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    Germán Mendoza: el costeño bacán

    Ese era el MONO GERMAN, el costeño bacán, pero con un cúmulo de sabiduría en el periodismo, con una pasmosa tranquilidad…

    Por Olmedo Guaca Timaná

    Germán Mendoza dejó grandes experiencias y enseñanzas en Popayán cuando dirigió el diario EL LIBERAL. / Suministrada – El Nuevo Liberal

    Por allá en los ochenta fui llamado como redactor de EL LIBERAL. Era mi primera vez que ingresaba al periódico me recibió un mono alto, mechudo, ojos azules, con chanclas y manos huesudas con dedos largos, una camisa grande desfajada y unos jeanes azules descoloridos. Me dio la mano y me habló un poco de cosas a las cuales tuve dificultad para comprender, de todas maneras surgió una fluída conversación poco a poco. “ando en chanclas”, me dijo, Yo miré a sus pies: Cada quien tiene su estilo para estar cómodo- le respondí.

    Luego supe que “andar en chanclas” era andar sin dinero y faltaban tres días para la quincena según me explicaron. Luego: “Buque la noticia, pero que sea cipote e noticia”, “No e vaya a enculecar con lo político”, esta fue la primera lección que recibí del costeño y se refería a que debía buscar buenas, excelentes noticias y que no me fuera a dejar mamar gallo de los políticos. “Eso mane-los políticos- le sacan el cuerpo y cuando preguntas de cosa que no le gusta te maman gallo. ¿Qué hace tú?, sacarle la piedra con preguntas chimba y directa o atácalos con la misma pregunta de otra forma”.

    Con el tiempo nos sintonizamos y luego del saludo y reunión sagrada o consejo de redacción a las 9 de la mañana, me tocaba el hombro y me decía: “Bueno bacán, vaya por lo bochinche a veces por la buena otras emberracao pero buque siempre bueno bochinche. Ah no se olvide de siempre confirmar la cosa y no se vaya a cagar”. Sencillas lecciones de buscar siempre buenas noticias, no cagarse, es decir no tenerle miedo a nadie, enfrentar a quien fuera porque esa era la profesión: preguntar, auscultar, investigar, o como él decía:” Quien no joe está cagao”. “Ojo pelao, no te olvides de confirmar hasta lo ma chiquitico que parezca. No puedes estar luego retificando y por ahí te acaban y pierde tu credibilidad y eso e el desastre”

    Cuando leía mis informes, decía: “ajá, ajá, bacán la sacaste”, cuando descubrí los negocios del IDEMA en algunos municipios que como a los maiceros de Mercaderes los arruinó con un negocio redondo de no comprarles los productos sino que los canjeaban con productos agroindustriales, ropa y otros cachivaches a costos altos mientras le ponían costos bajos al maíz o simplemente les canjeaban el sudor de su trabajo. Así quebraron al municipio primer maicero de Colombia.

    “Ajá, ajá, pelao” decía otro día que descubrimos la industria paralela de aguardiente caucano en un municipio cercano y que sacaban de la factoría en forma ilegal garrafones de insumos, sellos y tapas para contrabandear y lucrarse un pull de falsificadores con el apoyo de adentro de la licorera.

    “Eto está bueno pelao, seguí sin cagarte”, me dijo. Ibamos un día por el parque de Caldas y exclamó: “¡Cipote, qué bollo!”, quedó mirando una rubia de ojos verdes, cabello largo y tornados muslos, porque estaba de moda la minifalda. Traduje el mensaje y también me dije: Cipote de bollo.

    Ese era el MONO GERMAN, el costeño bacán, pero con un cúmulo de sabiduría en el periodismo, con una pasmosa tranquilidad, no hacía notar que era el superior: desparramado, mechudo, tranquilo, pero contundente en el trabajo, serio, exigente y cada día dejaba una lección sobre el trabajo, la reportería como él decía: “Los cargaladrillos” y si, la reportería es lo máximo en el periodismo.

    Hay muchas anécdotas, enseñanzas que serían muy útiles aún en nuestro tiempo de crisis ética, de objetividad, de grandes vacíos en la bella profesión. Porque hoy ya cualquiera es periodista y por lo tanto mil gracias a este costeño bacán que dejó grandes huellas en su paso. “Tómela suave”.