El teléfono de doña Florinda

HAROLD MOSQUERA RIVAS

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Empezando la década de los setenta, doña Florinda Rodríguez de Clavijo fue la primera vecina de nuestro barrio San Luís, que compró el derecho de uso de una línea de teléfono fijo. Fue una verdadera novedad conocer ese aparato de color naranja que permitía tener comunicaciones telefónicas con familiares y amigos que se encontraban en otras ciudades de Colombia y en otros países. A cualquier hora del día salía uno de los 3 hijos de doña Florinda gritando: doña María, teléfono, la llaman de Quibdó, Don Misael, teléfono, llamada de Neiva. Y los destinatarios de las llamadas salían corriendo hacia la casa de los Clavijo Rodríguez para atender la misma, que casi siempre era para comunicar la muerte de algún familiar o alguna otra calamidad, pues el teléfono fijo de doña Florinda, solo podía utilizarse para cosas importantes y por tiempo breve, ya que era el único disponible para todos los vecinos de la cuadra.

A través de ese teléfono llegaban las noticias de los parientes que se habían ido a Venezuela en busca de trabajo y bienestar, llamaban desde Estados Unidos y España, que eran destinos comunes de los inmigrantes del barrio. Era un solo teléfono para 48 familias y en medio de las limitaciones, disfrutábamos de ese servicio esencial para el vecindario. Solo se podían recibir llamadas, pues bajo ninguna circunstancia doña Florinda prestaba su teléfono para que alguien realizara llamadas locales o de larga distancia. Hoy esa telefonía fija que fuera tan trascendental en las vidas de los habitantes de barrios populares de nuestro país, ha sido desplazada por la telefonía celular, ya los teléfonos fijos son piezas de museo y las empresas locales que prestan esos servicios, han sido desplazadas por las multinacionales de las telecomunicaciones cuyos propietarios son las personas más ricas del mundo.

En nuestra cuadra de 48 familias hoy contamos 230 teléfonos celulares, que acaban con la unidad familiar, que obnubilan a los jóvenes cuando a través de ellos pueden comunicarse con sus amigos, jugar con personas en cualquier lugar del mundo y hasta observar videos y fotos llegadas desde lugares distantes. Teléfonos que facilitan descubrir las infidelidades de los amantes, los secretos de los estudiantes y hasta los ilícitos de los delincuentes. Teléfonos que llevar a evocar con nostalgia los tiempos del teléfono de doña Florinda.

En Popayán fue la empresa de Telecomunicaciones Emtel la encargada por años de prestar el servicio de telefonía fija. Pero con la llegada de la telefonía celular, la situación de la empresa se fue agravando hasta llevar a los límites de la inviabilidad.

Esta situación forma parte de las razones por las cuales el alcalde César Cristian Gómez decidió a través de diferentes convenios, ajenos todos al servicio de telefonía fija, evitar la liquidación de Emtel. Más allá de la discusión legal sobre si podía hacerlo o no, los trabajadores de Emtel son testigos de excepción de que esos convenios tuvieron como propósito esencial, garantizar a la empresa el ingreso de recursos que evitaran su liquidación, pues bien hubiese podido el Municipio contratar los servicios objeto de convenios directamente con terceros a través de licitaciones públicas, pero en ese caso, sin lugar a dudas la liquidación de Emtel ya habría tenido lugar y los trabajadores de la empresa, como el teléfono de doña Florinda, correrían el riesgo de ser convertidos en piezas de museo, antes del recibir su merecida pensión de vejez.