Amor y pasión por la enseñanza, un camino para la inclusión

En la Institución Educativa La Pamba se adelanta un novedoso proyecto educativo para beneficiar a niños y jóvenes sordos, un espacio para aprender sin limitaciones.

La docente Luz del Sol Vesga explica que los pequeños están en una aula especial, más no separado de las demás actividades de la institución educativa.

POR FRANCISCO CALDERÓN, PERIODISTA JUDICIAL

EL NUEVO LIBERAL

Lyam Saavedra es un niño que, mediante la lengua de señas, explicó en cuestión de minutos quiénes componen su núcleo familiar, los nombres de sus papás, de sus tíos, de sus primos.

No fue necesario hablar, solo con sus manos narró su historia, la compartió con sus compañeros, fue una comunicación efectiva, con ayuda de una cartelera que él mismo elaboró, con ayuda de sus padres.

¿Cuál es el secreto para que un niño sordo cuente su vida, como lo hacen también sus compañeros, de manera tan sencilla?

El amor y la paciencia de dos personas que iniciaron esta propuesta desde el 2012 y que hoy ya son seis, siendo dos de ellas también sordas y todas adelantan el proyecto de inclusión para sordos de la institución educativa La Pamba, una apuesta educativa que apunta a incluir a este grupo poblacional a los procesos académicos para que sus integrantes cumplan sus proyectos de vida. Esa es la respuesta.

“En Popayán teníamos la dificultad de que los niños sordos ingresaban al mundo académico como por cumplir, entonces uno encontraba que esos chicos llegaban a la edad adulta sin aprender a escribir, sin dominar conocimientos, relegados a un segundo plano en el ámbito laboral, entonces este proyecto es la respuesta para cambiar esta realidad, de cultivar la cultura sorda, de explotar al máximo sus potencialidades”, explica la docente y líder del proyecto Luz del Sol Vesga, magíster en Educación que logró que, por el momento, quince niños y jóvenes cumplan el deber formarse académicamente sin dejar su condición.

Lyam Sebastián Saavedra, con doce años de edad, explica el árbol genealógico de su familia, una de las tantas actividades pedagógicas que se adelantan en esta aula. / Fotos Francisco ‘Pacho’ Calderón -El Nuevo Liberal

Esa decisión de incluir a los niños, que de especiales tienen que son altamente receptivos y amorosos, es que ya hay unos primeros resultados concretos, como que una estudiante que se formó bajo este proyecto se esté forjando como artista plástica en la prestigiosa Universidad del Cauca.

“La joven que está en la Unicauca cursa cuarto semestre, hay otra chica que es modelo lingüístico, que se formó con nosotros y ahora enseña en diferentes puntos del departamento entre sus pares, estos son los mejores ejemplos de que estamos balanceando la cultura sorda con respecto a la oyente”, precisa esta profesional de la educación que, con uñas y el apoyo de otros profesionales, adecuó un espacio abandonado de esta institución para edificar, con guadua y láminas de zinc, las instalaciones de esta aula incluyente.

Ahora, y gracias a este trabajo, este espacio es reconocido en la región como la mejor muestra de la capacidad transformadora de las apuestas incluyentes, cuando están cimentadas en el amor a servir, la paciencia en el ayudar y el deseo de no aceptar las limitaciones. Lo anterior se refleja en los quince niños que se forma actualmente en esta aula.

“Tenemos dos modelos lingüísticos, que son dos personas sordas que velan que esa cultura sorda se conserve, apoyados por dos interpretes, que se puede tomar como los traductores y nosotras las docentes, claro este personal se integra al área administrativa y demás profesores de la institución educativa, donde está en marcha esta ambiciosa propuesta de educación incluyente”, acota Luz del Sol Vesga.