Guido E. Enríquez Ruiz
ASOCIACION CAUCANA DE ESCRITORES
En 1944 el deán de la catedral de Popayán, Pbro. Emiliano López Terreros, hizo hacer una excavación en el piso de la Torre del Reloj y allí se encontró una placa de plomo en donde dice que “en el año del Señor de mil seiscientos ochenta y 30 de mayo, rigiendo la universal Iglesia nuestro santísimo padre Clemente X, reinando en las Españas don Carlos II, siendo obispo de Popayán el humildísimo e indigno don Cristóbal Bernaldo de Quirós, gobernando estos reinos del Perú y Tierra firme la Real Audiencia de los Reyes por muerte del excelentísimo señor Conde de Lemos y gobernador de esta provincia el maestre de campo don Gabriel Díaz de la Cuesta, capitán general de ellas, se dio principio a esta torre por el referido obispo que puso de su mano la primera piedra diciendo en honor de ella misa de pontifical al santísimo rey don Fernando y la dedica a su amantísima patrona y milagrosísima la Virgen soberana del Santísimo Rosario y el cordialisimo patriarca pontífice San Nicolás de Bari. DOM (Deo optimo maximo = al muy grande y muy buen Dios).
Esta sencilla edificación fue campanario de la segunda catedral que se levantó en Popayán, comenzada en 1594. Estructuralmente es un producto de la arquitectura almorávide que emplearon los musulmanes en los ochocientos años que ocuparon España y que, al respecto, ilustran por ejemplo la Giralda, de Sevilla, del siglo XII, alminar que fue de la Mezquita Mayor que construyera el monarca Auyacub Almanzur, de planta cuadrada y levantada en ladrillo como era costumbre de esta arquitectura y con ornamentación hecha en el mismo material de construcción; la llamada ahora de San Martín, en Teruel, también del siglo XII, y el minarete de la mezquita de los Omeyas, en Damasco, del siglo XIII. Aún es campanario la de Popayán aunque separada del actual edificio catedral, y se llama Torre del Reloj por el que se colocó en 1737 costeado por la familia Tovar y que probablemente era el único que por muchos años hubo en Popayán. Inicialmente la torre ”tenía tres cuerpos y remataba en una hermosa cúpula que habiendo sido destruída por el terremoto del 2 de febrero de 1736, se rebajó y redujo a dos cuerpos con el techo de teja, como se ve hoy”, dice el historiador payanés Manuel Antonio Bueno y Quijano (1808-1878). El terremoto de 1983 la dejó maltrecha y hubo de ser reparada con la colaboración de las empresas ACETAS LTDA y ASOCAÑA para fortalecer la estructura y embellecer su exterior.
Un simpático payanés Reinaldo Guzmán Velasco durante buenos años del siglo XX arreglaba el reloj de la Torre, cuando su vieja maquinaria fallaba, y calibraba sus pesas de piedra, que antes eran de plomo hasta que en 1814 Antonio Nariño saqueó Popayán y se las llevó y hubo que acondicionar dos piedras en su reemplazo. Reinaldo hacía este trabajo completamente gratis, con muy buena voluntad; pero en 1998 opinó la administración municipal de entonces que el reloj debía ser llevado a Londres, en donde otrora se hiciera, para ser reparado y reacondicionado ya que “se había parado”, como se dice popularmente. La operación costó unos buenos millones porque, de paso, viajaron a conocer Londres varios funcionarios de la administración en son de acompañar el reloj. La casa encargada de darle un “empujoncito” al reloj fue Gillet & Johnston (Croydon ltda). Pero unos pocos años después el reloj se volvió a parar y hubo que llamar a Reinaldo para que lo arreglara… ¡gratis!
Hace ya varios años, cuando en Popayán el pan costaba un centavo y los huevos dos, tocaba las campanas de la Torre Valdés, quien hablaba como si hiciera siglos que la visitara diariamente y contaba que de noche, a veces, las campanas sonaban solas y que allí habían sucedido cosas dignas de la historia y legendarios encantamientos. En varios días Valdés recorría las calles de Popayán realizando colectas en pro de la Torre en una hermosa bandeja de plata decorada con medallones de oro que ahora está en el Museo de Arte Religioso y nunca le robaron ni las monedas ni la bandeja O tempora, o mores, como decía Marco Tulio Cicerón hace ya más de dos mil años.
La Torre del Reloj es el símbolo principal de Popayán aunque no es un tesoro arquitectónico ni un objeto de gran elegancia. Juegan en esto la historia y el afecto. Cuando a comienzos del siglo XX se intentó demoler todo Popayán se opuso. Ojalá lo mismo hubiera pasado con la estación del ferrocarril. Pero cuando esto sucedió la ciudad ya se había empezado a descomponer. Hace días no veo la Torre del Reloj. No sé si también la habrá afectado el coronavirus, ahora que ya no existen ni el alcalde del viaje a Londres ni Reinaldo.