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    La reconfiguración del siglo XXI

    FRANCISCO PIEDRAHITA

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    El momento actual

    En lo que va corriendo del 2020 Anno Domini, nos parece que estamos viviendo sobre los diarios aconteceres que nos describe John Milton en su poema: “El paraíso perdido” a la capital del infierno Pandemónium; somos la generación que está asistiendo a la primer pandemia del siglo XXI con todo el rigor que el mundo puede llegar a vivir; de las acciones que nos está dejando esta época, es la cooperación a nivel científico, la open science, que nos dejó claro que el conocimiento no es fortaleza, pero compartir el conocimiento es poder, y eso nos ayudará a salir avante, no más abrazos de añil.

    San Policarpo, obispo de Esmirna, pronunciaba al cielo: Señor, vaya tiempo que me has dado para nacer; para Yuval Noah Harari, hoy considerado por muchos el historiador más influyente de nuestra época, ha venido explicando que nos encontramos frente a una disyuntiva, un camino bifurcado que vamos inevitablemente a recorrer, pero solo podemos hacerlo en uno de ellos, uno es a volver a repasar los viejos preceptos del nacionalismo y las fronteras cerradas o bien construiremos sobre un contrato social una nueva posibilidad de vivir donde primen las formas de solidaridad allende de las fronteras.

    Pero, lo que diferencia dejando huella imperecedera sobre las diferentes acciones de solidaridad que estamos viviendo, estamos convencidos, como lo refiere Harari, que lo que distingue a nuestra especie, que junto a la capacidad de comunicarse se manifiesta la capacidad de establecer lazos más allá del grupo familiar. La cooperación es un instinto de sobrevivencia, más allá de la fuerza o el poder, los que han superado los retos evolutivos e históricos han sido aquellos que han sabido cooperar.

    Es en estos días que estamos viviendo que nos demuestran que es el momento para estrechar esos lazos. Todos tenemos, conocemos o sabemos de grupos a los que pertenecemos o por lo menos los sabemos que están, de lo variado, ya sea una comunidad de fe, un equipo de deporte, un grupo con un hobby o nuestros compañeros de trabajo. Los incito a que contacten a estos conocidos, que les pregunten si necesitan ayuda. Es solo creando ecosistemas de ayuda mutua que se logra construir resiliencia.

    Yo dejo esta frase con la que coincido, es de quién es para mí una de las mejores escritoras que tiene hoy el Ecuador, Maite Galarza: “Como lo comentaban vehementemente Angela Davis o Rita Segato, se abre ahora una posibilidad de reemplazar esa vieja normalidad con un mundo de solidaridades extendidas donde la conciencia de nuestra mutua interdependencia material y afectiva incluya de manera central a la Tierra».