Y ahora, la moción de censura contra el Ministro de Defensa

HÉCTOR RIVEROS

@hectorriveross

Pasado el duro debate de las objeciones presidenciales que evidenció una ausencia de mayorías en favor del gobierno, situación relativamente inédita en la historia de Colombia, viene un nuevo pulso el de la posibilidad de que este Congreso, por primera vez, utilicé la facultad que tiene de ordenar que un ministro deje su cargo en virtud de la aprobación de una moción de censura.

Está pendiente la citación para que en el Congreso en pleno se realice el debate al que un grupo de representantes a la Cámara pidió que se citará en contra del ministro Guillermo Botero como consecuencia, en primer lugar, del muy desafortunado incidente, que se constituye además en el primer incumplimiento grave del acuerdo, que es el asesinato de un ex miliciano de esa guerrilla a manos de un miembro de las Fuerzas Armadas de Colombia.

No es esa, ni mucho menos, la única razón por la cual el Congreso de la República podría decretar la salida del ministro.

Tal vez su mayor de responsabilidad política debería recaer por los muy malos resultados en materia de seguridad, por el desconocimiento de los temas de su cartera, que ha demostrado  con la incapacidad de liderar un sector lleno de complejidades y dificultades y que tiene que ver con el tema que más se afecta a los colombianos según todos los estudios de opinión.

Han pasado ya 9 meses desde que el ministro está en el cargo y la situación de seguridad parece deteriorarse en casi todo el país. Por una parte el descontrol de zonas que en las que operaba la guerrilla de las Farc y que ahora están tomadas por otras organizaciones criminales.

Por otra parte, aunque las cifras oficiales indican que el número de homicidios ha disminuido en el total nacional en lo que va corrido del 2019, lo cierto es que si se hiciera el corte desde Agosto la cifra sería más o menos igual a la del mismo período de los años anteriores.

La situación en ciudades como Medellín resulta alarmante. En esta capital, dónde habido una dinámica de crecimiento de los asesinatos durante todo el gobierno del alcalde Federico Gutiérrez, llegó a su punto más alto el mes anterior. Medellín en abril tuvo la más alta cifra de homicidios de los últimos años, que ya era una cifra muy alta.

La dramática situación de zonas como el sur de Córdoba ha mostrado que el gobierno, en general, pero en particular el Ministerio de Defensa, no tiene capacidad de reacción eficaz frente a situaciones como la que ocurre en esa región.

Los primeros de 4 días del mes de mayo han sido particularmente graves en materia de violencia homicida, incluso en ciudades donde ha habido disminución como Bogotá y Cali.

Todas las encuestas que aplica la red de ciudades cómo vamos sobre percepción de seguridad y victimización muestran una tendencia al incremento del número de delitos.

El hurto sigue siendo el delito que más afecta a los colombianos y otras modalidades de crimen como la extorsión crecen según las propias cifras oficiales y las denuncias ante la Fiscalía.

Para un gobierno del Centro Democrático, que su bandera es precisamente la seguridad, estos resultados de estos primeros nueve meses, deben ser preocupantes.

El ministro ha tenido salidas en falso y equivocaciones que son el resultado de su desconocimiento de la dinámica del orden público en Colombia que es particularmente compleja y multicausal.

La situación del asesinato de Dimas Torres, en la zona del Catatumbo, ha sido especialmente patética y retrata bien la manera como el ministro conduce su cartera.

En primer lugar, pareciera no confrontar las informaciones. Se quedó con la versión de quien parece ser el autor material de un asesinato a pesar de que para el momento en el cual el ministro daba las explicaciones había versiones y pruebas suficientes para saber que ese dicho no parecía cierto.

Quitarle validez a las otras versiones fue su primer gran error pero no el único.

Después el ministro pareció justificar la muerte, con la misma lógica del expresidente Uribe cuando se le hablaba de los falsos positivos que decía que esas personas “no debían de estar recogiendo café”. Botero, sin prueba alguna, ya había insinuado que podía haber de por medio negocios de narcotráfico. “Estoy especulando”, dijo, como si fuera necesaria la explicación.

Esa es una señal de alarma grave de cómo se puede estar comportando la fuerza pública y que directrices puede estar dando el Ministerio de Defensa en relación con las personas que resolvieron dejar las armas. Y claro la preocupación mayor surge cuando el propio responsable material del hecho dice que lo hizo en el marco de una orden de hacerle seguimiento.

Más allá de las causas para decretar una moción de censura, lo interesante será ver en este caso cómo operan las fuerzas del congreso.

En el trámite de las objeciones hubo 157 votos en contra del gobierno y solo 82 en favor en su favor, una situación completamente inédita y excepcional en Colombia.

La pregunta que surge es si con el trámite de esas objeciones se concretó una especie de a alianza entre partidos de oposición y partidos independientes que va a dificultar la gestión del gobierno. La primera respuesta es que no necesariamente. Ahí, por ejemplo, el Congreso aprobó al día siguiente, el Plan de Nacional de Desarrollo, aunque los ministros tuvieron poca incidencia en el debate parlamentario y el presidente de la Cámara Alejandro Chacón impuso el ritmo y finalmente logró que la Cámara de Representantes le impusiera el texto al Senado de la República.

Fueron los partidos, llamémoslos de centro -la U, Cambio Radical y el Partido Liberal e incluso miembros del partido conservador- los que destrabaron un el trámite de las objeciones en el Senado. Ni la derecha representada por el Centro Democrático y sectores conservadores, ni la denominada bancada alternativa del Congreso se sumaron a esa proposición.

Está claro que esos partidos son el fiel de la balanza y hay varios congresistas liberales como Juan Carlos Lozada y Carlos Ardila, por ejemplo, que están con la moción de censura.

Es temprano sin embargo para a saber qué va a pasar. A los partidos de centro no les gusta tumbar ministros, son más bien partidos institucionalistas. Han participado de la aprobación de la ley de financiamiento y estuvieron en contra de la censura al ministro Carrasquilla, pero las circunstancias han cambiado.

El primer pulso será entre las dos Cámaras, que mantienen una pugna que ha llegado a niveles insólitos como que el presidente del Senado presentara una tutela para proteger según él a los miembros de la corporación que preside contra las decisiones de la otra Cámara.

La primera dificultad será por la fijación de la fecha para el debate de moción de censura. El reglamento ordena que debe hacerse dentro de los 10 días siguientes a su presentación y ya han pasado varios. No será raro que Macías haga lo mismo que intentó hacer con las objeciones, que fue enredarlas, buscará una argucia jurídica para evitar el debate.

La moción de censura del ministro Botero será un primer gran indicador de las secuelas políticas del enorme error cometido por el presidente Iván Duque de objetar la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial de Paz.

Con una agenda legislativa tan pobre como la del Gobierno, estar en minoría en el Congreso lo verdaderamente grave es precisamente que se active alguna vez, después de ya casi 30 años, la moción de censura.

El trámite de las objeciones resultó tan costoso para el Gobierno que entregó el único patrimonio que la mayoría de la opinión le reconoce que es intentar crear una relación ejecutivo-legislativo que no responda a la lógica del intercambio clientelar, conocido en Colombia como “mermelada”. Durante el debate de las objeciones perdió la virginidad con el “tarro de mermelada”: resolvió destaparlo para conseguir que una senadora no votará en el momento decisivo.

Y ahora, ¿para sostener al Ministro de Defensa?