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    Editorial: Todo preparado

    A un mes de la celebración más importante de este año que tiene nuestra ciudad: La Semana Santa, conmemoración anual cristiana que busca, desde la fuerte cultura religiosa de Popayán, recrear la pasión, muerte y resurrección de Cristo, a través de sendos desfiles nocturnos, denominados procesiones, en los que, desde el Lunes hasta el Sábado, los ‘pasos’ con sus respectivos cargueros, lenta y acompasadamente, avanzan por las calles que definen el ya tradicional recorrido teniendo, al lado y lado, una multitud de payaneses, caucanos y visitantes para apreciar la majestuosidad del ritual, con sus cirios encendidos, hermosos arreglos florales, impecables esculturas religiosas, sahumadoras, moqueros, regidores y autoridades.

    Será toda una semana en la que los caucanos y en especial los payaneses podrán testimoniar si los preparativos adelantados en este sentido, por parte de los diferentes actores involucrados en su realización y los estamentos de la sociedad, lograron sus propósitos, máxime cuando alrededor de las procesiones, se han venido consolidando otras expresiones artísticas y culturales, así como empresariales y comerciales, definiéndose una mezcla entre lo religioso y lo pagano, generándose para cada una públicos específicos, lo cual amerita llamar la atención sobre cada una de ellas, ya que estas crean una importante dinámica cultural y económica, en una región diezmada por la pobreza y el desempleo.

    Este año, como los anteriores, el Lunes de Pascua saldrá un reporte altamente positivo con la acuñada frase: “Popayán le cumplió a Colombia”, esto gracias, sin lugar a dudas, a la forma como la Arquidiócesis de Popayán y la Junta Permanente Pro Semana Santa, desarrollaron sus correspondientes actividades, consecuencia lógica de un trabajo realizado todo el año con mística, compromiso y dedicación, en cumplimiento de una planeación rigurosa y un celo especial que a veces raya con prácticas excluyentes, pero todas encaminadas a alcanzar la perfección.

    En las otras expresiones que tienen espacio en la Semana Mayor, tales como el Festival de Música Religiosa, los variados museos históricos y temáticos y el sinnúmero de exposiciones de pintura y escultura se condensa un esfuerzo individual de sus protagonistas, son ellos los que reivindican, de alguna manera, el ajado nombre de ‘Popayán ciudad culta’, el cual se ha desdibujado con el tiempo, por no ser el resultado de un trabajo metódico, permanente, institucional, colectivo e incluyente sobre cultura ciudadana y del conocimiento.

    Las exposiciones artesanales, más clasificadas como mercados, bien de tipo industrial o artesanal propiamente dicho, se concentran en su actividad comercial, la cual está regida por claros modelos económicos de oferta y demanda, en este aspecto no aparece el tema central de la Semana Santa, más allá de la congregación de potenciales compradores, circunstancia que se potencia por expositores y comerciantes.

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    En medio de todo este cúmulo de “cosas” los visitantes buscan hacerse a la ciudad y es allí donde encuentran las mayores limitaciones y dificultades, las cuales están en manos de las autoridades municipales enfrentarlas, de manera particular en dos frentes, el de la infraestructura y el de la seguridad. En el primer caso, nos seguiremos rajando, se trata del mal estado de las vías de toda la ciudad, fundamentalmente, las del sector histórico, pues llevamos casi una década queriendo poner a un nivel óptimo sus calles y de verdad no se ha logrado, generando incomodidad y malestar, llevándose una muy mala imagen. En el segundo caso, los problemas de seguridad que vive la ciudad, coadyuvan al no disfrute pleno de esta importante celebración, no obstante, el buen comportamiento de nuestras gentes en los actos litúrgicos y procesionales.

    En buena hora nuestro Alcalde se ideó realizar el evento ‘Vive Popayán en Bogotá’ el cual deseamos desde este espacio editorial todo el éxito posible para que la tradición semanantera de Popayán tenga eco en el corazón y en la mente de cada vez más nacionales y extranjeros, para que siga viviendo por siempre, confiando que su impacto potencie el desarrollo integral de nuestra ciudad y de sus gentes.