Gobernabilidades conservadoras

ROBERTO RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ

[email protected]

Escribíamos sobre las gobernabilidades conservadoras mirándolas como posturas políticas anti-modernistas y contra-revolucionarias, que defienden unos intereses económicos elitistas apoyados en discursos patrióticos y moralistas, con mayores o menores mecanismos violentos.

En la historia de Colombia hemos tenido muchos momentos en que hemos podido apreciar los criterios de estas gobernabilidades en acción, con muy pocos logros y gran cantidad de perjuicios causados. Prometíamos unos ejemplos que aquí van, esperando que nos comenten muchos otros.

En primer lugar, pensar y trabajar “siguiendo las lógicas del comportamiento de los capitales” es lo que todos hemos notado en las competencias inhumanas por los contratos del Estado para la realización de obras y programas oficiales. Imperan allí todo tipo de corrupciones y violencias propias de los negocios con gremios y élites nacionales y extranjeras, que dicen “defender la democracia” pero no dudan en engañar y manipular a sus propias instituciones y conciudadanos.

Igualmente las visiones conservadoras y fascistas se ejemplifican con la acción acosadora de los bancos frente a sus deudores. En años recientes se persiguió con saña a quienes hicieron préstamos para comprar viviendas “upaquizadas”, y hoy se continúa ahorcando económicamente a quienes aparecen como “reportados a las centrales de riesgo financiero”. Todo ello niega muchos derechos.

Segundo, la llamada “defensa de la confianza inversionista”, es decir, la reproducción de las condiciones favorables a los grandes negocios, ha sido casi que el único contenido de los planes nacionales de desarrollo de los últimos gobiernos. Se trata de la idea de garantizar las ganancias de los macroproyectos y de los agronegocios, que nos llevan a perder nuestros recursos naturales y las estabilidades de nuestros ecosistemas.

Tercero, cuando las gobernabilidades conservadoras hablan del “carácter republicano”, como por ejemplo cuando la Constitución del 91 menciona “el respeto al principio de legalidad” y al “principio de autoridad”, lo que están planteando es la construcción de un Estado y una Sociedad que brinde seguridades y continuidades a los poderes que hoy existen, sin mayores modificaciones. Si las legislaciones y los funcionarios no cayeran en los abusos, y si no existieran las impunidades, todo sería perfecto, pero esa es la excepción a la regla general. No aparecen por ninguna parte los ciudadanos virtuosos.

Cuarto, con los conservadurismos se protege a gremios y élites poderosas, como cuando los gobernantes han ordenado la reducción de los impuestos a los empresarios y al tiempo el aumento de esos impuestos a las clases medias y populares, prácticas en las que han sostenido todos los gobiernos colombianos de todas las épocas. Igual, cuando se hacen cambios en las cotidianidades muy seguramente detrás de todo existe un contrato que beneficia a alguna firma cercana a los gobernantes. “Ello ha sido siempre así” decía algún analista, pero eso solo ha significado eternizar las corrupciones.

Quinto, una clara definición conservadora – fascista es la defensa de los neo-colonialismos, prácticas geopolíticas dirigidas a la conquista de mercados, a la globalización de los grandes negocios, y al control de los recursos naturales y de las culturas diversas, todo en beneficio de los inversionistas internacionales y de las élites locales. Ya no se colonizan territorios, hoy se imponen medidas económicas para ejercer los controles económicos, políticos y militares. El ejemplo mas claro es el de la postura de los Estados Unidos y sus aliados frente a Venezuela. Pero abundan ejemplos de neo-colonialismo en América Latina, Colombia es otro ejemplo real.