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    “Es importante leer poesía como es importante respirar”

    Para Juan Manuel Roca, la poesía no es un género literario sino una forma de ser y andar por el mundo. Este escritor mira a la calle como la escuela predilecta, a las personas como el mejor noticiero y la noche como el espacio adecuado para la reflexión. Roca es uno de los escritores invitados a participar de <

    Por: Olga Lucía Volverás Ocampo

    ‘Periodista Popayán Ciudad Libro’

    Sueño

    El sol fulge entre la fronda /Donde los niños duermen /Y cruza bostezando un ángel rojo. /Lejos, los patios de vecindad se llenan /De gentes que remiendan el aire /Con la aguja de su parla rumorosa. /Alguien siembra un cortejo de astros. /Entre sagrados juegos /Y blancas catacumbas, /Tú y yo: crisálidas de viento. /

    Juan Manuel Roca

    Para Juan Manuel Roca la imaginación es fundamental en la poesía. Un niño que es fiel a la realidad es un niño muerto para la poesía. Foto tomada de: http://silaba.com.co/perfil_autor/juan-manuel-roca/

    Luis Vidales en Clave de Morse de Juan Manuel Roca y Antonio Samudio es una publicación de Ediciones Arte Dos Gráfico, realizada en conmemoración de quien falleció en 1990.

    ‘Esa maldita costumbre de morir’ fue finalista en el Premio de Novela Rómulo Gallegos – Venezuela.

    ‘Biografía de Nadie’ es la selección personal de una obra poética llena de imaginación y conciencia crítica iniciada con Memoria del agua en 1973 y consolidada a lo largo de su obra.

    ‘Las plagas secretas y otros cuentos’ mereció el Premio Nacional de Cuento Universidad de Antioquia en el 2000, y lo otorgó jurado conformado por Fernando Cruz Kronfly, Roberto Burgos Cantor y Mario Jursich.

    ‘Asedios de la palabra’ es titulado así porque según Roca, un poeta es asediado por la palabra, pero también asedia a la palabra.

    ‘Tres caras de la luna’ es una reedición de sus primeros libros: Luna de ciegos, Los ladrones nocturnos y Ciudadano de la noche, considerados por la crítica como su consolidación dentro de la poesía en Colombia.

    Vestido de gabán, sombrero y bufanda se puede ver a Juan Manuel Roca por las calles de Bogotá. Este escritor nacido Medellín en 1946, creció acompañado de la música de grandes cantantes de boleros como Beny Moré, Lucho Bermudez y Rolando Laserie, entre otros. Roca recuerda que en su infancia viajaba con frecuencia al municipio de Cisneros, y en cada recorrido descubría algo nuevo, así lo afirma él: “en esa casa ocurrían paisajes, que empezaban a pasar postes del telégrafo, ganado, ríos, naranjales, quebradas, otros puentes y otros trenes, como si uno entrara a una proyección de cine”.

    Fueron precisamente este tipo de imágenes las que lo llevaron a transformar el lenguaje y la poesía a través de la imaginación. Roca es tal vez uno de los poetas más importantes del país, pues llevó a la poesía colombiana a un punto muy distanciado de lo que poetas tradicionales como León de Greiff, Aurelio Arturo o Darío Jaramillo Agudelo habían hecho. Roca pertenece a la llamada “Generación desencantada”, sin embargo, él cree que ha sido mal nombrada y propone llamarla <>, “no estamos exiliados, pero sí vivimos un exilio interior”.

    Su primera conexión con un escritor se produjo cuando finalizaba de cursar su bachillerato, aunque siempre hubo la presencia de libros en casa, puesto que su papá era escritor, fue gracias a su tío, el poeta Luis Vidales, que conoció la obra de César Vallejo. Así lo narra Roca: “Yo quería ser César Vallejo, pero un día me miré al espejo y dije: no soy cholo, no tengo el dolor andino de Vallejo. Uno puede ser mimético y convertirse en Neruda u otros poetas que son fácilmente repetibles, pero Vallejo es único: su forma de ver el mundo, su grado de ascetismo del lenguaje. Es un creador de atmósferas que es irrepetible, y aunque me parecía un poeta de difícil comprensión, eran precisamente sus ritmos los que quedaban resonando en mi de una manera un tanto irracional”.

    De hecho, el primer libro escrito por Roca, a principios de los setenta, no fue publicado, por el contrario, fue destruido por el mismo poeta porque percibió en el texto un intento de réplica de Vallejo. Es entonces en 1973 cuando este escritor antioqueño saca a la luz “Memoria del agua”, un libro en el que podría decirse que hace un bosquejo de elementos como el carácter elusivo del lenguaje, la preocupación por la imagen y la idea del ascetismo del lenguaje, que más adelante desarrollaría en el resto de su obra. En el 2013 Roca presentó su libro titulado ‘Tres caras de la luna’, una reedición de tres de sus primeros libros: Luna de ciegos, Los ladrones nocturnos y Ciudadano de la noche.

    La obra de Juan Manuel Roca se caracteriza no solo por la forma en que usa la ironía como humor, sino por el carácter político que esta tiene. Al respecto él asegura: “Un poeta no se mueve en un medio privativamente abstracto. La frase de Rimbaud, “Yo es otro”, me parece que abolió el yo individual y romántico de la poesía autorreferencial: yo sufro, yo gozo. Me interesa más la poesía cuando es preocupación, lo que me ocurre a mí en los demás, y que tiene un carácter necesariamente político. Yo fui muy refractario a la poesía excesivamente ideologizante, política, que habla de verdades absolutas, las cuales tienen un problema: son fácilmente compatibles desde las ideas, pero no necesariamente desde la estética. En la fallida poesía política de América Latina (con contadas excepciones, como ‘Poemas humanos’, de César Vallejo, y ‘Cosas maravillosas’, de Gonzalo Rojas), hay un cerco tremendo para que la expresión sea muy elemental y pobre, con poetas mediocres, pero muy exaltados porque hablan desde verdades compartibles fácilmente, como Mario Benedetti o Ernesto Cardenal”.

    Para Roca la poesía es la mayor de las artes escritas, tal vez la más riesgosa y la aventura más auténtica, pues un poeta duda siempre de la realidad y busca transformarla a través del lenguaje. El poeta es fundamentalmente un traductor, en principio de si mismo y luego de los demás. En un ensayo titulado “La poesía de lo visual”, publicado por Harvard Papers of Poetry Series, Roca expone una de sus tesis poéticas fundamentales: “Lo visual en la poesía, valga decirlo, no tiene únicamente que ver con la disposición tipográfica, aunque fuera tan esencial en los poemas de un gran visionario y vísionador del cubismo, Guillaume Apollínaire y sus Caligramas, sino, más allá de la piel, de la epidermis del lenguaje, en la capacidad evocadora”. Y sostiene que, “podemos comparar la mar con una carpintería, porque la garlopa arroja cantidades de viruta a las playas del mundo, pues la metáfora, que en griego quiere decir traslado, transporte, llevar de un lado a otro, de una realidad a otra, da a luz nuevas realidades”.