Editorial: Cauca inmerso en un nuevo conflicto

Los recientes hechos de inseguridad en Cauca, hablan por sí solos. Los recientes asesinatos tanto de indígenas como de líderes sociales, las constantes intimidaciones y amenazas en todo el norte y más recientemente, de los enfrentamientos armados entre agrupaciones ilegales en la Bota Caucana, el sur y el suroccidente en el sector de Argelia, donde el número de muertos crece diariamente. Toda esta espiral de violencia que está sin control en medio del llamado posconflicto, es un asunto de enorme preocupación para los caucanos y para todo el país.




Hoy en día, tras un par de años de tranquilidad luego de la firma del tratado de paz con las Farc, los pueblos del Cauca parecen sitiados por un conflicto armado con muchos más actores violentos que en otrora. No es un asunto meramente de percepción, como bien lo podrían atestiguar los habitantes de Corinto, Toribío, Jambaló, Santander de Quilichao, Buenos Aires, Balboa y Argelia, los cuales han soportado en los últimos meses el embate de grupos pequeños de hombres fuertemente armados que están al servicio de toda clase de ilegalidades, que pasan por el narcotráfico, la minería para llegar hasta las disidencias.

Se entiende, claro está, que contrarrestar a esta variedad de grupos armados es difícil en la actualidad por el cambio de estrategia, ahora operan en unidades más pequeñas de ataque, casi invisibles a los ojos de las fuerzas militares y policiales. Pero también es claro el temor de la ciudadanía que siente una fisura en la seguridad del Cauca.




El gobierno nacional, centrado más en temas económicos, políticos y de imagen del presidente Iván Duque, se ha pronunciado mínimamente sobre la caótica situación en el Cauca, culpando de lleno al narcotráfico, la minería ilegal y las disidencias de la guerrilla, sin que hasta ejecute con propiedad alguna acción para intervenir desde el Estado, las zonas caucanas donde esta nueva forma de conflicto se ha enquistado.

Como siempre pasa para estos casos, solo ha atinado a decir que se incrementará aún más el pie de fuerza y que habrá una ofensiva poderosa contra los grupos guerrilleros causantes de asesinatos y destrucción en el Departamento (lo mismo que se hace y se dice cada vez que hay una escalada guerrilla en nuestro departamento). Buena parte de los caucanos confía en que sean planes efectivos, no a largo, sino a corto plazo tendientes a ‘recuperar’ el terreno perdido.

Por ahora, los caucanos exigen tanto al Gobierno Nacional como al Departamental, una salida a la crisis, no sólo con iniciativas de guerra, o más pie de fuerza, que son entendibles, sino con proyectos de alto impacto social en las comunidades. Seguramente este sería un ingrediente importantísimo para mejorar las condiciones sociales en el Cauca, y por tanto, ayudaría a generar salidas eficaces para cerrarle el paso a los grupos ilegales de cualquier clase.