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    Los Milagros del Niño Jesús en Piendamó

    Desde hace 29 años, en este municipio de la zona central del Cauca, existe una tradición religiosa y devocional al Niño Jesús de Praga, santo de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

    Por: Fabrit Cruz





    Altar de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario Piendamó. / Fotos suministradas.

    En esta localidad, la última semana de enero del año, la comunidad religiosa se congrega para rendirle homenaje al Santo vestido de una túnica rojibanca y que descansa en lo alto del altar.

    Anoche, sábado 30 de enero, y antepenúltimo día de celebración, se llevó a cabo la bendición de los vientres. Este es un ritual que lleva aproximadamente seis años y que cada vez gana más feligreses.

    Ante la tradición de esta fiesta religiosa que cumplió su vigésimo noveno aniversario, El Nuevo Liberal, viajó hasta el lugar para conocer de primera mano los milagros que, propios y visitantes, le adjudica al Niño Jesús de Praga.

    Helen Sharith, una historia de fe

    Durante los 9 días se cuenta con la participación de sacerdotes de los municipios cercanos. La celebración incluye además alborada, presentación de banda de vientos, banda de guerra del Ejército y celebración de misa, bendición de los vientres y procesión por las principales calles del municipio. Este año el tema central de la carroza fue la paz.
    Entró nerviosa y ansiosa a la sala de parto del Hospital Universitario San José de Popayán. El nacimiento de su primer hijo había llegado. Atrás quedarían nueve meses de un embarazo en condiciones normales, según el reporte de los controles médicos. Sería la bienvenida del tan esperado bebé hijo de Liceth González y Elbert Velasco, jóvenes de 24 y 21 años de edad, respectivamente, oriundos de Piendamó, Cauca.

    Sin embargo, algo pasó en el procedimiento de parto, y el niño nació muerto. La madre, sentada en una de las 150 bancas de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, recuerda la triste escena con lágrimas de dolor y asegura que fue “negligencia de los médicos que la atendieron”. El caso nunca se esclareció.

    Esa noticia cayó como un baldado de agua fría para los inexpertos padres. 30 meses después, Liceth llora la ausencia de una luz que no alcanzó dar brillo y que se convirtió en la primera de tantas pruebas por las que pasó junto a su pareja.

    Elbert Velasco tan agobiado emocionalmente como su esposa tuvo primero que recuperarla anímicamente y regresarle las ganas de vivir. “Yo estaba tan triste por esos días que le pedí que dejáramos las cosas así y que se alejara”, recuerda Liceth. No obstante, el amor terco e insistente del esposo hizo que la pareja no se separara.

    La primera decisión que tomó el joven dedicado a ganarse la vida trabajando con una modesta motocicleta, fue pedirle que se casaran por la Iglesia. En diciembre de 2013 se celebró el acontecimiento, “buscando que su matrimonio fuera bendecido” dice Liceth. Y efectivamente, un mes después, recibieron la noticia que la cigüeña visitaría el hogar González Velasco. Un embarazo después de varios intentos fallidos.

    1.200 personas participaron de la misa de bendición de vientres este año.
    En ese instante vino la segunda prueba. Se trataba de un embarazo de alto riesgo. Para los médicos, el bebé nacería con Síndrome de Down. Las esperanzas de Liceth se desmoronaron como un castillo de naipes. Los fantasmas de la primera perdida aún rondaban en su cabeza.

    “Usted tiene que estar tranquila por el bienestar de la niña”, le dijo Cristian Campo, integrante de la comunidad juvenil de Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Piendamó. Al verla tan angustiada, el líder la invitó a participar de la novena en homenaje al Niño Jesús de Praga que se realizaba por esos días en esa capilla.

    “Vamos hacer mucha oración. Usted debe tener mucha fe, y tenga presente que los médicos pueden decir muchas cosas pero todo lo decide Dios”, le dijo Cristian a la joven madre.

    El 20 de enero de 2014 los padres de Helen Sharith, como decidieron llamar a la pequeña, decidieron entregarle sus temores al Santo. La madre empezó a orar y a estar presente en el desarrollo del novenario. Cuatro días más tarde, participó de la bendición de los vientres en la misma Iglesia. Liceth cerró los ojos mientras el sacerdote Isaías, (párroco del pueblo) impuso sus manos sobre el estómago e imploró al señor de los cielos.

    “¡Diosito ya me quistaste un niño no permitas que mi bebé venga a este mundo a sufrir. Porque yo quiero sufrir con ella ni tampoco creo soportar otra pérdida como la que ya pasó. Ayúdame, no me desampares!”, rogó con desespero.

    Meses después y en contra de todos los negativos pronósticos de los galenos, la profecía de Cristian se cumplió. Helen Shariht Velasco González nació el 20 de agosto de 2014 completamente sana. Pesó 2990 gramos y midió 50 centímetros. Fue un nacimiento sin complicaciones y por medio de cesaría, atendido por médicos de la Clínica la Estancia de Popayán.

    En la actualidad, “la princesa” como le llama su padre, es el centro de atención en el hogar de los Velasco González. Helen Shariht despierta a las 8 de la mañana y recibe al padre, una hora más tarde con los brazos abiertos para disfrutar del desayuno en familia. A mediodía y al llegar la noche la escena se repite en el barrio El Limonar de Piendamó.

    “El papá la adora y yo me siento dichosa al ver ese ‘pedazo de gente’ que transmite tanto amor”, afirma Liceth con un brillo en los ojos que ilumina parte de la inmensa Iglesia y mientras le acomoda la balaca blanca a la bebé agrega: “ella llegó a este mundo porque de una u otra forma dios nos quiso dar una lección: el matrimonio no es de una sola persona; debemos estar unidos y además, acordarnos siempre de estar en oración permanente con dios”.

    En el cuarto de sanalejo

    Liceth González y su Hija Helen.

    María Rita Bolaños de Campos.

    Cristian Campo actual Coordinador de la Fiesta

    A pesar de los 78 años de edad que tiene María Rita Bolaños de Campos, posee una memoria prodigiosa y tiene presente hasta el más mínimo detalle de cómo nació una de las tradiciones más antiguas que tienen los feligreses de la Iglesia católica en el municipio de Piendamó, Cauca.

    Era un miércoles cualquiera de 1990. Don Luis Reyes, comerciante para la época, la invitó porque le tenía un regalo que le cambiaría la vida para siempre: se trataba de una imagen del Niño Jesús de Praga que se encontraba archivado en una pieza de guardar objetos viejos y olvidados. “Entré y lo vi en medio de telarañas. Al reconocerlo me llené alegría y lo cogí entre mis brazos”. Sería la señal de unión que hoy congrega más de mil personas en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario.

    A la capilla, que para entonces era liderada por el párroco Mariano Vásquez, fue trasladada la imagen y se opuso a la iniciativa. La ubicaron en un altar al costado izquierdo, al ingreso del recinto sagrado.

    María Rita Bolaños de Campos es madre de 6 hijos y varios nietos. Entre ellos quien hoy continúa su legado y coordina la fiesta del Santo Niño Jesús de Praga. Es más católica que la misma Iglesia. Fue síndica del paso de la dolorosa por más de 60 años en el municipio. Y hoy dice sentirse orgullosa de ser la precursora de tan inmensa tradicional religiosa.

    Ella también tiene testimonio de los favores recibidos del Niño. Logró ganar la batalla a un cáncer que la sometió durante cinco años, aferrada a una camándula y cadenas de oración.

    Fue a la edad de los 60 años que sufrí de cáncer en la pelvis y terminé hospitalizada en una clínica en Cali. Recuerdo que era como 27 con cáncer y sólo sobrevivimos tres”, recuerda.

    ‘El niño’ que lloró

    Cristián Campo sufrió durante 10 años de un deformación de la córnea que generó falta de visión del 80% del ojo derecho y 90% del ojo izquierdo. Diez años duró su proceso de sanación a través de la fe al Santo.
    En fechas después de la renuncia de la señora Bolaños de Campos, sucedió algo curioso del Santo. Al Niño Jesús de Praga le cambiaron el vestuario tradicional por uno de color azul y la imagen votó una lágrima. Para María Rita, hasta la imagen disfrutaba de color rojo así como ella pues “yo soy liberal hasta la muerte”.

    El relevo generacional

    Hoy la Fiesta del Niño Jesús de Praga es coordinada por el seminarista Cristian Campo de 24 años de edad, nieto de María Rita Bolaños de Campos. Ingresó al comité organizador de la festividad en el 2005. Cinco años más tarde se convirtió en el coordinador general.