Por Alexander Paloma
Reportero Gráfico
El Nuevo Liberal
Danzando en la calle, con su particular caminar y con su mente recapitulando todo lo que la ha llevado hasta llegar a ser quien es hoy como bailarina, así me encontré a ‘la mirla’, una mujer que en la cotidianidad deja volar su imaginación para construir nuevos repertorios, presentaciones que está construyendo para ponerlos en escena, no importa como sea el lugar para mostrarse, lo que le importa es llegarle a la imaginación de su público.
Ella tenía entendido que para poder danzar se requería de haber empezado desde niña, y es que según las recomendaciones para la danza clásica se debe iniciar desde los 5 o 6 años para que en el proceso se adquiera elasticidad y buena técnica. Sin embargo, a pesar de ser una persona adulta y por consiguiente no tener la edad establecida para danzar, su deseo y la pasión por el baile la llevó a experimentar y dejarse llevar por la expresión y ritmos que daba su cuerpo al escucha los sonidos naturales y artificiales.
Cuando se le pregunta por quien es Ana María Muñoz, ella con su sonrisa muy orgullosa no duda en decir que es una bailarina, y no cualquier bailarina, una de toda la vida, siempre su cuerpo le respondió a los movimientos poéticamente, pues desde pequeña danzaba con las flores y las mariposas, experiencias vividas a las que no les presto mucha atención sino hasta hace diez años cuando tomó la decisión de dedicarle mucho más tiempo a esta expresión artística.
Siendo docente en la FUP, en un grupo de danza descubrió que tenía una vocación profunda por el baile y fue desde allí cuando tomó la decisión de recorrer los caminos algo restringidos del ballet, ya son 10 años en los que ha adquirido experiencia que la han llenado de orgullo, y es esa misma alegría la que la lleva a enseñar danzar en sus redes sociales de manera gratuita, en su canal de YouTube ‘entrena con la mirla’.
“El baile es un misterio, pero es un misterio resuelto del que siempre he disfrutado sus beneficios, como el de disfrutar los movimientos del cuerpo y hacer magia con él, y reconectarme con la libertad de entrar en contacto con mi naturaleza como ser humano y con lo que me rodea, con mi presente y mi pasado, manteniendo un espíritu siempre joven”.
Ana María es de profesional en Psicología y ella como cualquier ser humano siempre le han afecto muchos sus experiencias propias, con la danza encontró como darle un vuelco a las malas experiencia, incluido el cuento de que era la más fea, hasta que empezó a exteriorizar su belleza con la danza, a ver lo hermoso de su cuerpo y como esa belleza le ha perdurado en el tiempo, pues se ve y se siente joven y a veces como la niña que alguna vez jugo con las flores y las mariposas.
La pandemia le ha sido muy favorable, porque le ha dado el tiempo para pensarse más en la danza, permitiéndole unas vacaciones para reestructurarse, por eso, desde su experiencia le aconseja a la gente que aproveche la oportunidad que ha dado el confinamiento para que puedan conocerse desde el movimiento del cuerpo, es un ejercicio para mirarse a sí mismo, es algo así como mirarse al espejo.