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    Gaitán, ‘guerra fría’, cumbre en Panamá

    FELIPE SOLARTE NATES

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    El 9 de abril de 1948, cuando en Bogotá se celebraba la primera cumbre interamericana de cancilleres, con la presencia del general Marshall, fue asesinado el dirigente liberal Jorge Eliecer Gaitán, el primero en el continente, de ideas y programas marcadamente socialistas, en temas como las reformas Agraria, Industrial, Bancaria, fomento a formas cooperativas y comunitarias de propiedad, producción, democratización del acceso a la educación, salud, vivienda, etc, con gran apoyo popular y posibilidades de ganar unas elecciones.

    El magnicidio oficialmente inauguró el periodo de la ‘violencia’ liberal-conservadora, arrasó gran parte del viejo centro de la capital y fue cometido al año en que se declarara la ‘guerra fría’ entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, sus países satélites de Europa oriental y los ‘aliados’ encabezados por los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, después que en 1945 derrotaron a las naciones del ‘eje’: la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperial.

    Recién terminada la Segunda Guerra Mundial con el reacomodo de la geopolítica en los dos grandes bloques: capitalista y comunista, en esa época los Estados Unidos y la URSS, no sólo iniciaron una acelerada carrera armamentista convencional y nuclear que aterrorizaron al mundo, por temor al apocalipsis. También fortalecieron sus servicios de inteligencia, acciones encubiertas de crímenes, sabotaje y espionaje, con las recién creada CIA, en los Estados Unidos y la KGB, en la Unión Soviética y desplegaron una ofensiva diplomática mundial para asegurar aliados, entre cuyas políticas de parte de los Estados Unidos, fueron enmarcados: “El Plan Marshall”, para reconstruir las ciudades y economías de Alemania occidental, y aliados europeos devastados por la guerra, y en nuestro continente, la promoción de la Conferencia Interamericana de Cancilleres, celebraba en Bogotá, en abril de 1948, cuando sentaron las bases de la Organización de Estados Americanos, OEA, bajo la financiación y orientación ideológica de los Estados Unidos y que en 1961 en la Conferencia de Punta del Este, Uruguay, expulsó al gobierno socialista de Cuba, cuya delegación fue presidida por el Che Guevara.

    67 años después del asesinato de Gaitán, coincidencialmente se celebra en la desarraigada hija colombiana de Panamá, una cumbre Interamericana de 35 jefes de Estado y paralelamente de organizaciones sociales disidentes; pero en condiciones geopolíticas totalmente diferentes. Con el derrumbamiento de la ‘cortina de hierro’ comunista a partir de la caída del muro de Berlín, en 1989, ya no existe la ‘guerra fría’ en los términos tradicionales, al desaparecer la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; pero, su cabeza, Rusia, intenta reverdecer laureles recuperando su influencia e invadiendo territorios vecinos de importancia estratégica como la península de Crimea que le garantiza acceso al Mar Negro, donde está la mayoría de su poderosa fuerza naval y otras regiones fronterizas del granero de Ucrania. Además la ofensiva diplomática rusa no sólo actúa en el medio oriente en países como Siria e Irán. Osadamente se ha extendido al ‘patio trasero’ de los Estados Unidos, no sólo con la tradicional presencia en Cuba y Nicaragua sino fortaleciendo vínculos diplomáticos, comerciales y militares con la República Bolivariana de Venezuela, que en el gobierno de Chávez, le compró armamento por más de 5.000 millones dólares, se acercó a la China e Irán y a nivel continental agenció una agresiva política para debilitar la influencia norteamericana entre los países de creciente tendencia socialista, al promover la creación de la Unasur, el Alba, Petrocaribe, la Celac y debilitando a la OEA a la que peyorativamente tildaron de “Ministerio de Colonias de los Estados Unidos”.

    El primer presidente negro y demócrata de los Estados Unidos, en vísperas de la cumbre de Panamá, jugó su política diplomática en la región a dos bandas. Por un lado inició negociaciones para restablecer relaciones diplomáticas con Cuba y suspender el bloqueo económico de más de 50 años y por el otro declaró a Venezuela como un peligro para la seguridad de los Estados Unidos y demás países de la región, lo que generó gran rechazo no sólo entre adeptos al régimen bolivariano, sino entre la mayoría de países de la región que cuestionan la política “imperialista y neoliberal” agenciada durante décadas por los norteamericanos.

    Paralelamente a la cumbre, un grupo superior a 20 ex-presidentes iberoamericanos, de tendencia conservadora promovieron una campaña contra el gobierno de Maduro “por su política económica y de persecución a la oposición, libertad de prensa y abolición de fronteras entre los poderes: ejecutivo, judicial y legislativo”.

    En la cumbre panameña, el proceso de paz colombiano ha recibido apoyo unánime de países de la región.

    El magnicidio de Gaitán, en abril de 1948, inauguró en Colombia la impunidad para los que décadas después se cometieron contra presidenciables como los izquierdistas Pardo Leal, Pizarro y Jaramillo Ossa, el liberal Luis Carlos Galán y el conservador Álvaro Gómez.