Profesor de la Universidad del Cauca
Las consecuencias que deja la pandemia en la economía del país deben preocuparnos, esto teniendo en cuenta que del total de empresas a nivel nacional el 92,8% esta conformado por microempresas y son precisamente estas quienes están sufriendo un mayor impacto, donde solo en Bogotá un estudio de ACOPI arrojó que el 19,12 % cerraran operaciones y las estimaciones de desempleo al finalizar el año 2020, están entre el 13% y 19%.
Lo anterior implica que el gobierno nacional debe tomar medidas extraordinarias, más allá de las que hasta ahora ha tomado, que permitan subsanar tales situaciones, es en este torbellino de actuaciones, algunas desesperadas, en que salen a relucir los programas de emprendimiento, ofertados por las instituciones públicas y privadas como la gran panacea para la recuperación de la economía y la generación de empleo. Es en este punto especialmente al que quiero referirme.
El concepto de emprendimiento tiene tantas acepciones como autores que se han referido al tema, una de las definiciones más representativa hace referencia a una forma de ser, pensar y actuar, es decir; el emprendedor debe poseer una serie de características personales que lo diferencien de los demás, entre ellas, la motivación, la persistencia, la disposición al riesgo, entre otras.
Sin embargo, la cuestión no está dada en el ser emprendedor per sé. Si en la estrategia del sistema dominante que ha posesionado, desde el discurso y las practicas, lo que hoy se denomina “el emprendimiento empresarial”, el cual está alineado al discurso modernizador y subordinado en función del capital es tomar un camino circular que no permite avanzar y ver más allá.
En el emprendimiento empresarial subyacen diferentes fenómenos que pasan desapercibidos por las mayorías quienes encaminan sus energías a generar mecanismos de subsistencia, sin embargo el emprendimiento esconde de tras de sí, una crisis capitalista estructural por la misma incapacidad del sistema en la generación de trabajo que obliga a los individuos a seudo-emprender, es decir, ser emprendedores por necesidad, definida esta, como la motivación resultante de la imposibilidad de ser absorbido por el mercado laboral y al no tener empleo, su única opción de generar ingresos es por medio de un emprendimiento, en el mismo sentido, el emprendimiento empresarial invisibiliza la situación precaria de los emprendedores y los hace responsables de su condición, exonerando la responsabilidad que tiene el sistema; por último, este tipo de emprendimiento al estar en función del capital contribuye a profundizar la grave crisis ambiental, toda vez que estos emprendimientos demandan ilimitada cantidad de recursos naturales en un planeta tierra precisamente con limitados recursos.
Todo lo anterior conlleva entonces a repensar el emprendimiento desde una concepción de la sostenibilidad, es decir generando un equilibrio entre la triada de lo social, ambiental y económico, satisfaciendo las necesidades del presente y garantizando las condiciones para el futuro.
Confiemos entonces que tras del virus venga un verdadero cambio, con una sociedad distinta, más justa, solidaria y por supuesto más emprendedora, en toda su extensión.
Este es un momento oportuno para vislumbrar los nuevos escenarios que depara el futuro global como resultado de la pandemia; es indudable que se avecinan cambios, especialmente en el comportamiento de las personas y eso implica entonces la generación de nuevos bienes y servicios ajustados a las necesidades, ya en contextos diferentes al nuestro empiezan a aparecer, por ejemplo: ascensores manipulados con los pies, retorna el autocine, cabinas personalizadas en los restaurantes, posicionamiento del teletrabajo y de las transacciones financieras de manera virtual, entre otras.