Duque, el gobierno de transición que quería Timochenko

HÉCTOR RIVEROS

@hectorriveross

Aunque obviamente es muy temprano para saberlo, el Gobierno de Iván Duque puede quedar registrado en los libros de historia como el que condujo la transición de la turbulencia que dejó el conflicto con las Farc y su desenlace final hacia una nueva etapa, todavía incierta pero nueva. A juzgar por lo que dice y hace puede ser el que cierre el capítulo.

La coyuntura histórica se parece a la que tuvieron tres presidentes del siglo XX, a los que seguramente Duque admira, y su estilo se parece al de esos gobernantes: Carlos E. Restrepo, Eduardo Santos y Alberto Lleras. Ninguno de los tres hizo grandes transformaciones, pero son recordados porque fueron respetuosos de las reglas y encabezaron coaliciones de “conservadores moderados y liberales” en momentos precedidos por grandes turbulencias y profunda polarización política.

Restrepo llegó después de Rafael Reyes, quien como Álvaro Uribe tenía un “talante autoritario y personalista” y había modificado las reglas para quedarse más tiempo en el Gobierno. Los historiadores destacan de Restrepo su estilo conciliador y su intención de acabar con la polarización. Encabezó una reforma constitucional para quitarle excesos a la ultraconservadora constitución de 1886 y le entregó el gobierno a José Vicente Concha un conservador doctrinario que fue apoyado nada menos que por el más liberal de los liberales Rafael Uribe Uribe.

Eduardo Santos, el tío abuelo de Juan Manuel, dueño durante décadas del diario El Tiempo, “amigo de transacciones y acuerdos” encabezó lo que los libros de historia llaman “la pausa”. Se separó de las causas más sociales del liberalismo de López Pumarejo. Era, como se dice de Duque un americanista. Santos, sin embargo, calmó las aguas de la aguda controversia por la Revolución en marcha y se empeñó en “restar fuerza a la lucha ideológica”. Una versión de la negación de la dicotomía entre derecha e izquierda de Duque.

Después de la época de la violencia liberal conservadora y del rompimiento constitucional que encabezó Rojas Pinilla, como fruto del acuerdo del Frente Nacional llegó otro Presidente que puede considerarse como de transición: Alberto Lleras. Aunque hizo aprobar una reforma agraria y garantizó el 10% del presupuesto para la educación, se le recuerda no por los cambios que hubiera podido impulsar sino por moderado y respetuoso de las reglas democráticas. Cerró un capítulo y abrió la larga noche del Frente Nacional en la que se tenía por mala la controversia ideológica.

Duque parece seguir los pasos de Restrepo, Santos y Lleras Camargo: aplazará otra vez los cambios sociales que reclaman grandes sectores, pero quizás tenga un gobierno recordado por el respeto a las reglas de la democracia a pesar de pertenecer a un partido encabezado por un líder que se ha caracterizado por saltárselas.

No deja de sorprender que cuando a Duque le preguntan por políticos a los que admira responde que a Darío Echandía y a Alberto Lleras, dos liberales respetados, no tanto por sus ejecutorías como por su respeto por las reglas y su formación intelectual.

De Restrepo, Santos (Eduardo) y Lleras Camargo no muchos saben decir con precisión qué hicieron cuando fueron presidentes, pero casi todos saben que fueron gobernantes americanistas, pro empresarios, respetuosos de las reglas y que les toco liderar transiciones. Cerrar capítulos y después de ellos se abrieron nuevos.

El discurso de Duque, con las diferencias históricas obvias, es conceptualmente parecido a los esos que los historiadores colombianos llaman “republicanistas”.

No hay promesas de cambios sociales. La palabra desigualdad está borrada del diccionario. Insiste en el cumplimiento de la ley, pero no en el cumplimiento voluntario como la cultura ciudadana que proclama Mockus, sino en el derivado de un Estado que impone legítimamente la fuerza contra el transgresor: el que la hace la paga repite todo el tiempo. No suele haber promesas de intervenciones sociales para evitar que los jóvenes terminen en la delincuencia sino ofertas de aumento de penas y mayor eficacia de la justicia.

Sus primeras decisiones lo ponen del lado moderado, a pesar de pertenecer a un partido mayoritariamente conformado por personas de derecha más doctrinaria e incluso fanática. Tuvo que reprender, seguramente con buenas maneras, a su ministro de defensa que habló de regular la protesta social. Pidió que retiraran un proyecto de reforma que daba la sensación de irse contra la reinserción de ex combatientes. Le pidió a su vicepresidenta que dijera que no estaban de acuerdo con un proyecto de referendo para hacer trizas el acuerdo y que le dejara claro a sus copartidarios y a los demás que una cosa es el gobierno y otra el Centro Democrático.

Si Duque puede gobernar como aparentemente quiere, dentro de cuatro años se habrá cerrado la época que Juan Manuel Santos no alcanzó a cerrar y comenzaremos una nueva, más turbulenta como la que dejaron Carlos E. Restrepo, Eduardo Santos y Alberto Lleras en cuyos gobiernos se gestaron las siguientes violencias o eventualmente una más tranquila como hasta ahora no nos ha tocado.

Si Duque no puede gobernar como quiere porque la derecha extrema le gana el pulso o porque el conflicto social no admite la pausa….ya veremos.