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    Calidad de la educación

    CARLOS E. CAÑAR SARRIA

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    La calidad de la educación es un problema bastante complejo. Son múltiples los factores y actores que influyen en la educación del país. Empecemos por el Estado que debe ser el principal garante de la vigencia de los derechos humanos, dentro de los cuales la educación es un derecho esencial. No obstante, poco ha figurado la educación en el orden de las prioridades del país donde los gobiernos han sido mezquinos e insensatos al tratar la educación como ‘Cenicienta’, por eso estamos como estamos, es decir, subdesarrollados, llenos de violencia y de pobreza.

    Los presupuestos para la educación son cada vez más precarios y recortados. Ello hace que las instituciones educativas se vean presionadas a disminuir la cobertura y a trabajar con la poca infraestructura que poseen.

    Instituciones educativas que carecen de bibliotecas, de salas de cómputo, de laboratorios, de docentes idóneos y competentes, de adecuadas plantas físicas, de servicios públicos eficientes, de material didáctico etc., no pueden ser garantes de educación con calidad. Muchos niños y jóvenes asisten a clases sin siquiera haber desayunado; el hambre y la mala nutrición participan como obstáculos en procura un adecuado rendimiento académico. Todo esto hasta cierto punto, puede explicar los resultados de las pruebas Saber y del Icfes, por ejemplo, que suelen favorecer más a las instituciones privadas que a las públicas. En algunas instituciones la asistencia nutricional de niños y jóvenes viene siendo cuestionada.

    En no pocas regiones y municipios las secretarías de educación están en manos de politiqueros que saben más de culinaria que de educación; más preocupados por clientelizar la educación que por su calidad. No pocas ollas podridas se han destapado en el interior de las secretarías de educación.

    El Estado no ha sido justo ni generoso con los maestros, no hay estímulos. Muchos maestros sobreviven con unos salarios de miseria, los cuales difícilmente les alcanza para capacitarse, actualizarse o especializarse. Cuando logran hacerlo, todo es sufragado de sus propios bolsillos y bajo adquisición de deudas. A los maestros se les congelan los ascensos, se les colocan trabas en los trámites de prestaciones sociales, se les persigue sindicalmente, se les niega el derecho a la salud, en esto último, son víctimas permanentes de los abusos de las denominadas empresas ‘prestadoras de este servicio’. Que hace falta dignificar la profesión de los maestros es una verdad de a puño.

    Hemos tenido y mantenido legislaciones educativas, que por ejemplo, en aspectos como evaluación y promoción han venido en detrimento de la calidad, reproducen el facilismo y la mediocridad. La promoción automática – sólo una mínima parte del alumnado que puede reprobar un año-ha perjudicado notablemente la calidad. Competencias, logros, fortalezas, dificultades y recomendaciones terminan convertidas en nada a la hora de cumplir la ley. Gobiernos y legisladores se muestran incoherentes con el sistema de evaluación y de promoción. Es necesaria la coherencia entre el sistema de evaluación de las instituciones educativas con la forma de evaluar en las universidades. Estado, rectores, docentes, estudiantes, padres de familia, comunidades tienen la responsabilidad de interactuar en procura de una educación con calidad. Es una tarea y un compromiso colectivo.

    El análisis crítico de la realidad, la resolución de problemas desde las diferentes ciencias, el adecuado manejo de situaciones de la vida cotidiana, la resolución negociada de conflictos, la actualización permanente del conocimiento y el uso adecuado de los inventos tecnológicos deben ser una necesidad a la hora de abordar una educación con calidad. Ello requiere-como ya se ha señalado- de presupuesto porque sin inversión económica nada resulta posible. En época de postconflicto invertir en educación y cultura debe ser una prioridad. Un país bien educado es un país en paz.

    Coletilla: Campañas desabridas tanto para gobernación como para la alcaldía de Popayán; precandidatos suenan por todos lados. Esperamos que llegue la hora de las definiciones de los partidos a la hora de apoyar candidatos y que llegue también el momento de los argumentos y de las propuestas, que se refieran a temas y problemas prioritarios y que se deje de ventilar pendejadas, como algunos lo están haciendo.