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    Editorial: Espacio público, ventas informales y formales

    Otros cuatro años han transcurrido y el problema continúa igual: Popayán sigue siendo una ciudad desordenada, sin una orientación clara, sin querientes que la protejan. Pareciera que resolver el conflicto que se presenta por la ocupación del espacio público por parte de los pequeños comerciantes, muchos de ellos que han hecho de la venta callejera su forma de vida, honrada y sufrida, es una utopía.

    Le interesa leer… ‘Espacio público del sector histórico invadido por doquier’

    Pero, más allá de que los sucesivos gobiernos hayan sido descuidados o diligentes en la lucha contra tal manifestación del desorden urbano, lo cierto es que la tendencia a ocupar ilegalmente los espacios colectivos está arraigada en el corazón y la conciencia no solo del ciudadano raso, pues el asunto parece no tener estrato ni condición intelectual. Al parecer, se trata de otra de las manifestaciones del oportunismo y del individualismo que nos caracterizan.




    El paradigma de la informalidad parece parte fundamental de la genética social de Popayán y por supuesto, no se limita a los estratos bajos y pobres, sino que atraviesa todos los sectores en mayor o menor grado.

    Vemos cómo algunos negocios en áreas supuestamente más connotadas de la ciudad, invaden aceras y calles sin ningún tipo de escrúpulos y ante la mirada inerme de las dependencias municipales que poco hacen para devolver dichas zonas urbanas a la ciudadanía. Donde es permitido y hay reglamentos de densidad, muchos usuarios violan las normas. Abusar del espacio público y pisotear sus reglamentos parece una adicción, especialmente porque las sanciones –si las hay– no duelen.

    Usar los espacios públicos de manera ordenada y según los reglamentos sería no solo normal, sino deseable, como sucede en casi todas las ciudades del mundo. Así se aseguran ingresos para el fisco y se mantiene un equilibrio que no interfiere la movilidad, favorece la creación de empleo y permite a propios y extraños gozar más de los lugares agradables.

    Ya hemos informado en muchas oportunidades sobre el Centro de Popayán, donde no hay dicho equilibrio, sino un desmadre de ventas estacionarias sobre las aceras y ambulantes en las calles.

    ¿En el municipio hay alguien interesado en hacer cumplir las normas de espacio público? En vista de la degradación acelerada del Centro, no parece que la respuesta fuera afirmativa. Mientras tanto las calles aledañas del sector histórico es una incubadora de “confianzas legítimas” consentidas y multitudinarias, las que deberían asimilarse a un delito contra el erario.

    El problema de los espacios públicos en Popayán es más grave de lo que algunos se imaginan, hasta ahora ningún alcalde se ha preocupado por esta necesidad vital en cada centro urbano, donde el bienestar de una comunidad también se logra con que tenga espacios para su integración y recreación y eso no lo logran los modernos centros comerciales. Un buen tema para pensar y proponer soluciones.

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