Editorial: Las expectativas por el Ministerio del Deporte

El país ha recibido la noticia, conocida la semana pasada, de la próxima creación del Ministerio del Deporte, una vieja esperanza que tenían especialmente los atletas que suelen representarnos en el exterior, que son quienes han experimentado la marcada inferioridad de condiciones de apoyo que padecen nuestros deportistas a la hora de medirse junto a la élite mundial en cualquier disciplina.

Es verdad sabida en Colombia, y que se replica para regiones como la nuestra, que la inmensa mayoría de quienes deciden hacer del deporte la actividad central de su vida terminan sucumbiendo a las circunstancias de miseria a las que se ven enfrentados, tanto en relación con la manera como tienen que vivir su experiencia físico atlética, como en su vida personal, que deben sacrificar muchas veces en aras de alcanzar los resultados deportivos que se les exige para triunfar.




De entre tantos miles de colombianos que viven esta realidad, solo un puñado logra llegar a la élite de las competencias mundiales y solo en uno que otro caso se alcanza el lugar más alto en un podio que reúne a atletas de inmejorables condiciones físicas, que tienen tras de sí una costosa organización estatal y privada que los apoya y los prepara permanentemente para obtener los triunfos que casi siempre alcanzan.

No es lo que sucede en Colombia, en donde la falta de apoyo a los deportistas hace que muchos de ellos abandonen el camino de la profesionalización y donde los triunfos que se han conseguido tienen tras de sí largas historias de sacrificios familiares y de apoyos privados en la gestión.

Por eso hay que ser mesurados en la esperanza que se forje sobre el Ministerio del Deporte, porque para que este dé el resultado que todos esperamos, no solo tiene que ser una estructura administrativa eficiente, austera y transparente que trabaje en pro de la actividad deportiva nacional con los presupuestos necesarios para alcanzar éxitos mundiales, sino que, por encima de todo, debe fijar para el deporte nacional una política de Estado clara, moderna y de vigencia en el largo plazo, que es la única manera de llegar a metas prometedoras en todas las disciplinas.

La clave para medir el progreso en esta área no es solo la construcción de escenarios o la compra de grandes cantidades de elementos deportivos, pues todo esto seguramente va a perderse y el avance de nuestros deportistas va a ser mínimo o ninguno a pesar de que se le dé al deporte la categoría ministerial, sin que se tengan principios, proyectos, desarrollos y objetivos claramente determinados para que, como lo exigen los procesos atléticos, se avance al paso conveniente y en ciclos de corto, mediano y largo plazo.