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    Carta abierta a la ciudadanía de Popayán: ¿Qué hay en nuestros corazones?

    CARLOS SALAS CARDONA

    ¿Han sostenido la mano de un enfermo?, o ¿Quizá soportado el llanto de una niña hambrienta? ¿No les parte el alma la desesperanza de un viejo pidiendo monedas porque su pensión no alcanza? Jóvenes sin trabajo, madres con recibos por pagar, el agua escasa y cada vez más cara, tiburones sin aletas, mujeres indígenas acribilladas, el Amazonas ardiendo; hijos sometidos en la coca como consumidores, productores o escoltas; hijos por la educación que se acaba, la salud que se acaba, la vida que se acaba, la esperanza que se acaba.

    A menudo, más a menudo de lo que ninguno de ustedes puede imaginarse me preguntan ¿Carlos, qué carajos hace usted en ese sistema? ¿Por qué le gusta hacer política? A muchos contesté con la promesa de que no le contarán a nadie; sé que la mayoría de ellos imaginaron que era mentira: ¡NO ME GUSTA LA POLÍTICA!

    Sonreirán ¡ODIO CON TODAS LAS FUERZAS DE MI ALMA EL DOLOR AJENO! Quienes me conocen saben lo mucho que me duele no dar hasta mi bocado. Y es que un Taita me dijo un día en lo alto del Páramo de las Papas: «Carlos eres un alma anciana con dolores de varias vidas y corazones con varias penas que ha tomado un cuerpo joven ¡No hay mejor fortuna! jamás culpes a quienes no sienten, son almas jóvenes empezando a vivir».

    ¿Política? ¡NO! es dignidad para mi vida, tranquilidad para mi espíritu, honor en mi corazón. Sembrar una pequeña esperanza en esta ciudad que se desmorona, en este terruño que deja de creer, en cientos de personas que dejan de amar. Es mirar a la cara a quienes se roban el amor y verlos incapaces de sostener la frente en alto, entrar al mismo salón con quienes venden su dignidad y verlos esconder su miseria entre las miradas bajas. Es ver a los «señores» del poder ostentando su poder a gritos y bajando la mirada ante los ojos de un «pelao», la vergüenza escolta sus días.

    ¿Qué hay en nuestros corazones? Cuándo definimos el futuro de nuestras vidas, nuestros semejantes y sus semejantes; en discusiones banales. «Es que ha este lo conozco de toda la vida» «es que a este lo conocen en no se dónde» «es que aquella tiene poder en no se dónde» «es que esta será encargada de…».

    ¿Qué hay en nuestros corazones cuando escogemos la clase política que somete a Popayán en la desgracia? Cada vez somos menos los que vivimos lejos de la realidad del país, sin ser tocados por la miseria que multiplican los corruptos, el día que toque a la puerta de nuestras casas cambiará el destino de la ciudad.

    No se qué hay en nuestros corazones pero sí que hay en nuestro futuro, esa es la razón de mi duda. Dios bendiga a Popayán, los quiero mucho.

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