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    La alegría de lo vivido y la emoción de que todo valió la pena

    HORACIO DORADO GÒMEZ

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    Desde que tengo uso de razón, conozco al ingeniero Jorge Campo, en la actividad deportiva, también milenaria del tiro al arco, cuyo objetivo es dar al centro de una diana de 122 centímetros, con diez círculos. A distancia de 70 metros de la diana con sus elementos principales, su arco recurvo y las flechas, este payanés de pura cepa ha triunfado muchas, muchísimas veces dando lustre a la amada Popayán. Esa desafiante tarea de atinarle al pequeño centro es el gusto (hobby) preferido con el que ha obtenido preseas, dando ejemplo a la juventud actual. Los años que tiene encima, no le hacen mella, al empoderamiento que le brinda su erguida postura, la firmeza que siente para mantenerse inmóvil, reteniendo la respiración con el arco abierto y ojo avizor para observar el objetivo a través de la mira; exhalar la respiración, en imperioso silencio sintiendo el placer de soltar apaciblemente la cuerda para escuchar el sonido que produce la flecha que sale disparada en forma veloz y, para finalmente gozar del “orgasmo” al saber el resultado de cada tiro. En ese deporte recreativo anda Jorge Campo lleno de vitalidad, con su sonrisa jovial de siempre, sobresaliendo como excelente deportista.

    Así transcurren para este arquero los días lejos de la monotonía. Con el sol calentando desde arriba o con la brisa fría del Puracé; presuroso camina las hidalgas calles de su ciudad natal sin respiro hacia la rutina de su trabajo. Admite estar de acuerdo con muchos de los ideales de nuestro acalorado país, pero fustigador de la antidemocracia, escribiendo, oponiéndose en las redes o discurseando en cualquier escenario público. Católico confeso, de ideología liberal hasta los tuétanos, infinitamente agradecido con todas las oportunidades que le brindó el partido en la época del Jefe Liberal, Víctor Mosquera Chaux. Concejal en repetidas ocasiones cuando era un honor serlo y sin honorarios; reconocido por la comunidad debido a su amplio espíritu solidario, demostrado en las catástrofes como el terremoto de 1983, poniendo su equipo, maquinaria al servicio de las comunidades. Nunca se ha sentido discriminado, ni nada por el estilo, al contrario, conmovido por las distinciones, condecoraciones y medallas concedidas durante su trayectoria al servicio del desarrollo, local, departamental y nacional, desde mucho antes de graduarse en la Universidad del Cauca, cuando aprendió de sus progenitores forjadores de empresas que le imprimieron desarrollo a Popayán, desde la firma ‘Campo Hermanos’.

    Dirigió y participó en la ingeniería civil de importantes proyectos, que por espacio omito en esta columna. Este veterano ingeniero y líder cívico en su tiempo pudo haber ocupado cargos de representación popular porque, representa como pocos la idiosincrasia de su comarca y la conoce muy bien, lo cual le da autoridad, capacidad de gestión y, confianza permitiéndole moverse entre los distintos sectores de la sociedad. Su cercanía con los intereses locales se debe, a que la mayor parte de su vida, incluyendo su formación académica, la ha desarrollado en su tierra natal. Amante del mayor tesoro de su vida, la licenciada Berta Zarzosa, a quien cuida con cariño adornada de hijos y nietos.