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    El liderazgo: convicción y pasión

    ORIANA MENDOZA VIDAL

    Mg. Administración de Empresas

    En el ámbito empresarial mucho se habla de liderazgo, conceptos y recomendaciones que van ligadas al cargo de gerencia. Habilidades o carencias de liderazgo de los gerentes se reflejan en el logro de los resultados corporativos, esto es claro. Por otro lado, en el trabajo comunitario existen liderazgos que, combinados con un gran sentido social, mejoran las condiciones de su entorno y el bienestar en general. No obstante, los liderazgos comunitarios con falta de habilidades gerenciales estancan el desarrollo de proyectos de alto impacto para su colectividad.

    El ejercicio de la gerencia exige habilidades emocionales, personales y por supuesto conocimientos técnicos, en una combinación única que logra imprimir un singular estilo de gerencia, alcanzando las metas junto a un equipo de trabajo competente. Quienes estudian el liderazgo empresarial desde los distintos campos de conocimiento, resaltan que la capacidad de adaptarse a diferentes escenarios, la habilidad de entender las circunstancias para tomar decisiones acertadas y la cualificación para encontrar soluciones en medio de la gran cantidad de actividades diarias, es lo que marca la diferencia entre los líderes y los demás.

    Sin embargo, los lideres se enfrentan a ambientes rápidamente cambiantes, las tendencias del mercado, la exigencia cada vez mayor de los clientes y los directivos, demandan una alta capacidad de adaptabilidad a diversas situaciones, y sobre todo a las diferentes personas que forman parte de su equipo. Mientras mayor flexibilidad y adaptabilidad exhiba el líder, más compromiso logra por parte de su equipo, lo que se refleja en bienestar laboral y mayor productividad en la empresa.

    Lastimosamente, algunos gerentes, a pesar de tener habilidades técnicas, adolecen de capacidades para liderar a un grupo humano: su equipo de trabajo. Se dejan llevar por el egocentrismo, la envidia y el afán de protagonismo, desconociendo que los resultados alcanzados son fruto del trabajo de muchas personas y que el gerente solo, sin equipo de trabajo, poco o nada podrá hacer por la organización. No alcanza a dimensionar el daño que hace al ignorar las habilidades de cada colaborador e invisibilizar su compromiso con el trabajo en equipo en pro de las metas corporativas, a lo que en ocasiones se suma un trato personal inadecuado. Por su parte, los colaboradores que se sienten anulados en tanto personas y profesionales, se desmotivan y pueden considerar la posibilidad de salir de la organización, bien para poner en marcha su propia empresa o para otro lugar en el mercado laboral.

    En el mismo sentido, el liderazgo comunitario, reclama gran capacidad de gestión, y de rodearse de un equipo con pasión por lo social, pero también con habilidades técnicas suficientes para apoyar con idoneidad al líder o lideresa. En el ámbito comunitario, no siempre están claramente descritas las funciones de los lideres cuando ocupan el lugar más alto de autoridad comunitaria, y mucho menos del equipo que desea acompañar la gestión, sumado a que la remuneración por el trabajo es escasa o inexistente. Bajo estas condiciones, el liderazgo comunitario requiere porciones extra de pasión, convicción, amor por los demás y gran capacidad para organizar grupos de trabajo eficientes alrededor de metas comunes.

    El otro lado de la moneda tiene que ver con “líderes” desmotivados, sin propósitos y apabullados por una comunidad que quiere ver resultados de gestión y se siente frustrada al evidenciar que “no pasa nada”. En un líder comunitario debe prevalecer el valor de la palabra, el cumplimiento de compromisos y los resultados de corto plazo, pensarse como gerente para cimentar su credibilidad ante la comunidad e invitar a otros a sumarse a los esfuerzos colectivos, bajo la premisa de optimizar el uso de los recursos (de infraestructura, talento humano, financieros, etc.). La negligencia y permisividad son sus grandes enemigos ¡Esta tarea no es nada fácil!

    En definitiva, un gerente debe mostrar una actitud equilibrada de líder seguro de sí mismo, ser comprensivo, estar dispuesto a aportar soluciones, aceptando los errores propios y de los demás, con humildad y respeto. Un gerente consolidará su gestión actuando firme y de manera coherente, aislando su corazón de las actitudes negativas de las personas que lo rodean para no perder su motivación, aferrándose a la convicción de sus ideales y del logro de las metas empresariales, podrá estar por encima de las circunstancias adversas en el devenir de su gestión. Así mismo, el líder comunitario, al interpretarse como un gerente, enfocará sus esfuerzos en administrar adecuadamente los recursos asignados, desarrollando una gestión sobresaliente rodeado de personas idóneas alcanzará a ejecutar proyectos de alto impacto para su comunidad.