Editorial: Panorama económico preocupante




LOGONo son buenas las noticias provenientes del frente económico ya que a los estragos producidos por el Fenómeno del Niño y la caída libre de los ingresos por cuenta de los bajos precios del petróleo, se han venido a sumar los inevitables efectos y situaciones impredecibles que ensombrecen el panorama.

Era de esperar la incidencia que habría de tener la disminución en la oferta de alimentos y el alza del precio del dólar en el índice de inflación, a lo que se ha sumado una sensible disminución en el monto de las exportaciones de una economía dominada por el factor petrolero.

A la cadena de tribulaciones se han añadido imponderables como los que afectan al sector eléctrico y que van desde la escasez de gas para alimentar las termoeléctricas hasta los daños ocurridos en hidroeléctricas y termoeléctricas vitales para el equilibrio del sistema nacional que ha quedado pendiendo del apoyo que brida Ecuador y en espera de que no ocurra otro accidente en las generadoras.

A todo lo anterior y no por esperado menos calamitoso vino a sumarse el reporte sobre la situación de empleo a corte del 31 de enero (cuya fuerza mediática extrañamente recayó por lo que casi pasó desapercibida esta noticia), en el que el país registra un sensible retroceso en comparación con el año anterior de 1.1 puntos porcentuales para situarse en el 11.9 por ciento de la Población Económicamente Activa PEA, el peor resultado en los últimos 16 años.

Obliga a la reflexión el hecho de que en Popayán se vuelva a incrementar la cifra del desempleo que venía bajando desde hace varios periodos, pero que en el más reciente subió del 11,8 al 12,2 y se acerque a las ciudades que hoy en día tienen el podio de las principales urbes del país con más alto índice de desempleo, solo superado por Armenia con el 14,1, Ibagué con el 14,9, Quibdó con el 16.1 por ciento y Cúcuta (con todos los problemas de la frontera) con 15.3 por ciento.

No podemos asumir que el informe del Dane se convierta en algo así como la repetición de la repetidera, la queja trimestral. Este debe ser un tema de primer orden en la agenda de nuestros dirigentes, pero sin politiquería, sin acomodos. Y para que eso sea así, se requiere franqueza, que la discusión sobre la mesa y la formulación de estrategias cuente con muchos actores, que convoque diversos conocimientos, desde el empresario, el profesional y experto y el mismo líder comunitario.

Mientras no se haga nada distinto a lo ya establecido, la problemática social crece y se hace más compleja. Popayán fue afectada de forma directa por una guerra que le arrojó desplazados y pobreza, patrocinada por un lucrativo negocio que tristemente empobrece material y espiritualmente a nuestras gentes: el narcotráfico. El mismo que nos arrebató la tranquilidad hace rato y no sigue cobrando vidas, sembrando delincuencia y destruyendo las verdaderas vocaciones y tradiciones de nuestra gente. Las que enorgullecen y no estigmatizan.

El futuro no permite abrigar un escenario optimista pero la solución o, al menos, la mitigación de sombría premoniciones solo se logra mediante la actuación eficiente de los diferentes sectores económicos y sociales y una presencia coordinada de los entes gubernamentales para facilitar la inversión, eliminar las trabas que impiden el accionar empresarial y una acción decidida en la solidificación de una estructura confiable de servicios públicos.