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    El pan que une la mesa familiar en cuarentena

    Los panaderos, cumpliendo con las exigencias sanitarias siguen llevando el pan de cada día a las mesas.

    Jazmín Muñoz Yela

    En su mayoría llegan a domicilio a los hogares el pan que nos reunirá en la mesa. / Foto suministrada – El Nuevo Liberal.

    Recorriendo desde el sur al centro de la ciudad, mal contadas se pueden ver alrededor de quince panaderías en funcionamiento, unas más grandes que otras, todas siguen teniendo su clientela. Eso sí, su mejor herramienta

    en este momento son los domicilios.

    “Llevamos años viviendo de este negocio. Cuando se inició la cuarentena no abrimos por varios días, pero al ser parte del grupo primario que provee

    alimentos, entonces retomamos labores, eso sí cumpliendo con las normas exigidas y exagerando en el alistamiento, para que no se nos vaya a quedar en la multa el producido y poder seguir llevando los productos a nuestros clientes”, indicó una panadera del sector de El Dean.

    Y es que la necesidad de protegerse se une con la de tener alimentos para llevar al estómago cada día. Los productores de alimentos no han parado en su producción, pero si en la cantidad.

    “Antes hacíamos tortas, panes, galletas, teníamos un amplio surtido, pero ahora ha tocado reducir a menos de la mitad del producido diario, porque los compradores son en su mayoría clientes, porque los otros eran personas que transitaban por el sector diariamente a cumplir con sus deberes, pero afortunadamente lo poco del día nos alcana para comprar los elementos de la siguiente producción y algo de ganancia, eso en mi caso”, indicó un panadero cuyo negocio está en inmediaciones de la plaza de toros.

    Las ventanas ya no abren en su totalidad, las sillas y mesas están puestas contra las paredes o son usadas como herramientas para separar a la gente que acude a sus establecimientos. Ya no hay personas tomando café con pan en estos sitios, ya solo son el panadero y en algunas junto con un ayudante.

    A nosotros como propietarios todavía nos genera la panadería recursos, pero a aquellos que trabajaban con nosotros en turnos ya no. Es muy difícil pagarle un día a una persona para que haga una labor que, como están las cosas, las puedo hacer yo solo. Al ayudante no lo volví a llamar, porque no tengo para pagarle el día”, agregó un panadero de Las Américas.

    Así ellos siguen trabajando, llevándole el infaltable pan a las mesas de estos sectores de Popayán, esperando que el delicioso olor del pan haga que se vuelvan a llenar sus negocios.

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