basta con entregar los recursos a bajas tasas de interés, por el contrario, “toman de la mano” a las organizaciones para contribuir a mejorar su gobernabilidad y administración, al trazar una visión clara de la actividad productiva y de la naturaleza de estar asociados, es decir, por fin se están reconociendo las ventajas de la asociatividad en el sector rural.

De modo que este tipo de alianzas entre las organizaciones y los fondos financiadores o la cooperación internacional, le apunta a la instauración de una cultura de enfoque empresarial en los pequeños productores rurales, es decir, que conceptos como visión, mercadeo, imagen corporativa, acceso a mercados, confianza empresarial, transformación y embalaje, alianzas comerciales, requisitos de la demanda, estándares de calidad, innovación, formalidad, etc., se conviertan en hábitos y condiciones comunes y colectivos; sólo en la medida en que el pequeño productor rural comprenda que una mejoría de la gestión de la producción de su unidad productiva, se alcanza actuando en equipo con otros productores rurales en el marco de una organización para obtener economías de escala, se comenzarán a consolidar las acciones del empresarismo rural, aunado a una clara concepción de la asociatividad y la autogestión como estrategias de sostenibilidad empresarial y organizacional.

Así las cosas, se aprecian procesos de cambio en la mentalidad de las jóvenes generaciones que están asumiendo el liderazgo de la gestión agropecuaria, aportando a la consolidación de la paz en nuestro Departamento y asumiendo la responsabilidad de ser artífices de su propio futuro. Las oportunidades de financiación están cada vez más cerca y su aprovechamiento está en función de la capacidad de cambiar las debilidades de las organizaciones en reales fortalezas que las conduzcan a ser el camino para la nueva gestión de la ruralidad en el Cauca.