Fe en la paz

RODRIGO SOLARTE

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Esta transición de la sociedad colombiana, facilitada por los acuerdos logrados a través del diálogo para privilegiar el voto democrático de las y los ciudadanos, con el fin de abordar y encontrar salidas consensuadas a las situaciones estructurales que motivaron la vía armada en búsqueda de mejores condiciones de vida, ideológicamente sustentadas, continuará hacia adelante, por las fe, que espiritualmente le pongamos, y las decisiones integrales que políticamente decidamos, la gran mayoría de colombianos.

Dichas decisiones políticas se vienen construyendo desde la plural constitución del 91, que desde entonces ha resistido ataques de toda índole, a lo democrático participativo de sus orientadores enunciados, entre los cuales está el considerar LA PAZ como un derecho y deber de obligatorio cumplimiento por todas y todos, sin distinción de clases sociales, credos, etnias, culturas, regiones, y posiciones políticas.

La memoria histórica generacional que ha de trasmitirse a las actuales y nuevas generaciones con toda la diversidad representativa del ser colombianos, mostrará la verdad de lo vivido, principalmente por las víctimas y mártires, que siguen aumentando con el asesinato de líderes defensores e impulsores de los derechos humanos, a la tierra y medio ambiente en general.

La civilización judeocristiana que dividió la historia en un antes y después de Cristo, ha tenido también sus ciclos de ataques, aceptaciones y progresos, manteniendo los dogmas fundacionales, utilizados por la diversidad humana que representamos, civilizadamente o no, de acuerdo a los valores éticos y morales aceptados, tergiversados, o utilizados por los diferentes grupos de poder económico y político en una concreta colectividad o sociedad.

Tenemos fe, de que las sin salida no existen, cuando hay conciencia, voluntad y decisión de superar las situaciones que afecten las positivas condiciones de vida integral, esto es, material y espiritual.

Nuestro instinto natural de conservar la vida, incluye la paz interior lograda por ejemplo, por la solidaridad, el compartir, el trabajo en equipo por objetivos comunes, la responsabilidad de madres y padres con hijas e hijos, semejantes y demás seres vivos, creados y/o transformados por la evolución de la materia, relación de FE y Ciencia, integrantes de la realidad humana y natural que percibimos.

La paz colectiva, se construye en las sociedades democráticas o que aspiran a construirla, por lo que el constituyente primario o participante en la escogencia y elección de sus orientadores y ejecutores en los diferentes niveles del poder político, decida con conciencia informada y crítico constructiva de los planes y proyectos con la financiación, que sin corrupción, podrá realizarse, en el período o tiempo que se decida, llegando hasta políticas de Estado para dar prioridad a la vida, la paz con justicia social, pluralidad para lo público y privado, equidad, dignidad y amor constructor de la paz interior y colectiva, a la que se aspira como sociedad civilizada e ilustrada, humana y científicamente.

Que estos períodos de reflexión, meditación y autocrítica, personal, familiar, laboral y ciudadana, no sean solo ocasionales para poder seguir en las mismas, resignados a que, los de siempre, habituados a decidir por nosotros pero pensando, solo en sus intereses, lo sigan haciendo. Es este un fundamental factor para que la FE EN LA PAZ se vaya convirtiendo en vivencia cotidiana, no solo de quienes aspiran seguir detentando el poder económico y político, sin importar la vida de los demás. Es mucho soñar pero ya se ha comenzado.