Convocatoria Fundación Valencia Calle – El Nuevo Liberal.
Era viernes 13 de marzo. ¡Viernes 13! Había trabajado desde las 7:00 a.m. hasta las 8:00 p.m. ¡13 horas! Otra vez. Llegué a casa y me enteré de que se habían suspendido las clases, los conciertos, los partidos de fútbol: el virus le había puesto pausa a la vida. Estos casi 4 meses (131 días, exactamente, otra vez el fatídico número) he pasado por todo tipo de sensaciones. Algún día les contaré a mis nietos sobre la pandemia.
Sé que saldremos de esto, tengo mucha fe; pero, por las dudas, uso tapabocas y cruzo los dedos.
José Luis Machado
Docente
Montevideo, Uruguay
No dudo de que esta pesadilla va a terminar y que despertaremos en un mundo cambiado. Trataré de olvidar las desgracias y hasta los chistes que llegaban a cada rato por el teléfono móvil. Pero hay algo que se resistirá a abandonar mi memoria: es un paquete de estadísticas falsas junto a incursiones en el campo de la ciencia. El portavoz no es ni veraz ni científico. Nunca estuvo Estados Unidos en una posición de liderazgo durante la pandemia y esta no desaparece con buches de sol e inyecciones de desinfectantes. Dejo a las generaciones que vengan la identificación del sujeto.
José Álvarez
Docente
Wellington (Florida), Estados Unidos
Salgo al portón en la noche serena…
Salgo al portón en la noche serena. Un viento fresco viene del sur. Aislamiento obligatorio en Argentina a causa de un virus mundial: la gripe china. Por la calle no anda casi nadie y no están las ratas muertas que aparecen al comienzo de La peste (de Camus). Solo hay unos muchachones indolentes en la otra cuadra, silenciosos mirando su teléfono y algunos gatos al trote ligero, enteramente ajenos a los mandatos de la autoridad política. Dicen que el exterminio de los gatos, que se suponía eran del diablo, sirvió para incrementar la población de ratas que propagó la peste bubónica.
Juan Alejandro Brando
Docente
Mar del Plata, Argentina
Siento miedo porque no sé cuándo terminará, si me contagiaré o contagiaré a otros. Siento rabia por quienes no lo toman en serio, a pesar de las muertes. Siento impotencia por los muchos que no tienen trabajo y buscan qué comer. El gobierno no ayuda y extiende más la contingencia. Siento tristeza porque a mis ojos el mundo se ha vuelto pequeño y la vida corta. Siento agradecimiento por ser de los pocos afortunados con empleo y que no se ha contagiado. Siento determinación porque esto me enseña a trabajar más y a aprovechar cada segundo de mi vida.
Ana María Zambrano González
Secretaria, recepcionista y escritora
Nuevo León, México
Nuestros andares han estado llorando, pensando que el mundo no volverá a ser el mismo de antes; no creamos que la situación fue puesta para llevarnos al declive. Ciertamente, si nos pusiéramos a pensar, nos daríamos cuenta de que la vida nos ha invitado a valorar cada cosa que tenemos. Si observamos bien, veremos una gran oportunidad para hacer del tapabocas un corazón; uno que podremos cambiar a diario y mejorar. En nuestras manos tendremos un recinto libre para que con cada sentir podamos avanzar, pero, lo más importante, es hacer de nuestro mundo una razón para reír y querernos más.
Juanita Alejandra Tinoco Gómez
Estudiante de décimo grado