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    De las terceras fuerzas políticas en Colombia

    CARLOS E. CAÑAR SARRIA

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    Como tercera fuerza se entiende todo grupo, movimiento o partido político que bajo unos ejes programáticos propios y una estructura organizada, actúa independientemente de los partidos tradicionales. Disidencias partidistas o coaliciones bipartidistas nada tienen que ver con las terceras fuerzas.

    Es difícil hablar de una verdadera cultura política pluralista en Colombia, entre otras cosas, debido al poder hegemónico del bipartidismo que ha copado toda nuestra historia republicana. Lo cierto es que las guerras intestinas en el siglo XIX, la lucha política en el seno de los partidos tradicionales durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI, sólo han servido para constatar el desencanto que producen unos partidos ajenos de participar como verdaderos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado. Convertidos en maquinarias electorales y en otorgadores de avales, preocupados más por la disputa del poder, por captar votos mediante la demagogia, politiquería y el clientelismo, que por una dinámica capaz de transformar la difícil situación socioeconómica y cultural del país.

    Sus programas, dirigentes y acciones han sido inferiores a las circunstancias históricas del país. El Frente Nacional permitió olvidar los odios heredados entre liberales y conservadores, a cambio del reparto burocrático y el monopolio del poder entre ambos partidos, al tiempo que se obstaculizaban opciones diferentes con ganas y posibilidades de poder.

    Si bien fue cierto que el Frente Nacional frena la violencia política bipartidista, perpetúa la hegemonía de los partidos tradicionales y el desconocimiento del pluralismo, asunto fundamental en una verdadera democracia. Las denominadas causas objetivas y causas subjetivas de la violencia comprometen a los partidos políticos tradicionales. En las primeras se ubica la pobreza y en las segundas, la falta de una apertura política.



    Se han dado intentos de ruptura de la estructura bipartidista, sectores de la clases dominantes y medias desde el mismo bipartidismo han tratado de organizar terceras fuerzas, lo mismo ha sucedido con los trabajadores con importantes iniciativas, sin embargo como bien lo afirman Eduardo y Jaime Nieto, “existe la tendencia tan difundida como superficial, a validar como tercera fuerza política a todo tipo de agrupamientos o coaliciones con nombres diferentes al de los dos partidos tradicionales”. De esta manera, durante el siglo XX movimientos tales como el de Reconstrucción Nacional del general Rafael Reyes, la Unión Republicana de Carlos E. Restrepo en 1910, la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria(UNIR) de Jorge Eliécer Gaitán en 1933, el Movimiento de Acción Nacional(MAN) en 1954, el Movimiento Nacional personificado en las Fuerzas Armadas en 1956, el Frente Civil de 1957, el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) de Alfonso López Michelsen, la Alianza Nacional Popular(ANAPO) del general Gustavo Rojas Pinilla, el Movimiento Nacional de Belisario Betancur, el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán, entre otros, en todo el rigor de la acepción, no pueden llamarse terceras fuerzas políticas.

    El académico y tratadista Diego Jaramillo Salgado en su libro “Las huellas del socialismo”, reconoce que al formarse el Partido Socialista (1919), por primera vez en Colombia se manifiesta un discurso socialista asimilado y elaborado de manera autónoma por diferentes sectores populares con relativa independencia de los partidos tradicionales de las clases dominantes, cuyo respaldo social le permite convertirse en alternativa de poder. Agrega que este discurso dejó de ser alternativa de poder con la extinción (1922-1924) del Partido Socialista, debido a su indefinición frente al sector radical del Partido Liberal, que lo asimila en parte. De otro lado, Pierre Gilhodes afirma que las inclinaciones socialistas se convierten en el Partido Comunista que, a pesar de la adhesión al marxismo-leninismo, tiene mucha dificultad de diferenciarse del liberalismo. De ahí que afirmamos que hablando de postulados, lo más parecido a la izquierda democrática es el liberalismo y viceversa; pero en Colombia no se ha querido entender. En decisiones trascendentales de la política venimos viendo con desconcierto, al liberalismo inclinado a derecha como en las pasadas elecciones pesidenncales.



    Por lo tanto, ante la crisis de los partidos, convertidos en grupúsculos políticos, Colombia está a la espera de unas terceras fuerzas que sean capaces de reivindicar la política tan deslegitimada en la actualidad; que tengan la capacidad de generar consenso como tercera opción política frente al bipartidismo y como alternativa de transformación nacional.