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ANDRÉS J. CASTRILLÓN VALENCIA
Una vez haya terminado esta “maldita Minga” cada uno desde su afectación tendrá que hacer un balance de los daños causados y los mecanismos que implementará para seguir luchando por el desarrollo de nuestro departamento, por encima de todos aquellos que quieren incendiarlo.
Un aspecto común y que afecta a toda la sociedad del suroccidente colombiano y sin exagerar a todo el país es la extrema fragilidad de la infraestructura vial de la región.
Han sido muchas las líneas escritas, muchas las promesas de campañas incumplidas, referentes a la necesidad nacional de unir con vías adecuadas los valles geográficos de los ríos Cauca y Magdalena, a lo largo de los cuales se desarrolla buena parte de la economía nacional.
Es inaceptable que haya que recorrer 690 kilómetros desde la frontera con el Ecuador para que un vehículo pueda iniciar la remontada de la cordillera central en Calarcá (Quindío) para subir al Paso de la Línea, teniendo 3 pasos más cercanos y adecuados por el departamento del Cauca (Totoró-La Plata; Puracé-La Plata; Paletará-Isnos) y más al sur la vía Pasto-Mocoa. Siempre habrá en Bogotá técnicos engominados, que jamás se han untado su fino calzado con el barro de nuestras trochas, quienes darán justificaciones de todo tipo para no viabilizar la terminación de al menos uno de estos corredores viales y hasta tanto todos los gobernadores, alcaldes y parlamentarios del sur-occidente no se unan para exigir en bloque una de estas nuevas alternativas de comunicación terrestre, estaremos expuestos a que más de 2 millones de colombianos sean secuestrados nuevamente.
Si después de estos lamentables hechos no se hace nada al respecto para hacer más robusta la malla vial regional y nacional, manos criminales seguirán extorsionando a unos gobiernos débiles y faltos de visión que definitivamente desconocen las necesidad de nuestras comunidades y en el largo plazo lograrán su objetivo de llevar a la ruina a nuestro departamento para que todas las tierras algún día sean suyas y poder ver crecer el rastrojo en las más fértiles tierras del país.
De que magnitud habría sido el desastre regional si no hubiera estado moderadamente operativa la vía Morales-Suarez-Quilichao? Ahí está la respuesta a este análisis que se hace exclusivamente desde una visión técnica y que debe ser un propósito común.
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