El precio de la soberbia

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El 18 de enero de este año publiqué en este diario una columna denominada “la hermana del senador”, tal vez la primera muestra de inconformismo por el nepotismo que se desprendía de la decisión del Senador Luis Fernando Velasco de lanzar como candidata a la alcaldía de Popayán a su hermana Jimena Velasco. Ese día pronostiqué que la candidatura de Jimena sería derrotada por el inconformismo del pueblo, ese día aseguré que el pueblo se revelaría ante esa decisión despótica de quien pasó de ser la cara del cambio para la región a convertirse en un representante más de las prácticas políticas que tanto tienen asqueado al departamento y a Popayán.

Hoy las elecciones me han dado la razón, la soberbia del Senador Velasco fue derrotada con una contundencia inimaginable. La gente, que no es boba, se reveló ante la imposición y eligió a Cesar Cristian Gómez, un candidato que pretendió el aval de Partidos Políticos tan diversos como El Centro Democrático, el Partido Liberal y Cambio Radical y que al final fue avalado nada más y nada menos que por el MAIS y la ASI con el decidido apoyo del Partido Conservador, un coctel político digno de ser recordado.

No creo que haya mucha gente que realmente crea que Cesar Cristian Gómez es el “Cambio para Popayán”, no lo creo porque sus voceros para hablar de cambio fueron algunos de los más tradicionales caciques de la región de todas las tendencias políticas. No creo que se pueda suponer que Cesar Cristian va a logra el “cambio para Popayán” cuando su fórmula para la gobernación era Felipe Muñoz. Pero bueno, ese no es el punto, de corazón espero que el nuevo alcalde electo no se deje capturar por los compromisos burocráticos y haga una alcaldía memorable.

Lo cierto es que la campaña se centró en el anti chupismo, se subrayó lo despótico de la candidatura de Jimena, se evidenció que Luis Fernando Velasco era realmente quien manejaba la campaña y que lo que pretendía era imponer a como diera lugar su voluntad, lo hicieron ver casi como un niño caprichoso que hace pataleta para conseguir su capricho. Lo que no previó el Senador era que ese tipo de actitudes enervan a la gente, que la opinión es cada vez más significativa en Popayán y que las maquinarias tienden cada vez más a revelarse a los líderes impopulares.

El sabor que queda en la boca es agridulce, si bien la democracia de la ciudad dio una muestra clara de madurez, resulta que la sacrificada terminó siendo la buena Jimena quien durante la campaña demostró que tiene madera para ser una gran alcaldesa, que conoce la forma en que funciona el ciclo presupuestal de Colombia, que sabe cómo se pueden captar recursos frescos para la ciudad a través de programas nacionales y de cooperación internacional, que demostró que en su cabeza cabe una Popayán grande y respetable.

Lo que ocurrió el pasado domingo fue un claro mandato popular, los políticos de la comarca pensarán ahora dos veces antes de imponernos candidatos cercanos a ellos pero ajenos a la ciudad, pensarán dos veces antes de confiarse en la docilidad de sus maquinarias. El problema no es que Jimena sea la hermana de Luis Fernando, el problema es que éste último quiso imponerla como alcaldesa por el simple hecho de ser su hermana y el pueblo payanes castigó su soberbia y le dio una lección que tal vez nunca se le olvide y que quizá echó al traste su aspiración presidencial e incluso su aspiración vicepresidencial.