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    El Cauca náufrago

    GISELLE DELGADO

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    La realidad de este departamento genera sentimientos de miedo y desesperanza. A este Cauca poblado por indios, afros, blancos y mestizos, pareciera que una maldición lo confinara al conflicto eterno. Si a la predestinación le diéramos la seriedad esperada, sería fácil resignarnos; pero es mejor aterrizar en la cruda realidad de este departamento. Negar que el Cauca tiene líderes inteligentes es ser necio, no se trata de un atropello a personas, pero sí de exponer una verdad que se rumora en corrillos, pero que no se dice. En el departamento del Cauca hay hambre, analfabetismo, prostitución infantil, drogadicción prematura, alienación social y todos los males producto de una pobreza extrema. Si nos ubicamos en el aquí y en el ahora, es el más afectado por los resultados de un proceso de Paz sin estructura, sin convencimiento y sin rigor, ni remordimientos. Esto sucede porque el Cauca dejó de ser importante para la nación desde hace más de un siglo.

    Comencemos por hacer una revisión de la economía caucana. Desaparecieron los productos agropecuarios que en algún momento lo hicieron relevante, como el Café o la Ganadería. De esta producción ya no queda nada. El Cauca dejó de ser competitivo en la legalidad para ser un pionero en la producción económica ilegal a través del narcotráfico. ¡El narcotráfico y las mafias, hoy son los dueños verdaderos del Cauca! Se lo compartieron con los grupos guerrilleros, a quienes se los responsabilizaba de todos los males del país y del atraso social y económico histórico. Como consecuencia de este panorama, volvieron a explotar bombas en la carretera panamericana, cientos de líderes sociales asesinados y otra vez, nuevos desplazamientos.

    Ante este panorama lo más triste – y lo voy a decir con nombres propios: es que senadores que fueron vitalicios como Aurelio Iragorri marcaron la historia del Cauca con el vicio de la politiquería y sólo dejaron para el Cauca sus múltiples auto-condecoraciones. A este señor lo criticaron por esto. Y todo el mundo le aposto a cambiar la Cultura Política heredada atrás, desde el señor Víctor Mosquera a quienes de modo despectivo se les llamaba “caciques o gamonales”. Quienes en sus prácticas lo que hacían era tener grupoides empoderados que no respondían al Cauca sino a sus intereses propios y familiares. Entonces el Cauca construía la esperanza de crear nuevos líderes políticos y aparece una nueva generación, como una respuesta al cambio: uno de ellos Temístocles Ortega, a quien lo he visto con posiciones muy claras en los debates del Congreso de la Republica, posiciones que no me parecen coherentes con su actuar en la región; ya que hizo un especie de metamorfosis: Iragorri – Ortega, haciendo negociaciones en Cali y prácticamente repartiéndose el departamento por carteras, de acuerdo al valor de cada una de ellas. Se dividen el departamento como si fuera un rompecabezas o el tesoro de unos piratas. ¡Y no les da pena! Es tan así, que para las elecciones que vienen, ya se han hecho acuerdos de apoyos mutuos para seguir empobreciendo este miserable departamento y seguirse comiendo entre ellos las regalías, politiquiando con ellas; al igual que el asalto que vienen haciendo desde años atrás a los presupuestos de la Salud y de la Educación. Además, estos personajes que se denominan públicos han cogido la costumbre de discutir en Cali y desde allá, junto con vallunos y paisas ver como se reparten lo que queda del Cauca. Da tristeza ver ahora sentados a los que antes fueron contendores, manipulando para poner sus títeres en los cargos de Gobierno.

    Entonces no ha habido nunca un cambio entre generaciones pasadas y las que, se esperaba iban a cambiar al Cauca. En estas elecciones hay muchos candidatos capaces, que tienen todo el derecho a presentarse a, competir, y expresar sus propuestas. Pero ¿de qué les sirve? si ya hay una negociación hecha bajo la mesa para poner Gobernador y Alcalde. Esto es una forma suprema de la corrupción y los únicos que podemos derrotar esta corrupción: somos los caucanos. Si con un simple análisis de la realidad que vivimos, podemos quitarles de una vez la máscara y empoderar a quienes de verdad y honestamente le van a servir al Cauca, antes de que se sume entre las brasas de la Guerra. Sino hágase una simple pregunta; ¿Qué acceso tiene Usted para que sus hijos o familiares tengan un cargo? O ¿Qué tiene que hacer la gente? Más explícitamente: para que le den un contrato. Si tiene la respuesta adecuada, está confirmando lo que se dice en esta columna.