Los beneficios de la paz

Hace 110 días no hay acciones ofensivas de la guerrilla de las Farc, no mueren soldados ni policías como solía ocurrir, no han atacado las vías como solía ocurrir, no han secuestrado como solía ocurrir, no han dejado más víctimas de minas antipersona como solía ocurrir. Sorprendentemente para algunos, para muchos diría, esos resultados son poco

hector riverosHÉCTOR RIVEROS

@hectorriveros

Funcionarios del Gobierno nacional estuvieron en el Cauca para invitar, desde aquí, a los colombianos a recorrer el Departamento durante la semana santa aprovechando “las ventajas de la paz”. Los ministros, con razón, dijeron que el turismo en éste departamento se ha visto duramente afectado por los temores que deja el conflicto armado y que ahora que el conflicto se “ha detenido” y que puede estar próximo a terminar hay una oportunidad enorme para éste sector.

Éste diario vaticinó en su artículo central del domingo anterior, con la misma tesis, que ésta semana santa sería la más tranquila en décadas y recordó episodios, no muy lejanos, de hechos del conflicto que, además del dolor de las víctimas, ahuyentaron turistas y pusieron en riesgo las celebraciones propias de la época del año.

Sendos informes del Centro de recursos para el análisis del conflicto -CERAC- y la Defensoría del Pueblo confirmaron la premisa de las declaraciones oficiales y de la tesis del artículo de prensa: que el conflicto se “ha detenido”, en palabras de uno de esos documentos. No solo en el Cauca, sino en toda Colombia, hace 110 días no hay acciones ofensivas de la guerrilla de las Farc, no mueren soldados ni policías como solía ocurrir, no han atacado las vías como solía ocurrir, no han secuestrado como solía ocurrir, no han dejado más víctimas de minas antipersona como solía ocurrir. La población civil también ha dejado de padecer los efectos de la acción de la fuerza pública, en especial de los bombardeos que dejaron de ocurrir como consecuencia de las medidas de desescalamiento del conflicto que se han adoptado en el marco de la negociación que se lleva en La Habana.

Sorprendentemente para algunos, para muchos diría, esos resultados son poco. ¡Que no haya más muertes violentas por cuenta del conflicto, que no haya más secuestrados, que se pueda transitar por las carreteras y caminos con tranquilidad, que no recluten más menores, que no haya más víctimas después de haber tenido décadas de asesinatos, secuestros, mutilaciones, desplazamiento no parece mucho!.

El periodista que redactó la nota en la que daba cuenta de la primera reunión preparatoria de las acciones del posconflicto entre el Ministro consejero Rafael Pardo y las autoridades regionales y locales dijo que quizás con ese trabajo se pretendía atender la crítica de que a pesar de lo que se ha dicho de que la paz es territorial “los resultados hasta ahora logrados se han sentido poco”. ¡Vaya, vaya!, en el Cauca, uno de los departamentos más afectados, ¡a algunos les parece poco que no haya habido ataques de las Farc en los ultimos seis meses!

Que haya gente que diga que los resultados del proceso de La Habana se han sentido poco en el Cauca y que el periodista repita la afirmación en forma espontánea muestra que se ha perdido el sentido de las proporciones y que por cuenta de los opositores al proceso se ha perdido el norte.

El primer propósito de la negociación que adelanta el Gobierno y las Farc es que la guerrilla se acabe, que deje de delinquir, que deje de asesinar, de secuestrar, de lanzar explosivos y claro también de extorsionar y de narcotraficar, actividades en las que persisten a pesar del proceso de La Habana pero que tendrán que dejar definitivamente el día que se firme un acuerdo final. Lo que está en juego es si las Farc dejan de existir o si por el contrario se mantienen.

Paradójicamente si los opositores al proceso tienen éxito, es decir, si consiguen que el proceso se rompa sin un acuerdo definitivo o que si se firma la mayoría de los colombianos no lo ratifiquen o que alguna Corte –por razones jurídicas- diga que el acuerdo no es posible, asegurarán que tengamos Farc por algún tiempo más. ¿Cuánto? No sabemos, ni después de cuantos muertos más.

Al contrario, si se firma el acuerdo y se puede poner en práctica, el primer resultado seguro es que se acaban las Farc. Seguro habrá disidentes, seguro habrá otros que quieran seguir con el negocio del narcotráfico, pero las Farc como grupo armado ya no existirá y que esos riesgos no ocurran no dependerá de lo que se firme en Cuba sino de lo que los colombianos seamos capaces de hacer después. Ya sin Farc, es a nosotros como sociedad no a los negociadores, a los que nos corresponde garantizar que no haya nuevas violencias.

Para algunos, para muchos diría, pareciera que el hecho de que desaparezcan las Farc es poco y les parece que el costo que hay que pagar para lograrlo es impagable. Les parece poco que no haya habido muertos por el conflicto y esperan que haya mucho: carreteras o anuncios de inversión, por ejemplo.

Pues no, no es poco. Que después de cincuenta años las Farc dejen de cometer tropelías es mucho. Eso no lo habíamos logrado antes con ningún método, ni con los intentos de negociación anterior, ni con las declaratorias de guerra. Durante el Gobierno del ex presidente Álvaro Uribe la mayoría de los colombianos le dieron casi carta blanca para usar la fuerza para tratar de acabar con el conflicto y la guerra no solo no paró, sino que ningún miembro del secretariado de las Farc compareció ante un juez o pagó un solo día de cárcel. Si bien se abatieron un par, no puede ser que el gran resultado en más de sesenta años haya sido abatir dos o tres jefes de esa organización.

Mientras tanto el dolor de la guerra continuó con todos sus rigores y ahora que el conflicto “se ha detenido”, según los informes de los expertos y según lo que sienten los caucanos en los últimos meses, nos dicen que es poco. ¡No hay derecho!