Desde que comenzó a sonar públicamente la idea -que luego se convirtió en “propósito nacional”- del “día sin IVA”, me imaginé el caos que se IBA a presentar en casi todas las ciudades. Inclusive pensé que se trataría de compras virtuales que luego se distribuirían a domicilio, con el cumplimiento de todos los protocolos etc., etc. Es decir, un asunto más o menos técnico, manejado con la seriedad que se venían emitiendo las disposiciones reglamentarias que privilegian el control de los efectos de la pandemia, las cuales consideraba acertadas. Creí que, durante el proceso de estructuración de la idea, las autoridades hubieran avanzado en lo más importante: fortalecer controles para evitar que sucediera lo que sucedió: Un Pandemónium, expresión para la cual el DRAE tiene dos definiciones: 1.) “Capital imaginaria del reino infernal”. Y 2.) “Lugar en que hay mucho ruido y confusión.”
A este exabrupto concurrieron todos los estamentos: Gobierno central, autoridades locales, comunidad, establecimientos comerciales, gremios, y demás. Lo primero de todo lo que puede decirse es que el alto gobierno se “elevó” creyendo que gobernaba una nación civilizada como Noruega, Suiza o Canadá y lanzó el programa sin acordarse de que estamos es en Colombia, un país sumamente tropical; Tanto, como que gentes de estrato seis de Bogotá, en un variopinto y exótico “movimiento” integrado por el exministro Rudolf Hommes (a quien le quedó muy mal decirle “mocoso” al Presidente, sabiendo que el único que lo ha nombrado de algo (a él y a su mujer) fue el presidente Gaviria, cuando tenía la misma edad de Duque hoy…); el exrector y profesor universitario Moisés Wasserman; la líder de un movimiento ultra feminista, Florence Thomas; el empresario Jean-Claude Bessudo; el periodista y escritor Antonio Caballero (inexplicable adhesión); la periodista caleña Margarita Vidal; Humberto de la Calle (furioso porque el gobernante es Duque y no él), y otros personajes más, están iracundos, porque se ha decretado el aislamiento en casa para proteger a los mayores de setenta. Y, en otro lado, un grupo de miles de gentes de estratos medios y bajos que no le han parado ni cinco de bolas a las medidas restrictivas y salen a la calle, sin protección alguna, ignorando que el dueño del mundo y de su vida, hoy, es COVID 19. Estos, (igual que los personajes antes mencionados) están convencidos de que las disposiciones legales se han expedido “por joder”. Todo lo que se ha ensayado es experimental porque nunca habíamos asistido a una situación como la que el mundo está viviendo. Por eso han quedado sin oficio tantos especialistas en todos los temas -de los que abundan en Colombia y ocupan con sus tonos graves las emisoras matutinas-.
También los gremios económicos (que se les entiende el desespero, pero nunca el acoso al gobierno para que pase por encima de precauciones vitales) han esgrimido una posición inconsciente. Ese viernes sin IVA, en el que, paradójicamente, hubo unas cifras de contagios y muertes, aterradoras, vimos también, al final de la “celebración”, al presidente de los comerciantes afiliados a Fenalco, Jaime Alberto Cabal, en los noticieros de televisión, decir que “a las próximas jornadas del día sin IVA, hay que aplicarles algunos ajustes…” mientras, simultáneamente, se mostraban las imágenes de las hordas, tumbando vallas, porterías y atropellando vigilantes en los almacenes, casi como en los saqueos, con la diferencia que ese día la multitud sí IBA a pagar los productos, sin IVA.
Es preciso transcribir uno de los “memes” que llegaron en cascada ese día a raíz de estos sucesos, que en una frase de gran ironía resume muchísimas críticas: “¡Qué pena con la gente… nosotros pensando en llevarles comida, cuando lo que están necesitando es electrodomésticos…!”.
Sin más elementos de juicio que el sentido común, creo que el experimento salió muy mal; que la inoportuna idea les quedó cruda; que la cuenta de cobro del exabrupto la pagaremos con las cifras de contagios y muertos dentro unas semanas; y que el gobierno perdió la brújula que parecía venir usando con acierto y se dejó aconsejar mal.
¡Por favor, suspendan este experimento! aunque sea hasta que se vislumbre un decaimiento en la ferocidad de los ataques del virus a una ciudadanía por demás irresponsable…