Ciudad blanca y verde

LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS

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Idear qué regalar a Popayán en sus 482 años fue iniciativa del poeta Marco Valencia Calle. La imaginé en su blancura pintarle franjas verdes.

Y es que Popayán se refugia en un escenario ambiental: Su clima dúctil, el cerro de la Eme y la pirámide del Morro que la escoltan. Sus tres ríos atravesándola, El Molino, Ejido y Cauca son garantía acuífera que bien pensaron los pubenenses y luego los españoles al refundarla.

Imagino su paisaje urbano hoy como antes con sus ríos recuperados bordeados de caminos con árboles nativos y frutales. Con sus gentes caminando por parques reverdecidos, por vías acompañadas de franjas verdes con andenes renovados, advirtiendo casas y edificios con antejardines floridos en alrededores y barrios distantes del centro. Nadie pavimentaría antejardines para parquear autos o montar negocios, o para construir gradas externas de edificios porque en esta ciudad blanca y verde, habría huido la avaricia de ´aprovechar´ para edificar todo trozo verde que al inmueble acompañe.

Cumpliríamos con la norma para urbes saludables exigida por la Organización Mundial de la Salud, OMS, de planificar por habitante 15m2 de zona verde, supliendo los escasos 4m2 que tiene Popayán.

Pero no solo imaginar vale ya que en próximas elecciones las y los candidatos a la alcaldía, podrían abrir sus mentes hacia conceptos de ciudad sostenible como lo hicieron en Curitiba, Brasil, ciudad que visité en noviembre. Allí en 1977 el arquitecto Jaime Lerner, tres veces alcalde y dos gobernador, planificó la ciudad a 30 años, con 50m2 de zona verde por habitante, triplicando la exigida.

Lerner estructuró la ciudad bajo el lema: “La ciudad no es el problema, sino la solución…en ella están la oportunidad y la solidaridad”. Veamos su diseño de ciudad verde: 1. Peatonalizó gran parte del centro y la avenida XV de Noviembre como bulevar. 2. Implementó Transporte limpio. 3. Incluyó franjas arboladas junto a las vías, y parques y antejardines generosos. En el borde urbano recuperó áreas degradadas: eliminó una cantera de explotación de material pétreo y diseñó un lago junto al que construyó la Ópera de Arame. Transformó un relleno de basura en el inmenso parque Tanguá. En otros puntos planificó el Jardín botánico, y El Museo Niemeyer como moderna escultura arquitectónica izada dentro de un nuevo parque contiguo al bosque de Los Papas. Casi todo goza de calidad en diseño arquitectónico y paisajístico.

De igual forma podría suceder en Popayán con un alcalde o alcaldesa visionarios, sin enfrascarse en seguir diagnosticándola para darle rumbo; Popayán ya tiene rumbo: es universitaria, ciudad libro, gastronómica, religiosa, turística, convención y más…casi camaleónica, sin olvidar que se la identifica en Colombia por su Centro Histórico.

Esa dinámica urbana beneficia a muchos: moradores y visitantes, estudiantes, investigadores y creyentes, lectores y comerciantes. No es necesario restringir su eficiencia a una sola actividad, así lo propuso Enrique González Ayerbe, presidente de la Corporación Gastronómica, al formular la creación de la Red de eventos de Popayán.

No obstante es preciso adecuar su escenario ambiental con lenguaje culto y bello, hacerle mantenimiento, que sea sostenible, saludable, lúdico y sensible.

Recuperar el paisaje urbano es cuestión de decisión, la actual alcaldía comenzó con el programa “Vida al parque”, la Empresa de Acueducto y CRC, con la limpieza del río Ejido, La ONG La Chirria recuperó un humedad, pero hace falta estructurarlo a 30 años como en Curitiba, para que visitantes y propios caminemos ahora y mañana, entre el verde y el blanco cortejando todo evento, y a todo ser viviente inmerso en los verdes de todo color.