Afloran las historias en medio de la tragedia

Trascienden los relatos de los familiares de las personas que fallecieron en el deslizamiento presentado en la vereda Portachuelo, zona rural del municipio de Rosas, sur del Cauca. Ya son 33 las víctimas mortales de esta emergencia causada por el las fuertes lluvias.

De forma paralela, se está trabajando en el restablecimiento de la vía Panamericana, esto liderado por el Ministerio de Transporte a través de INVIAS y con maquinaria amarilla tanto del municipio como del departamento y del Instituto Nacional. / Suministrada- El Nuevo Liberal.

Ya con las historias de las víctimas, estas trascienden poco a poco cuando los seres queridos adelantan las diligencias ante Medicina Legal para reclamar los cuerpos sin vida para brindarles un adiós.

Ese es el caso de la familia Chimborazo: nueve de sus integrantes perdieron la vida esa madrugada de domingo, tras presentarse el deslizamiento que sepulto las residencias donde vivían.

“Perdí a unas primas, a mis tíos, ellos vivían en la parte más alta, en la zona trasera de la casa era parte de la montaña que se deslizó, por eso todos murieron cuando dormían: mí tío Gerardo y mis primos Robinson, Mireya y Jenny, así como sus hijos, perdieron la vida, en total son 9 seres queridos que ahora despido por una situación que estaba advertida”, relata Camilo Hernán Chimborazo al precisar que tres de sus seres queridos estaban de visita en esta localidad al momento de la tragedia.

Se trata de Robinson, Mireya y Jenny, quienes ese domingo pretendían viajar a sus lugares de residencia tras compartir la Semana Santa con sus familiares, como su costumbre era la de visitar el sitio donde sus ancestros nacieron, esa parcelita ubicada en un sitio declarado en alto riesgo y que ahora es el escenario de un dolor colectivo.

“Hace poco visité a mi tío, en esa ocasión sí le dije que por qué no salía de ese sitio para que no tocara vivir lo pasó en Mocoa, donde la gente murió por estar ubicada en una área de alto riesgo, se lo dije porque su casa estaba sobre toda la falda de El Broncazo, uno salía al patio y se encontraba, como una pared, la montaña”, agrega Camilo Hernán Chimborazo, quien ayudaba en los trámites para reclamar los cadáveres de sus queridos.

Sobre sus familiares, indicó que Jenny Chimborazo residía con un hijo, un pequeño de un año de edad, en la ciudad de Jamundí, Valle del Cauca. Los otros primos residían en Popayán. “Ellos pasaron la semana en Portachuelo y ya se iban cuando pasó esto”, acota el familia, quien llegó desde Puerto Asís, Putumayo, tras ser informado de hecho.

Esta misma situación vive Leonel Alban Alegría, quien debió llegar hasta Popayán para reclamar el cuerpo sin vida de su primo Gersaín Díaz Albán, una de las 33 víctimas de este deslizamiento.

“Gersaín era uno de los líderes de Portachuelo, incluso meses ante llevó un oficio a la alcaldía alertando sobre el inminente peligro que presentaba la ubicación de esta comunidad en la falda de esta montaña, entonces las autoridades si estaban alertadas de esto”, comenta Leonel Albán Alegría mientras espera en la entrada de Medicina Legal.

Mientras esto sucede en Popayán, en las instalaciones de la Institución Educativa Santa Teresita se lleva a cabo el sepelio colectivo de catorce víctimas de este hecho, el mismo que abrió el debate sobre si existe o no una omisión por parte de las autoridades a la hora de reubicar a esta comunidad campesina.

En el patio de recreo de este plantel educativo se adelantan este acto religioso, donde participan las autoridades y la población. Para este miércoles se espera una despedida, liderada por el pueblo Yanacona, a las personas que perdieron la vida.