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    “Aprendí a leer con tiras cómicas”: Felipe Solarte Nates

    “Un escritor es, ante todo, un lector sensible. Una persona que desde temprana edad sintió la necesidad de rumiar lo que lee para escribir lo propio”.

    Por: Marco Antonio Valencia Calle

    Leonardo Felipe Solarte Nates estuvo en las entrevistas de Marco Antonio Valencia. / Suministrada – El Nuevo Liberal.

    Leonardo Felipe Solarte Nates es bien reconocido en el mundo de la literatura en la capital caucana y en norte del Cauca. Autor de varias obras relacionadas con la cotidianidad de nuestra región, respondió preguntas sobre la importancia de leer…

    ¿A quién se le llama escritor?

    Se le llama escritor a una persona que dedica algo de su tiempo a garrapatear novelas, cuentos, poemas, obras teatrales, guiones cinematográficos, a traducir autores extranjeros, elaborar ensayos, y/o columnas de opinión para periódicos y revistas. Pero también, tenemos escritores que se dedican de manera exclusiva a escribir, como lo hicieron Borges y Octavio Paz en Latinoamérica, por ejemplo.

    ¿Qué admira en un escritor?

    Admiro a escritores como Cervantes, Shakespeare, Víctor Hugo, Dostoievski, Kafka, García Márquez… que, además de diestros artesanos de la palabra y del arte de hipnotizar a los lectores con sus creaciones, fueron grandes conocedores de la historia, y encarnaron el alma de sus pueblos y del tiempo en que vivieron para forjar su obra.

    ¿Un escritor nace o se hace?

    Un escritor es, ante todo, un lector sensible. Una persona que desde temprana edad sintió la necesidad de rumiar lo que lee para escribir lo propio. Una persona que busca plasmar en el papel sus pensamientos, historias y testimonios a través de crónicas, cuentos o novelas. Una persona que expone sus sentimientos inspirados en las convulsiones de la vida diaria para coagularlas en poemas. Una persona que argumenta sus raciocinios por escrito sobre temas varios de la sociedad en metódicos ensayos o columnas periodísticas.

    ¿Cómo nació tu vocación literaria?

    En mi caso personal, fui estimulado a leer por mi padre que a diario compraba El Espectador y me pasaba las tiras cómicas y la sección deportiva para que las hojeara en una edad que no sabía leer. Pero, además, cuando ingresé a la escuela pública “Rafael Tello” de Quilichao, tuve bonachones maestros como el profesor Viáfara, que me despertó el amor por leer cuentos. Con los días, empecé a leer otras secciones del periódico, a curiosear el viejo y voluminoso diccionario, a ojear novelas y enciclopedias en medio de las radionovelas de detectives y piratas. Eran épocas de cuando la borrosa televisión en blanco y negro era lujo de ricos, y el cine a todo color y en pantalla gigante era lo máximo. Recuerdo que íbamos al cine a ver películas de Cantinflas, Viruta y Capulina, pistoleros y charros, detectives como el Enmascarado de Plata, gladiadores romanos, héroes de guerra, etc.




    ¿Cuáles han sido tus libros fundamentales?

    El primer enganche con los libros me lo brindó Julio Verne y Emilio Salgari y desde ahí, no he parado de leer. Vendría luego mi interés por la lectura de reportajes y crónicas sobre la Segunda Guerra Mundial y otros temas que publicaba la revista Readers Digest. Me enganché con la lectura abriendo mi abanico de autores sobre narrativa e historia que eran los que más me atraían, especialmente lo relacionado con el asesinato de Gaitán, la violencia que lo desencadenó, el nacimiento de las guerrillas, el cura Camilo, la revolución cubana, etc.,  hasta que  años después y gracias a los poemas de Antonio Machado y Miguel Hernández -cantados por Serrat-,  aprendí a leer con gusto la poesía que después pude identificar en medio de novelas como Cien Años de Soledad, que en  quinto de bachillerato nos puso a leer, el profesor Ernesto Villegas.

    Después de algunos años leí textos marxistas que abundaban en los años 70. Luego de leer a Andrés Caicedo y vincularme con el grupo La Rueda, empezando el año de 1980, sentí la necesidad de contar de manera testimonial -y en lenguaje desabrochado-, experiencias vividas en un Paro cívico que, en 1973, ayudamos a organizar en Santander de Quilichao. En esa etapa, hasta 1985, inicié la escritura de la mayoría de cuentos -que desempolvé treinta y un años después-, para corregirlos y publicarlos en mi primer libro “Relatos en busca de título”.

    ¿Cómo ha sido tu formación como escritor?

    En el año 2011, cuando me residencié en Popayán ingresé al taller de Escritura Creativa auspiciado por Mincultura y Banrepública, con la orientación del poeta Felipe García Quintero, y allí publiqué “El jardín de los psicópatas”. Después asistí a un taller similar en la USACA, en Cali, durante 2016 y 2017, coordinado por el escritor Harold Kremer; en 2018 publiqué mi tercer libro: “Cantaleta al difunto”.




    ¿Un consejo de escritor experimentado?

    Para los jóvenes: la lectura y escritura son la base de todo conocimiento que perdure. En cualquier profesión hay que saber leer al otro y escribir textos propios. Si queremos superar la mediocridad del montón, hay que explorar el medio en que vivimos… y eso se logra dialogando y escuchando con atención lo que dicen los escritores, cineastas, teatreros y artistas de todos los tiempos.

    Nota Biográfica

    Leandro Felipe Solarte Nates (Popayán, 1955). Ha sido colaborador de los diarios El País de Cali; Diario del Sur, de Pasto; El Nuevo Liberal, de Popayán; Proclama del Cauca, de Santander de Quilichao; y los portales web como: “Las2orillas”, en la sección Nota Ciudadana, y “Relatos.com”, de España.

    Ha publicado tres libros: “Relatos en busca de título”, 2011; “El jardín de los sicópatas”, 2015; y “Cantaleta al difunto”, 2019. Actualmente prepara un libro de columnas de opinión publicadas en diferentes medios en la editorial Popayán Positiva.

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