Defender el Estado Social de Derecho

ALVARO GRIJALBA GÓMEZ

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El calendario acorta sus días para finalizar este 2018, faltan solo ocho, y el nuevo amanecer del 2019 empezará a fulgurar en el horizonte de las ilusiones y las esperanzas del mundo, que con ocurrencia de este anual periplo, anhela siempre que el año que llega sea mejor, confrontado con el que está terminando.

Hacemos análisis y examinamos lo que hicimos y lo que quisimos hacer y no alcanzamos, siempre confiados en nuestra propia capacidad emprendedora de poder conseguir aquellas cosas que muchas veces por falta de tiempo o porque estas no se dieron como hubiésemos querido, se quedaron en el receptáculo de nuestros buenos propósitos, anhelando ejecutarlas en el año nuevo que llega.

En el país, en el departamento y en nuestra amada ciudad, han ocurrido y ocurren tantas cosas, algunas buenas, regulares y otras malas, y no pasa nada, como lo expresé en esta columna domingos atrás, y es totalmente cierto, pues por lo general las cosas siguen igual.

La corrupción campea por todas partes y los corruptos continúan incólumes en las altas cortes, en tribunales, congreso, juzgados, departamentos, alcaldías, en  instituciones estatales y privadas etc., haciendo de las suyas sin que nadie le ponga remedio a ésta pandemia nacional.

Por donde se esculque aparece este metastásico mal que corroe las estructuras de nuestra democracia a todos los niveles, así exista la mejor buena voluntad del presidente de luchar contra ella, como lo ha expresado en reiteradas oportunidades, tratando de desmermelar un Estado en el que sus legisladores están acostumbrados a la corrupta y casi obligatoria prebenda presidencial.  

Lo importante ahora es mirar cómo unidos, enarbolando principios de moralidad, honestidad,  honradez y servicio social, ingénitos en las grandes mayorías de ciudadanos de bien en el país, se puedan dar luchas y batallas a fin de rescatar y reconstruir esta sociedad permeada por la corrupción, el delito y los antivalores de unas minorías apoderadas del poder, que acribillan cada día la dignidad y los derechos de las mayorías ciudadanas de la nación.

Se avecina un año electoral en el que seguramente las minorías que ostentan el poder, querrán con todas sus aberrantes prácticas y maniobras de siempre, soportadas en la compra de votos, la repartija de materiales de construcción, marcados y falsas promesas, seguir aferrados a éste a toda costa.

Por fortuna, hay un inmenso hálito de renovación generacional que está pensando de otra manera y quiere asumir con honestidad, libertad, criterios de verdadero servicio social, preparación intelectual, sin maquinarias, librando una lucha abierta contra la corruptela imperante, la conducción de parte del Estado, llegando a gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos, como resultante del cansancio de un pueblo de verse cada vez frustrado en sus aspiraciones de tener buenos gobernantes.

El año que culmina está en deuda con el país en muchas cosas que aún no han sido resueltas, y tendrán que resolverse más temprano que tarde, para que quienes han sido inferiores a las responsabilidades que la democracia les ha confiado, respondan ante ésta por sus actos, acciones u omisiones.

Si pasan tantas cosas en el país, buenas unas, regulares y malas otras, como lo hemos repetido, nuestro inmenso y ferviente deseo es que muchas, muchísimas y muy buenas, ocurran en el Año Nuevo que llega, para bien de todos los colombianos, payaneses y caucanos, de una sociedad que merece y exige el desempeño pulcro y trasparente de quienes ejercen funciones en las tres ramas del poder: el Ejecutivo, el Legislativo y el Jurisdiccional, pilares de toda democracia participativa y del Estado Social de Derecho. Éste es el que debemos defender frontalmente, con valentía y sin temores, ante a los males que hoy lo aquejan y amenazan por la imperante corrupción, sin olvidar que somos más los buenos que los malos.

Una feliz Navidad rebosada de amor y alegría, y un Año nuevo colmado de éxitos y bendiciones del Dios del Universo, son nuestros deseos para todos ustedes y sus queridísimas familias, generosos amigos lectores de estas líneas.