Editorial: La ciudadanía y el transporte informal

Mucho tiempo pasará antes de lograr vencer el fenómeno del transporte informal, pues ya es una realidad social, amplios sectores de la comunidad están a tono con él y llevan muchos años usándolo. En el informe periodístico de El Nuevo Liberal del pasado domingo, con cifras claras y testimonios contundentes, podemos evidenciar la tesis anterior.

Cifras como 5 mil mototaxistas y más de 25 mil motos circulando por las escasas vías de Popayán, ya generan una honda preocupación sobre el futuro a corto plazo en el control de la informalidad en el transporte público en Popayán. A lo anterior le sumamos un número indeterminado de conductores de automóviles particulares que movilizan de forma irregular pasajeros a lo largo y ancho de la capital caucana y los que trabajan con plataformas digitales que toman fuerza y popularidad entre la ciudadanía.

¿Causas? En principio tendríamos que decir que el mismo sistema de transporte público organizado se ha encargado de darle fuerza a la informalidad, ya que, las rutas que no llegan a todos los sectores de la ciudad, los vehículos en mal estado, sucios e inseguros y el mal servicio por parte de algunos conductores, alejan a los pasajeros del sistema y lo ponen a buscar cualquier otra alternativa que además de todo, los traslade hasta su destino más cerca y en menos tiempo.

Desde nuestras ediciones diarias hemos informado cómo la movilidad en la ciudad ha tomado unas dinámicas que reclaman con urgencia la atención de las autoridades no solo de tránsito, sino también de las policivas y las de la administración municipal. El elevado nivel de intolerancia, sumado a las peligrosas maniobras de los motociclistas, más el incremento en el número de vehículos, las obras viales, la accidentalidad con víctimas fatales y la guerra del centavo que se da sin cuartel entre los conductores de todo tipo de vehículos de transporte ‘pirata’, son, entre otras circunstancias, los desafíos que requieren no tanto de medidas de choque, sino de políticas y estrategias integrales que aborden el problema en su totalidad y produzcan soluciones factibles, urgentes y concluyentes.

Así pues, es tiempo de parte de nuestros administradores, de planificar a largo plazo, superando las políticas cortoplacistas que surgen desde cada movimiento político que llega a la Alcaldía, porque sin duda alguna, la anarquía de la que tan cerca estamos por la carencia de posiciones y acciones claras se ve francamente desbordada por las dimensiones del problema que debe enfrentar.

Paralelamente, desde esta ventana de opinión tenemos que sentar una posición a favor de la legalidad, porque para nadie es un secreto que el transporte urbano informal atenta diariamente contra el progreso, desmejora la calidad de vida de sus habitantes y está en mora el Estado de estudiar con sensatez inteligentes soluciones a este fenómeno social, que es un generador de inseguridad e intranquilidad ciudadana.