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    La plaza de Caldas

    HORACIO DORADO GÓMEZ

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    Llamada así la plaza principal de Popayán, en honor a Francisco José de Caldas prócer de la independencia, cuya estatua se erige en el centro del parque. Personas cercanas a Sebastían de Belalcázar fueron los encargados de gobernar a Popayán y de señalar los solares donde debían construir sus primeras casas los españoles que hasta entonces habitaban las chozas de los pubenenses. Diseñaron la plaza rodeda de los principales edificios, el Palacio Municipal, la sede del gobierno departamental y, la iglesia catedralicia de culto católico dedicada a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán. Quisieron además, que la plaza mayor estuviera rodeada de calles y caserones simbolizado por el trazado físico de un “tablero de ajedrez”.

    Rápidamente la sociedad colonial se organizó en una estructura jerárquica en que predominaba el modelo ideal de la conformación de dos “repúblicas”. La de los blancos en los núcleos urbanos ordenados en ciudades. Y otra, en villas y lugares para los indios y los negros, imponiendose el interés por cumplir normas y preceptos urbanísticos.

    El trazado resultante era bastante sencillo. Alrededor de la Plaza Mayor, que generalmente era una manzana vacía, empezaba la cuadrícula que servía de esquema para permitir la extensión de la ciudad en todas las direcciones, siguiendo la norma del año 1523, recogida en las ordenanzas de Felipe II, que textualmente ordenaba: “Que, aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma”. Se contemplaba que el modelo no se alteraría, ni siquiera por las dificultades del terreno. Simplemente las manzanas se cortaban para adaptar el borde de la ciudad a las formas irregulares de la naturaleza.

    A lo largo de toda su historia, Popayán no se ha caracterizado por el número de sus habitantes, sino por las actividades de los hombres que residen, por sus rasgos particulares de estatus económico, político, de sociabilidad y de cultura. La ciudad se ha diferenciado del medio que la circunda, y en éste, ella es el punto de residencia del poder. “El Estado crea la ciudad. Sobre la ciudad el Estado toma lugar”. Así fue como concedieron licencia y facultad para poder hacer en esta provincia una fortaleza en conveniencia para la defensa de los españoles que en ella residieran y, en la parte que mejor les pareciera.

    Debido a este carácter, la ciudad asumió el papel de ser un gran escenario donde se representaba el poder, y por ello el espacio urbano se dispuso de cierta manera. Por sus estructuras, la ciudad mostraba lo que se concebía como el orden: los ángulos rectos, las aguas canalizadas (para la gente de origen popular porque las personalidades tenían sus propios chorros de agua). Los emblemas como las plazas y las fuentes de agua, surgieron como las victorias de la cultura sobre la naturaleza. El esplendor de la vida urbana se proyectaba en el campo, el cual producía para la ciudad alimentos y materias primas, además de pagar impuestos. Esta riqueza se acumulaba en la ciudad. La ciudad atraía la opulencia y a los hombres que producían esta opulencia.



    Civilidad: Hablar de la Popayán que se nos fue, es alucinante.

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