Después de la tormenta

ORIANA MENDOZA VIDAL

Mg. Administración de Empresas

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Desde la sociología se entiende el conflicto como un fenómeno natural en toda sociedad, gran parte de los cambios trascendentales en las naciones han surgido como resultado de un agudo conflicto. Los conflictos o problemas son parte de nuestra cotidianidad, tanto a nivel laboral como a nivel personal, pero de nosotros depende que aquellas circunstancias adversas nos derriben o logremos ver las oportunidades que se abren tras la tormenta.

En la historia de la Humanidad encontramos grandes guerras, desde tiempos inmemoriales los hombres se enfrentan por conquistar territorios, dominar pueblos y rutas de comercialización, imponer credos, ganar derechos, etc. Solo como ejemplo, recordemos la Revolución Francesa, aquel conflicto social y político que permitió la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y por supuesto todas las batallas que dieron origen a la Independencia de nuestra nación.

A pesar de que en las clases de historia estudiamos las guerras más importantes, muchas veces en nuestra cotidianidad rechazamos el conflicto como impulsor de cambio y sentimos complejos de culpa cuando han sido nuestros actos los que han generado la chispa del conflicto, al mejor estilo de Sor Juana Inés de la Cruz: “el niño que pone el coco y luego le tiene miedo”. Los problemas nos incomodan, nos presionan, nos estresan y corremos a buscar el “extintor”, desconociendo que, en ocasiones, el problema es la oportunidad para avanzar y encontrar alternativas de solución que dejan la situación en un mejor punto que el inicial, no huyamos de los problemas, hagámosle frente con humildad y entereza.

En el ámbito empresarial, los conflictos se presentan a todo nivel: entre los accionistas, entre el gerente y su círculo cercano, entre compañeros de la misma área, entre la empresa y algunos clientes, ¿por qué?, simplemente porque así es la condición humana y en el momento en que el gerente lo comprende, siente disminuida la presión que le generan los problemas, para luego, con cabeza reposada, ver las causas y consecuencias del conflicto, encontrando soluciones eficaces. Aprender a leer el punto en el que se encuentra el conflicto, es otro aspecto fundamental dentro del “arte de gerenciar”, conocer a los actores en tensión y saber distinguir los puntos ciegos, son clave dentro del proceso, en el marco de una eventual negociación para resolver el conflicto. Las empresas estamos compuestas por individuos de diferentes personalidades, formas de expresar sus intereses y de reaccionar frente a determinadas circunstancias, a veces, lo que activa la chispa que prende el incendio es un malentendido que, por falta de comunicación asertiva, aquel conato termina arrasando un bosque.

Al final, tal como lo ilustra profusamente la historia, los conflictos son enormes oportunidades para generar trasformaciones profundas en la sociedad, al interior de una empresa, en el relacionamiento de la empresa con sus grupos de interés, en la manera de hacer las cosas y comprobar de “qué esta hecho el gerente” al dilucidar las lecciones aprendidas y tomar las respectivas decisiones. Cuando el conflicto es externo, escapando al resorte de la empresa, es justo allí que aplicamos el sabio refrán: “mientras unos lloran, otros venden pañuelos”, es decir, tener la capacidad de ver las oportunidades en medio de la crisis y sacar ventaja de aquella situación.

No es fácil atravesar por conflictos empresariales o de región, como lo acontecido recientemente a la economía caucana y del suroccidente del país, podemos estar en apuros, pero no desesperados; perseguidos más no desamparados; derribados, pero no destruidos. Insisto en que los empresarios debemos ser como el bambú, cuya verdadera fortaleza es su flexibilidad. Después de la tormenta viene la calma y viviendo esta calma tendremos más experiencias acumuladas, habremos encontrado nuevas formar de solucionar nuestros problemas, sigamos adelante con pasión y fe.

Una pregunta final: ¿será que verdaderamente está llegando “la calma” a nuestra región, o será una “tensa calma” que esconde la preparación de una tormenta peor?