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    Hoy es un día distinto

    HORACIO DORADO GÓMEZ

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    Este escrito para divulgar a mis leyentes, bellos días que nunca volverán. Desde la escuela pública, cuando se ingresaba a ella a los siete años, edad en que los niños alcanzan el “uso de la razón”, claves en el desarrollo de la persona, y que, según los estudiosos, el niño, deja de tener pensamientos mágicos para regirse por la lógica.

    Durante esa etapa evolutiva de la infancia, mi contacto con el mundo estuvo compuesto de una sensibilidad más libre, pues, acariciaba sin ningún problema a los animales, comía las plantas, agarraba tierra entre mis manos, todo sin ningún temor, conociendo el uso social de los objetos. Vivía, entonces, en un sentido muy grande de unidad con lo que existía. Razón tiene Herman Hesse, Premio Nobel de literatura cuando afirma: “Dadme los primeros seis años en la vida de un niño y os regalo el resto”.

    Los cimientos de aprendizaje, me los transmitió mi adorable madre, pues, a mitad del siglo pasado no existían colegios que se dedicaran a atender exclusivamente a niños en edad preescolar, pre kínder y kínder. La enseñanza infantil de aquel tiempo, se reducía a los estrechos márgenes de la familia. Fue entonces, la incorporación de la mujer al trabajo productivo, el fenómeno histórico y social que trajo cambios en los hábitos de crianza, ante el abandono temporal de los hijos por parte de la madre trabajadora. De allí, la multiplicación establecimientos preescolares que entraron a resolver el cuidado y protección del niño en ausencia de la madre.

    Desde los pupitres de la escuela pública, me enseñaron a celebrar la fiesta en honor de todas las madres con carácter religioso que luego, terminó siendo un modelo de fiesta más comercial, tal como sucede con papá Noel y Halloween para meternos en el consumo excesivo e innecesario de bienes y productos. ¡Lástima grande! porque, es una jornada que sirve para gastar y comprar regalos, pero no para venerar realmente a la figura materna.

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    En tiempos idos, cuando se aproximaba el día más especial del año para las mamás, en la escuela nos preparaban para esta fecha tan señalada en el calendario. Era un día exclusivo para demostrar a nuestras progenitoras que en realidad las queríamos, a través de pequeños pero significativos regalos elaborados con nuestras propias manos, con grandes dosis de cariño. En esa época enseñaban trabajos manuales, agricultura, ética, urbanidad y civismo. Era pues, una buena opción para desarrollar la creatividad con actividades que promovían la libertad de expresión, la poesía, la declamación y, el emprendimiento, potenciando la capacidad creativa y la imaginación, como auténticos tesoros de la juventud.

    Ya, durante la celebración del Día de la Madre, en un bello escenario, los alumnos uniformados de paño negro y corbata. Los niños que teníamos el privilegio de tener la madre viva, lucíamos en el ojal del saco, un clavel rojo; y quienes la habían perdido, uno blanco. No podía faltar el sainete con un fuerte tinte humorístico que reflejaba ideas y costumbres populares. Declamábamos poesía alusiva a la madre, además un valor documental mostrando fielmente cómo vivía y pensaba la sociedad, sobre todo, expresando la importancia de identificarse con la patria y unirse a ella, en fervor nacionalista. Mucho nos insistían por el respeto en, “edad, dignidad y gobierno”. Al finalizar, una serenata musical al son de un trío de guitarras, entonando lindas canciones colombianas y desde luego, las alusivas a la celebración de las madres. Las agasajadas mamás emperifolladas, hermosas todas ellas, henchidas de emoción, aplaudían, confundiéndose en abrazos, besando y apretujando a sus hijos.

    Hoy es un día distinto. Ante las adversidades que estamos pasando, debemos aprovecharlo para fomentar la unión familiar. En estos momentos de crisis, la imaginación es más importante que el mercantilismo. Es un día distinto, es la ocasión perfecta para pasar un verdadero Día de la Madre, en familia, rodeando, amando y consintiendo a ese ser tan idolatrado. Nunca como hoy juntos, unidos en amor maternal. Por primera vez el mundo en familia, tiene la ocasión de abrazar a la angelical figura de la Madre.

    Hoy es un día distinto. Podíamos ensayar a cocinar en unión. Aunque parezca una locura, hoy podemos poner en práctica las dotes culinarias de los hijos en su propia casa, pasándola en grande, desatando la aptitud culinaria sin correr ningún riesgo. Al menos, de nuestras manos, ¡un postre para celebrar el Día de la Madre!

    Este escrito, en memoria de las dos mujeres más importantes de mi vida. A mi Mamá Josefina, que vivió y luchó por mi existencia, a quien le atribuyo lo que soy. Y a mi esposa Alix, que hoy no está presente en este día, pero que me apoyó en momentos difíciles y alegres de mi vida. Hoy es un día distinto porque ahora ellas descansan al lado de Dios, pero siguen vivas en mi recuerdo.

    Civilidad: ¡Feliz día, adorables Madres!

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