Comentarios recientes

    Archivos

    Categorías

    De lo sacro a lo profano

    SIMANTA D.

    Integrante de club de lectura ‘Entre Líneas’

    “Hoy el mundo no es un teatro en el que se representan papeles y se intercambian gestos rituales sino un mercado en el que uno se desnuda y se exhibe”, Byung Chul Han

    En la actualidad la sociedad cada vez es menos religiosa, principalmente por la desconfianza a las instituciones u organizaciones debido a escandalosos hechos de corrupción y abuso. Ese “despertar” de la conciencia colectiva fue necesario también pues obedece a una revolución y rebelión frente al poder político que ejercían.

    Pero poco sabes sobre el valor de los rituales como aporte a la cohesión de la comunidad y su uso como símbolo de unión e identidad.

    Las comunidades se ven unidas eventualmente solo en hechos que representen un levantamiento frente a un enemigo en común: adversarios políticos, equipos de fútbol, delincuentes y cualquier antagónico que exacerbe los ánimos provocando un vínculo emocional entre aquellos que toman partido. Pero representa un peligro unir masas bajo estas premisas pues generan conflictos basadas en la imagen mental publicitada por los intereses de pocos donde los muchos no tienen la información completa

    Religión procede de religare (vínculo) y de relegere (fijar la atención) por lo que realizar prácticas religiosas es un ejercicio mental que lleva a estar consciente. La mayoría de prácticas repetitivas han dejado de fomentarse con el propósito de emancipar la creatividad. Se puede ver que el remanente de la disciplina y prácticas con repetición es el ejercicio y los deportes. Por lo que los gimnasios se han convertido en los nuevos templos de reunión, tal como Chul Han describe la profanación de los sitios sagrados reduciéndolos a sitios turísticos.

    Para Kierkegaard la repetición y el recuerdo representa el mismo movimiento y es justamente la repetición el rasgo esencial de los rituales. Para Hannah Arendt las cosas tienen “la misión de estabilizar la vida humana” y esa misma función la cumplen los rituales frente a la estabilización del tiempo y de la vida debido a su repetición. Si una casa se quiere hacer propia se decora, esto es el símbolo de posesión del territorio, nuestra historicidad se cuenta con puntos clave en nuestra línea de tiempo como celebraciones, duelos y crisis, siendo cada uno de ellos un ritual psicomágico de nuestra historia. Cada uno de ellos tiene la solemnidad que le impregnamos con nuestra intención y es ello lo que le da peso al suceso. Los rituales diarios que tenemos de manera personal nos ayudan optimizar el tiempo, a hacer llevadera la vida y mejorar la relación con las personas y las cosas.

    En la India (específicamente en el vaishnavismo) hay un ritual casi para cada suceso del día (Saddhana). Mantras y movimientos para despertarse, levantarse, bañarse, comer, trabajar, acostarse. “en el mundo espiritual cada paso es una danza y cada palabra un canto”, dicen las escrituras védicas. Para realizar el saddana adecuadamente se debe estar consciente permanentemente, presente en el aquí y ahora. De acuerdo a esto ¿será que los rituales permiten una mayor consciencia en vez de arrebatarla y le dan mayor significado al actuar? contrario al concepto de automatización de la vida que se presenta en una sociedad con ausencia de religiosidad.

    Los rituales han ido desapareciendo porque su intención es detenerse en el tiempo y marcar sucesos, demorarse y hacer durar; mientras que el sistema económico promueve la aceleración, la productividad. Los rituales no representan para el concepto neoliberal ninguna producción física o de conocimiento, son momentos improductivos. Al sistema no le interesa el tiempo sin producción y le interesa muchísimo los individuos aislados que se autoexploten con la premisa de la superación personal hasta llegar al stress crónico, ansiedad y frustración.

    Las austeridades y ofrendas a los Dioses se vieron reemplazados también por la autoexplotación sin motivo y objetivo claro. Las personas se exigen fuertemente en el gimnasio para obtener una figura “ideal” y cuando logran su cometido no saben para qué. Las selfies para las redes sociales terminan dando el espaldarazo como motivo final de cualquier logro, adquisición y objetivo. Incluso una preparación del almuerzo es digna de una publicación en Facebook. No hay cirugía plástica que valga la inversión sino puede ser exhibida con la ropa adecuada para la selfie que busca aprobación. La autoestima se ha convertido en un culto al ego y la autenticidad una adquisición de rebuscadas prácticas para autopublicitarse en redes. Los simbolismos comunitarios se han reducido a los memes y el lenguaje que enriquece la cultura y la sociedad a los emojis. Otrora el sacro silencio permitía la contemplación y recogimiento, ahora el silencio nos distancia de quien está a nuestro lado mientras gritamos en redes cuanto nos gusta todo.

    Nuestros nuevos rituales se desarrollan en, lo que llama Chul Han un “no lugar” que es el internet, así también unas “no personas” que se llaman avatares, con un “no lenguaje” que se llaman emoticones, conociendo “no amigos” que se llaman seguidores, con información reducida a su mínima expresión llamada meme, y con acciones de reconocimiento mutuo llamadas “like”. Sin solemnidad, sin recordación, sin ninguna intención que cumpla el papel de un acto psicomágico nos damos cuenta que lo que realmente nos une son los algoritmos matemáticos con que mapean nuestros gustos.

    su_heading][/su_heading]

    loading…