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    Editorial: Héroes, villanos y… mártires

    Desde que comenzó la pandemia por el Covid-19, un actor protagónico para enfrentar la dura situación que se vendría con el pasar de los días, sin lugar a dudas, lo es el personal médico y de enfermeras, porque tarde o temprano a ellos, en hospitales y clínicas del país, llegarían las personas contagiadas por este mortal virus. Un agravante, que complejiza la situación, la facilidad de propagación y contagio, abrigando la esperanza de poder controlar su crecimiento exponencial, para dar tiempo al Sistema General en Seguridad Social y en Salud, que arrastra de tiempo atrás una profunda crisis estructural y un desarrollo precario, con contadas excepciones, de los avances técnicos y tecnológicos que exigen los actuales momentos, así como unas mejores condiciones para el talento humano en salud, para poder estar a la altura de las exigencias del “pico” de la pandemia.

    Las primeras medidas que se tomaron fueron de tipo preventivo: lavada de manos con suficiente jabón, eliminación de todo contacto personal al saludar o al expresar afecto, muy común en nuestra cultura, y reducir las aglomeraciones de más de 50 personas; muchas y variadas las acciones educativas implementadas para lograr su apropiación y materialización, ahí los médicos y el personal de enfermería, mediante diversas estrategias pedagógicas enviaban emotivos y motivadores mensajes para que estos comportamientos se universalizaran, mientras ellos se estaban preparando para enfrentar a tan fatídico virus, a sabiendas de que no daba espera ante su meteórica carrera de contagio. El Presidente de la República, amparado en la declaratoria de emergencia social y económica, decretó el aislamiento obligatorio para toda la población por tres semanas, entrando así a la segunda fase: contrarrestar la presencia del coronavirus, ante la aparición de los primeros contagios.

    En estas dos fases, médicos y enfermeras, ante su altruista labor y entrega, merecieron todo tipo de reconocimientos, incluyendo al primer mandatario del país que, además de convocar y asociarse a distintas manifestaciones de afecto y gratitud, quienes, desde las clínicas y hospitales, clamaban para que todos nos quedáramos en casa, que ellos estarían prestos a brindar los mejores cuidados a las personas que llegaran con el coronavirus. Se desplegaron varias jornadas de sonoros aplausos desde la soledad de cada familia, los cuales llegaron al corazón de nuestros médicos y enfermeras, en este momento eran considerados, como lo que son: Unos héroes.

    Pasaron los días y ante el temor generado por la presencia de más contagiados, unido a la exposición al virus por parte de los profesionales de la salud, no obstante aplicar todas las precauciones del caso, comenzaron a sentir, desde distintos sectores de la sociedad rechazo a la presencia física de ellos en lugares públicos al que tenían derecho como todos los ciudadanos, de manera particular a comprar alimentos para poder llevar a sus casas, en donde sus familias con el corazón en la mano los recibían con afecto, con cariño y con el temor que en un momento dado pudieran estar contagiados. Indolentes e insensatos, por decir lo menos, el comportamiento de aquellas personas que trataron y aún tratan a médicos y enfermeras como unos villanos, por el hecho de estar en contacto con pacientes COVID-19, cuando es parte de su ejercicio profesional

    Razón por la cual, diferentes agremiaciones médicas, entidades del gobierno y ciudadanos se pronunciaron en franca defensa de la loable e imprescindible labor del personal médico y paramédico ante la pandemia, pero tenía que llegar lo que tarde o temprano se iba a dar en nuestro país, ya había sucedido en Asia y Europa, el fallecimiento de dos médicos a consecuencia del Covid-19, dos héroes, para algunos dos villanos, que entregaron sus vidas para salvar otras a costa de la pérdida de la de ellos mismos, es aquí donde aquellos héroes trascienden a un nivel superior en esta lucha contra un enemigo invisible y poderoso, es la de ser unos verdaderos mártires.

    En su honor y por la vida de nuestros héroes y mártires erradiquemos de nuestros corazones toda actitud mezquina e indolente que no nos deja ver el alto sacrificio que hacen otros por nosotros y por toda la humanidad.

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